Leandro Paredes

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Ganamos. Somos Campeones del Mundo.

Llevo mis manos hacia mi cara, sin poder creer que aquel penal pateado por Montiel nos haya llevado a la victoria. La piel se me eriza y mis ojos se llenan de lágrimas viendo aquella imágen en la pantalla. Suspiro y salgo hacia el balcón de mi departamento, gritando y disfrutando de la gente que salió a festejar.

Vivo en el octavo piso de un departamento ubicado a bastantes calles del obelisco.

—¡Vamos la concha de tu madre! ¡SOMOS CAMPEONES!—Le grito a la gente que salió corriendo hacia las calles, todos gritando y saltando. Recibo la misma alegría como respuesta y me carcajeo.

Miro por la puerta de vidrio la televisión en mi sala, quedandome enganchada en aquella figura desbordante en lágrimas atrás de la pantalla. Es Leandro. Si antes estaba que me iba en llanto, ahora es peor. Corro hacia adentro, tomo mi celular y le escribo un mensaje a mi novio.

"Felicidades, mi amor. Lo logramos. Te amo muchísimo. Disfrutá de esto, no te preocupes que desde aquí te apoyo junto a toda tu patria. 🥰" Mandé, haciendo que mi corazón se parta en pedazos con la última oración.

Leandro y yo somos pareja hace 9 meses. La razón del porqué no puedo estar con él en Qatar, es simple y sencilla: su familia. Él pasó por una separación hace dos años (el amor se acabó, se aburrieron) y actualmemte se lleva genial con su ex señora, como amiga. Pagó los boletos de sus queridos hijos, la madre de ellos y el resto de su familia. Me negué rotundamente a recibir aquel pasaje porque todavía no encajo en los proyectos de sus parientes, el divorcio con Camila es reciente y puede ser un golpe duro para los que lo rodean. Sé perfectamente que ella está con él desde hace mucho tiempo y va a ser difícil adaptarse a ello.

Lo conocí en un bar muy "cheto", casualmente ese día me tocaba doble turno como moza, por lo que me quedé hasta muy tarde, y me llevé la sorpresa de atender a toda la selección mayor de mi país. Ese día fue muy lindo porque se puso en pedo y me persiguió por mesas de otros clientes, rogando que le pase mi instagram. Así empezamos, si cuento los detalles no termino más.

Miré la televisión, muy tranquila pero con lágrimas desbordandose constantemente. Estoy feliz pero me siento vacía. Me encantaría poder abrazarlo y que llore sobre mi hombro...

Mi celular se resbaló de mis manos y cayó al piso cuando me sorprendió el ruidito de una notificación. Al parecer estaba muy concentrada viendo la felicidad de los Campeones Mundiales. Lo agarré rápidamente y mi cara se convirtió en una enorme sonrisa.

"Todo es gracias a vos. Te amo tanto, sos lo mejor que pasó, por vos gané esta copa. Esperame un poco más, ya voy a estar en casa❤️" Leí, limpiandome la cara bruscamente. Estoy siendo patética. Estoy enamorada.

[...]

Pasaron dos días de aquella alegría. Leandro me mandó muchos videos y fotos festejando con los chicos y sus adorables hijos. Ya están en Argentina y hoy tienen una caravana con los hinchas.

Una vez más, observé todo a través de una pantalla. Soy más quilombera y bardera pero hacía mucho calor y probablemente se me baje la presión con tanta gente encima.

Observé a todos en cuero sobre el colectivo y me reí. Leandro vendría cocinado.

Me la pasé viendo y escuchando su recorrido hasta que terminó... Con un triste final para aquellas personas que sólo los vieron yendose volando sobre ellos. Ya falta menos para tenerlo en mis brazos y estar perezeando con él toda la semana. Mi estómago se revolvió de los nervios.

Voy corriendo hasta la pieza y verifico que mi valija esté completa. Tengo ropa en su casa pero poco a poco voy llevando más, sólo porque él me pide que me vaya trasladando disimuladamente a su vivienda.
El sonido de mi celular me sorprende, sacandome de mis pensamiento, lo agarro y me fijo el mensaje de Leandro.

LA SCALONETA | One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora