༻ Capítulo once ༺ Mia

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༻✦༺  ༻✧༺ ༻✦༺𝙼𝚎𝚍𝚒𝚊 𝚗𝚘𝚌𝚑𝚎

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𝙼𝚎𝚍𝚒𝚊 𝚗𝚘𝚌𝚑𝚎

—¡Tres, dos, uno...!

El cielo se iluminó de colores de los fuegos artificiales. La gente a nuestro alrededor se abrazaba y se besaba.
Maia se giró hacia mí, con una sonrisa de oreja a oreja.

—¡Feliz año nuevo!

Nos abrazamos con fuerza y en seguida la vi buscando con la mirada a alguien, que suponía que sería Ian. Envidiaba tanto la relación de amistad que tenían ellos dos, que a veces me preguntaba por qué algunas chicas tienen tanta facilidad de amistarse con chicos y yo no.
Su mirada se perdió en un punto fijo y mi cabeza se dirigió en la misma dirección sin pensarlo.

A escasos metros de nosotras, estaba su mejor amigo besándose con una chica.

—Voy a por algo de beber —soltó, desapareciendo de mi lado.

Y de repente me vi sola, rodeada de tanta gente. La música, que habían parado para poner la cuenta atrás, volvió a sonar. Y yo aproveché ese momento para apartarme de toda esa gente y revisar mi teléfono.

No sé qué esperaba, pero al encender la pantalla y no ver ni un solo mensaje por su parte, ni una llamada, algo dentro de mí se volvió a romper. Aaron había hecho como si no existiera, como si nuestra relación no fuera importante.

—Eres Mia, ¿verdad? —Me giré hacia la pareja que tenía a mi lado.

El chico me sonaba de algo, pero no estaba segura. La chica estaba roja como un tomate y se mordía el labio rojo

—¿Te conozco? —pregunté
—Soy Samuel, amigo de Aaron —frunció un poco el ceño y preguntó —. Es tu novio, ¿verdad?

Mis ojos se encontraron con los suyos por un instante y sentí como si alguien me clavara una flecha en el corazón.

¿Seguía siendo mi novio?

Por un instante me había olvidado de ese dolor, del dolor de una perdida cercana, el dolor de saber que algo malo va a llegar. Por una noche, me había olvidado de todo el futuro para centrarme solo en mí, en lo que yo quería, en escuchar a mi niña interior.

—¿Estás bien? —preguntó la chica de su lado, acercándose con cautela hacia mí
—Sí
—¿Está Aaron aquí? —volvió a preguntar el chico.
—No

Los dos compartieron una mirada de complicidad y se despidieron de mí con educación. Me quedé mirando como los dos avanzaban hasta la multitud, abrazados por la cintura y robándose besos llenos de sonrisas, y sentí de nuevo esa sensación de incomodidad en mi pecho.

Y, entonces, como si aquello fuera parte de un plan organizado, mi teléfono vibró en mi mano con la foto de Aaron dándome un beso en la mejilla en la pantalla.

La última nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora