༻ Capítulo ocho ༺ Julia

31 7 9
                                    

༻✦༺  ༻✧༺ ༻✦༺𝙳𝚘𝚜 𝚑𝚘𝚛𝚊𝚜 𝚊𝚗𝚝𝚎𝚜 𝚍𝚎 𝚖𝚎𝚍𝚒𝚊 𝚗𝚘𝚌𝚑𝚎

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

༻✦༺  ༻✧༺ ༻✦༺
𝙳𝚘𝚜 𝚑𝚘𝚛𝚊𝚜 𝚊𝚗𝚝𝚎𝚜 𝚍𝚎 𝚖𝚎𝚍𝚒𝚊 𝚗𝚘𝚌𝚑𝚎

Llegamos a la fiesta pasadas las diez de la noche. Samuel me había dicho que tenía que irse con sus amigos, así que no podía quedarse mucho tiempo. El suficiente para que Lucas tomara un poco de su propia medicina y ya.

Paré en seco delante de su casa y cogí aire.

—Siempre podemos echarnos atrás —Me giré hacia Samuel y levanté las cejas
—¿Quién ha dicho que me arrepienta?

Samuel alzó una de las comisuras de sus labios y entrelazó su mano con la mía. El contacto de sus dedos me provocó un cosquilleo en la palma de mi mano y mis ojos volaron hasta su perfil. Parecía más tranquilo y seguro de aquello que yo misma, pero no iba a confesar que estaba nerviosa y que empezaba a arrepentirme de aquello, no delante de él.

Apreté su mano y entramos en aquella casa llena de adolescentes con vasos rojos en las manos bailando, cantando y riendo. Yo iba delante y Samuel me seguía de cerca sin soltar mi mano.

—Perdón —murmuré al hacerme paso entre dos chicos que se estaban dando el lote obstaculizando el paso.

Dimos una vuelta por el comedor, pero no había rastro ni de Lucas ni de mis amigas, así que les envié un mensaje preguntándoles dónde narices estaban. Con suerte lo verían y me encontrarían.

Me despisté un momento y un chico del tamaño de un armario, chocó contra mí. Su bebida estuvo a punto de empaparme el vestido. De hecho, cerré los ojos esperándolo, pero en lugar de eso, me sentí rodeada por unos brazos cálidos que me sujetaban con fuerza.

Levanté la mirada y los ojos claros de Samuel se encontraron a escasos centímetros de lis míos.

No supe diferenciar si era mi corazón el que latía como un caballo desbocado o era el suyo. Pero los dos nos quedamos petrificados hasta que mi cerebro analizó la situación y me deshice de sus brazos con agilidad.

—¿Estás bien?

Sonreí de lado.

—Deja de ser tan bueno o al final pensaré que estaba equivocada

Su sonrisa se amplió y su mano volvió a buscar la mía hasta entrelazarla de nuevo. Samuel se inclinó hacia mí y, cortándome la respiración, susurró en mi oreja.

—Es que quizás quiero que dejes de pensar que soy un imbécil
—¡Juls!

Unas manos me estiraron y me alejaron de los ojos y del contacto de Samuel.

—Natalia —contesté, un poco descolocada
—¡Por fin has venido! —exclamó mi amiga, con un saltito —Britt está en la cola del baño. Coloqué mis manos encima de sus hombros para centrarme de nuevo en lo que había venido a hacer.
—¿Dónde está Lucas?

La última nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora