𝘋𝘖𝘊𝘌: 𝘊𝘖𝘔𝘌 𝘉𝘈𝘊𝘒 𝘏𝘖𝘔𝘌

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Al despertar al día siguiente, Jungwon seguía dormido, abrazado a la cintura del mayor, estando de lado, sus mejillas se hacían más gorditas y su boca se abría ligeramente, mostrando un poco de aquellos blancos dientes, se veía tan tranquilo e inocente que Jongseong sonrió, y su mano acarició su esponjoso cabello y sus lindas mejillas.

El castaño soltó un murmuro somnoliento y sus ojitos se abrieron lentamente, parpadeando para enfocar su vista en el rostro de Jongseong, a pocos centímetros del suyo.

Tan cerca que sus mejillas se encendieron pero sus ojos no pudieron apartarse de los del Dios, admirando desde su oscuridad en sus pupilas, hasta las pobladas pestañas que los enmarcaban.

— E-ehmm... — Jungwon balbuceó un intento de hablar pero no pudo, sus mejillas se volvieron muy rojas y tosió para despejar su garganta.

— Es más cómodo dormir contigo sin ese gato en el medio — dijo Jongseong, ignorando los nervios de Jungwon y sonriendo, sus ojos estaban aún cargados de sueño, haciendo que un pliegue de notara debajo de estos,  su cabello despeinado y su sonrisa, el menor pensó que era algo lindo de ver para despertar todos los días.

Jungwon no supo qué responder, y solo se ruborizó enormemente, con lentitud se separaron, y Jongseong probó dejar de tocarlo para buscar a sus Humanos entre sus emociones.

—¿Cómo están? — preguntó Jungwon, viendo como el mayor llevaba una mano a su pecho, sobre su corazón, y daba ligeros mimos sobre este, su ceño estaba fruncido, y notó que algo iba mal por su expresión, Jongseong era como un libro abierto.

— Me siento más... Vacío, como si no hubiera tantos, como si muchos se hubieran ido.

Jungwon le rompió la tristeza de su voz.

— ¿Qué pasa cuando los humanos mueren? ¿Los sigues sintiendo?

Jongseong negó.

— Los Humanos son criaturas de la vida, cuando mueren son Almas, y no me pertenecen, ya no soy su Dios— dijo, sonrió de forma penosa —. Por eso el que me hayan exiliado aquí es una condena, porque ya soy un Dios que no puede hacer nada.

>> Incluso, cuando ellos llegan a este mundo luego de morir y los consuelo... Yo no siento nada de lo que ellos sienten, pero lo hago porque no pude hacerlo cuando debía.

Jungwon no supo qué responder, murmuró un suave "Lo siento", a lo que Jongseong respondió que no debía porque no era su culpa.

— Vamos a ver a Seonwoo, quizás esté peor que ayer — dijo Jay, levantándose finalmente, tomó la mano de Jungwon para salir de la casa, y el pelirosa seguía en el mismo lugar que antes, al verlo salir Googie corrió hacia él.

No quiso dormir, no durmió nada, se siente mal, no sé qué hacer — dijo el gatito, para que solo Jungwon pudiera entenderlo, los demás escucharon una serie de chillidos adorables.

— Oh, Googie... No pasa nada— Jungwon lo alzó con su brazo libre —. No creo que podamos ayudarle de todas formas— murmuró, solo para su protector.

— Seonwoo — la voz de Jay sonó calmada al acercarse, de agachó a su altura, el Dios del Sol ni siquiera pudo mirarlo, sus ojeras eran evidentes, sus ojos estaban hinchados de llorar, y se abrazaba a su Sol, que tenía un brillo mucho más sutil que antes—. ¿Cómo te encuentras?

Seonwoo solo negó y miró directamente a Jungwon, muy lejos de la imagen del Dios furioso que había visto antes, su expresión era de pura súplica, era tan triste de ver que las lágrimas subieron a los ojitos de estrellas del joven Dios y parpadeó rápido para no comenzar a llorar.

𝙇𝘼 𝙏𝙄𝙀𝙍𝙍𝘼 𝘿𝙀 𝙇𝙊𝙎 𝘿𝙄𝙊𝙎𝙀𝙎 𝙈𝙐𝙀𝙍𝙏𝙊𝙎 » 𝙅𝘼𝙔𝙒𝙊𝙉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora