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— Jungwon... ¡Jungwon, detente!

La mano de Jongseong rodeó su brazo y lo hizo voltear, el joven Dios usó todos sus esfuerzos para esconder sus lágrimas, aunque no funcionó.

— Jungwonie... ¿Qué pasa? — los brazos de Jay rodearon su cintura, atrayendo su cuerpo hacia el de él, el castaño tenía la cabeza baja, las manos del otro Dios acunaron su rostro con suavidad, para llevarlo a su pecho y abrazarlo, dejando que la suave mejilla del menor reposará sobre los latidos de su corazón — ¿Qué ha dicho Seokjin?

Jungwon dudó en responder, seguía dolido por todo.

— Que no puede hacer nada... Que debo arreglarlo yo.

Jongseong permaneció en silencio, Jungwon temblaba ligeramente del esfuerzo que hacía para no llorar.

— ¿A dónde ibas? — preguntó Jay finalmente, pero el Dios de Todo lo Bello no habló, abrazando a Googie más cerca de sí para mantener el control —. Jungwon, ¿A dónde estabas yendo? — volvió a preguntar, su voz era tan grave, suave y tranquila que el menor quiso abrigarse en ella por siempre.

— A-al Mundo de Arriba... Dónde debería estar— respondió, su labio dolía de haberlo mordido tanto.

— No, escúchame, no debes ir allí— Jongseong alzó su rostro para mirarlo, aquellos ojitos tan alegres y cargados de brillos que había conocido ahora estaban muy lejos de aquel par llenos de lágrimas y tristes que veía, parecía que aquella alegría había desaparecido, y un amargo sentimiento apareció en su pecho, junto con un apretón sobre su corazón—. No volverás a ese lugar, ¿Sí? Podemos resolverlo de otra forma, podemos pensar en algo más.

— Pero... Tus humanos, y Sunoo y S-Sunghoon y-y tú... Y Seokjin también... — habló entre llanto y balbuceos—. Y y-yo... Desde que llegué aquí solo fueron desgracias, solo han pasado cosas malas ... En todos lados, y yo no puedo ser feliz sabiendo que otros están sufriendo... ¿No ves? — ladeó su cabeza, su largo cabello medio rizado se pegaba a sus mejillas, a sus lágrimas, y a Jongseong le rompía por dentro verlo llorar—. Y cada vez que estamos juntos tú no sientes dolor de los humanos pero eso no significa que no estén sufriendo también... ¿No crees que está mal? Sólo... Esconderte conmigo siendo que yo soy la causa de todo esto, m-me hace sentir c-culpable— añadió, se tomó un momento para respirar mejor—. Al final sería igual que Namjoon... Hago que otros sufran para que yo no lo haga, y eso es egoísta y malo... Y-Yo no quiero ser así — negó suavemente.

— No eres así, Won, no eres malo ni egoísta— murmuró Jongseong—. No eres como Namjoon, por todo los Dioses, no-

— ¿Entonces por qué todo lo que hago parece ser así? — cuestionó— ¿Por qué todo me hace sentir que lo soy?

El otro Dios no tenía qué responder, limpió con sus pulgares esos ríos de lágrimas que recorrían las rosadas mejillas del menor, quien no paraba de llorar, por más que se esforzara, su labio inferior lucía maltratado y muy rojo debido a morderlo tanto de los nervios, Jongseong no pudo evitar mirarlo, ni tampoco contenerse cuando acortó la distancia entre aquellos dulces labios y los propios, besando suavemente en movimientos pequeños y delicados, sin querer lastimarlo más, cerrando sus ojos para sumirse en las cosquillas de su estómago y embriagarse en el vértigo que le provocaba aquel contacto con tan hermoso Dios.

Jungwon estaba sorprendido por el beso pero no podría apartarlo, nunca, se dejó caer en las sensaciones igual que su compañero, hasta sus lágrimas pararon debido a esa cálida sensación en su estómago, y aquella electricidad que recorría su cuerpo, adormeciendo todo solo para sentir los labios de Jongseong sobre los suyos.

Al separarse del beso suspiró de forma enamorada y sus ojitos, de nuevo brillantes y dignos de admirar vieron a aquellos oscuros orbes del mayor, los brazos de Jongseong lo abrazaba con firmeza y rogaba que no lo soltara nunca.

𝙇𝘼 𝙏𝙄𝙀𝙍𝙍𝘼 𝘿𝙀 𝙇𝙊𝙎 𝘿𝙄𝙊𝙎𝙀𝙎 𝙈𝙐𝙀𝙍𝙏𝙊𝙎 » 𝙅𝘼𝙔𝙒𝙊𝙉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora