diez

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Dedicado a xzxJokerxzx
feliz cumpleaños hun! ♡

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El viaje hasta el orfanato se le hizo extrañamente corto; charlaron todo el camino, del caso, de la universidad —Drew estaba en su segundo año— y de las clases de ella. Comenzaron a conocerse a un nivel muy básico, pero por esa noche era suficiente.

El auto finalmente entró a la calle sin salida, el edificio visible al final. Estaba oscuro, pero aún habían algunas luces encendidas y las del auto permitían ver mejor la entrada.

—Mierda —Eleanor cerró los ojos momentáneamente, apoyando la cabeza en el asiento con exasperación.

Drew la miró confundido y preocupado, deteniendo el auto junto a la enorme reja que separaba la calle del terreno privado— ¿Qué, qué pasa?

La pelinegra suspiró y señaló a la figura en la entrada. Era una mujer mayor que, de brazos cruzados, miraba en su dirección molesta.

—Es la directora.

—¿Griffin?

La chica asintió, recogiendo su mochila de entre sus pies— Tenemos un toque de queda y bueno... —miró su reloj de muñeca, frunciendo el entrecejo— Llego dos horas tarde.

—Mierda —repitió él, de acuerdo con la expresión usada por ella previamente— ¿Quieres que te ayude a explicarle?

—No sé si eso se bue-... —la voz de Eleanor se apagó cuando escucharon tres golpes al vidrio del auto.

Drew abrió los ojos sorprendido y bajó lentamente el vidrio de la ventana de su lado, encontrandose con la expresión de increíble molesta de Mary Griffin.

—Buenas noches. ¿En qué puedo ayudarla? —Drew intentó ser educado; la mujer ya lucía lo suficientemente enojada y él no quería ocasionarle más problemas a la chica a su lado.

La señora Griffin lo miró con una ceja alzada, analizándolo. Gruñó y, tras lanzarle una mirada mordaz a Eleanor, por fin habló— La señorita Eleanor tendría que haber estado aquí a las diez. ¿Puedo saber quién es usted, joven?

Eleanor miró a Drew, notando como tragaba saliva antes de responder, una sonrisa encantadora en su rostro— De verdad lo siento, señora. Soy compañero de Eleanor y estábamos haciendo un proyecto, no nos dimos cuenta de la hora hasta que lo terminamos.

Elle sonrió para sus adentros, orgullosa de lo rápido que el chico había logrado construir una mentira para excusar su atraso. La señora Griffin lo analizó unos momentos más y acabó por asentir.

—Agradezco que la trajeras sana y salva, entonces. Pero que no se repita —advirtió, dado por terminada la conversación con él y dirigiéndose a ella ahora— Eleanor, vamos ya. A la cama.

—Sí, señora —respondió enseguida Elle, dedicándole una nerviosa sonrisa a Drew y despidiéndose con la mano antes de bajar del vehículo y seguir a la mujer.

Griffin cerró el portón tras ellas con llave y se aseguró de que el auto desapareciera antes de voltear a mirarla, sus ojos irradiando el enojo contenido.

La tomó bruscamente del brazo y la instó a moverse, ambas caminando a la puerta de entrada; Eleanor aguantaba el quejido que quería dejar su garganta entre más fuerte era el agarre de la mujer, limitándose a seguirla.

Cuando la puerta se cerró Mary Griffin volvió a mirarla y, antes de que Eleanor pudiese abrir la boca para disculparse, la mano de la mujer ya había dejado huella en su mejilla.

El sonido del golpe rompió el silencio en el edificio, que solo fue quebrado nuevamente con la voz grave y agitada de la mayor— Dos horas tarde —le gruñó, mirándola con desdén— ¡Y con un muchacho! Esto es un orfanato, no un motel —le soltó, inclinándose para hablarle más cerca, su rostro rojo y lleno de ira que había contenido hasta entonces— No dejaré que una muchachita promiscua arruine este lugar. ¿Entendido? Ya suficientes problemas has traído desde que llegaste.

Eleanor abrió la boca para hablar, pero la mujer se la cerró de un manotazo a la barbilla.

—A tu habitación. Ya.

Asintió, sintiendo sus ojos arder. Corrió por las escaleras y hasta la habitación, cerrando la puerta de un golpe tras ella, girando el pestillo para asegurarse de que la mujer no pudiese entrar a gritarle más.

Se movió por el cuarto hasta sentarse en su cama y, solo entonces, dejo que el ardor en sus ojos cesara al dejar caer sus lágrimas. No lloraba, solo dejaba que cayeran en completo silencio, aún en estado de shock por la súbita violencia de la que fue víctima.

Salió de su trance cuando sintió algo tocar su cabello. No se trataba de un tirón, sino que más bien de una caricia.

Sentía una mano acariciar su cabello con delicadeza. Y luego otra más. Y luego otra dando dulces palmaditas en su cabeza. Y luego otra jugando con sus dedos.

Eran toques tiernos, gentiles, inocentes. La cama se hundió un poco más y sonó el resorte, como si hubiese más peso además de ella. Sintió una quinta manita en su mejilla, limpiando sus lágrimas y eso la hizo finalmente sollozar.

Dejó que la consolaran y, cuando estuvo más calmada, miró a su alrededor, queriendo verlos.

—Lamento estar usando su cuarto —habló suavemente, sonriendo cuando sintió un par de palmaditas en el brazo como diciendo no pasa nada— Gracias.

La cama volvió a sonar y pudo escuchar pequeños pies correteando por la habitación, el suelo de madera sonando bajo ellos. Momentos después las cinco camas restantes en la habitación sonaron y los colchones se hundieron levemente. Oyó risitas.

—¿Ya es hora de dormir? —preguntó, pero no esperó una respuesta, simplemente se sacó las zapatillas y las dejó bajó su cama, moviendo las sábanas a un lado y acurrucandose— Buenas noches.

Durmió, por primera vez desde que había llegado, toda la noche. Despertó a la mañana siguiente sintiéndose tranquila, incluso cuando, después de ducharse, vio la marca que la mano de la mujer había dejado alrededor de su brazo y en su mejilla.

Incluso entonces estaba calmada.

Pero la calma duró poco y fue reemplazada por un extraño calor en sus mejillas. Llevaba su mochila al hombro y caminaba en dirección a la parada de buses cuando lo vió, el mismo auto que la noche anterior la había traído devuelta al orfanato la esperaba a la vuelta de la esquina, el piloto saludándola entusiasta con la mano en cuanto hicieron contacto visual.

—Buenos días, Elle —la saludó, ofreciéndole un café y una encantadora sonrisa.

—Buenos días, Drew —lo saludó ella devuelta, una sonrisa también en sus labios, pero evidentemente confundida.

El chico rió y la invitó a subir al vehículo, haciéndolo andar y emprendiendo rumbo antes de hablar— Quería asegurarme de que estuvieses bien, Griffin se veía bastante molesta...

Eleanor reprimió una sonrisa y ocultó su rostro con su cabello, asintiendo— Estoy bien. Solo me gritó un poco... Nada del otro mundo. Gracias por preocuparte, y por el café —dijo, soltando una risita al escucharlo a él reír también. Dió un sorbo a su café y su sonrisa aumentó— No debiste molestarte.

—No es molestia, tu escuela me queda de camino a la universidad —le explicó, encogiéndose de hombros, aún sonriendo— No te preocupes.

Elle asintió. Conversaron durante el corto trayecto hasta su instituto, escuchando también la radio y quejándose de las mismas canciones que no les gustaban.

Para cuando llegaron ya se había terminado el café.

Se despidió del mayor con una tímida sonrisa, el chico dedicándole una mucho más grande y segura. Bajó del auto y lo vio alejarse antes de subir las escaleras, deteniéndose cuando alguien más detuvo su camino.

—Tenemos que hablar, Elle.

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oop

espero que les gustara!

eleanor rigby ○ el conjuro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora