𝘚𝘌𝘐𝘚: 𝘚𝘛𝘈𝘠

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Ante aquel grito, el Dios mayor no dudó en correr hacia él interior de la casa y Jungwon lo siguió con algo de miedo, fue recibido por una pequeña sala con una modesta cocina, pero el sonido de llanto y las palabras suaves de Seokjin venían de una habitación, se asomó por el umbral, con Googie abrazado a su pecho.

Pudo ver a aquel Dios que lo había recibido, aquel que en un momento le dió tanta seguridad, y confianza, y ese extraño sentimiento de familiaridad, aquel Dios que su corazón había seguido hasta aquel lugar... Ahora se abrazaba a sí mismo, entre lágrimas, y llanto ahogado, temblaba completamente, y Seokjin le hablaba en un inútil intento de calmarlo.

— Jongseong... — Jungwon murmuró su nombre con dolor, sintió las lágrimas subir a sus ojos rápidamente, le dolía tanto verlo así, y unas súbitas ganas de protegerlo florecieron en su corazón.

— Jungwon, vete, por favor — pidió Seokjin, quien encontraba indebido que alguien viera a Jongseong en ese estado, quería tener privacidad para que él pudiera sentirse mal en paz.

— P-pero... — murmuró en un puchero, ¿Cómo le podía explicar a aquel Dios que no podía irse, que su corazón no lo dejaba abandonarlo así?— ¿Qué le pasa?

— Son los humanos, están sufriendo, y Jay sufre con ellos — dijo Seokjin, con muy pocas ganas de explicar el dolor del joven Dios—. Jongseong... ¿Qué está pasando?
— N-no respiro — murmuró con dolor, escondiendo el rostro en sus rodillas, estaba hecho una bolita y el Dios mayor lo acunaba contra su pecho —. Ellos... Se están ahogando, y y-yo también me a-ahogo.

— Respira, Jay, pasará— Seokjin frotaba su espalda, mientras el Dios de los Humanos intentaba respirar profundamente.

— Sus almas... Son muchas, vienen hacia aquí.

— No puedes ir a recibirlas, Jongseong, no estás en condiciones— Seokjin negó.

— ¿P-puedes ir tú? Necesitan... Necesitan a alguien, p-por favor — pidió.

Seokjin dudó, no quería dejarlo así, porque sabía que Jongseong estaba teniendo un ataque de pánico de tantas emociones humanas, y no tenía corazón para dejarlo en medio de su sufrimiento.

— Yo puedo quedarme con él— ofreció Jungwon, captando la vista del Dios mayor, Jongseong asintió levemente en aprobación, en realidad no le importaba quién se quedará con él, solo quería que alguien fuera a calmar a las dolidas almas de los humanos cuando llegaran a aquel mundo.

— Bien, iré— dijo Seokjin, iría sólo por el pequeño Dios, sólo porque nunca podía negarle nada a Jongseong, porque era un joven muy querido para él.

Se apartó y le hizo señas a Jungwon para que se acercara, el castaño fue hasta el borde de la cama, Googie saltó de sus brazos hacia esta, y fue a oler a Jay, moviendo su cola.

— No lo dejes solo — pidió Seokjin, y fueron las últimas palabras que dijo antes de retirarse de la casa, dejando a ambos solos, con aquel gato dorado que se frotaba contra los pies de Jongseong.

— J-Jay... — murmuró Jungwon con duda.

— Mhm... — el pelinegro murmuró una leve respuesta, estaba intentando controlar su respiración para no ahogarse en aquel dolor que lo llenaba por completo.

Sentía sus pulmones pesados, su pecho comprimido, y la sensación de querer gritar en el fondo de su garganta, su corazón latía agitado por el miedo, y las lágrimas no dejaban de caer.

Estaba seguro, que en alguna, o en muchas partes, de la Tierra de los Humanos, un tsunami devastador había terminado con la vida de miles de inocentes, humanos que no tenían la culpa que el Mundo de Arriba estuviera temblando a causa de un Dios egoísta y cruel.

𝙇𝘼 𝙏𝙄𝙀𝙍𝙍𝘼 𝘿𝙀 𝙇𝙊𝙎 𝘿𝙄𝙊𝙎𝙀𝙎 𝙈𝙐𝙀𝙍𝙏𝙊𝙎 » 𝙅𝘼𝙔𝙒𝙊𝙉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora