𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐

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Y como era de esperar, paralizada otra vez.

- Arranca Emiliano, que hay que comprar todo y cocinar.

- Las pedimos hechas, ya fue, pero yo quiero saber, porfa.

- Bueno, como quieras.
Sos tan egocéntrico, te crees el centro del universo, además mal educado. Y encima gato

Al parecer se quedó en shock.

- ¿Perdón? ¿Yo? ¿Creerme el centro del universo? Ya lo soy querida, y gato ¿por qué? no es culpa mía ser lindo.

Señor, dame paciencia.

- Ya te dije por qué te odio, ¿podés avanzar? Me pone nerviosa estar en un auto, abajo de la tormenta, al lado de una avenida transitada y con un hombre en el cual confío poco.

Sonrió de lado - Me gusta caerle mal a la gente, vos también me caes mal. Tan mal que podría besarte.

- ¿Y entonces? ¿Qué esperas?

Se acercó a mí, estaba a un centímetro de mi cara.

- Voy a esperar a que seas menos odiosa.

Y arrancó no más. 

Acabo de humillarme, este pajero acabo de romper mi poca dignidad.

- Frena - Dije.

- ¿Eh?

- Que frenes, ¿no entendes?, me quiero bajar.

- Ni loco te dejo acá, sola, con una tormenta impresionante.

- Frenas y me bajo, o me tiro del auto.

- No serías capaz - Cuando dijo eso abrí la puerta un centímetro, no venían muchos autos - ¡Eh eh! ya freno, ya freno.

- Espero te metas las pizzas bien en el orto.

- Pero si no las compramos.

- Anda a comprar, inútil.

Me bajé y le di un portazo al auto, sabia que le molestaba.
Un segundo abajo de la lluvia y ya termine hecha sopa.

Escucho un segundo portazo.

- Escúchame piba - Me agarro del brazo y me giró, quedando cara a cara - Primera y última vez que haces eso, ¿me escuchaste?

- ¿Qué cosa?

- Golpear la puerta del auto, bruta.

Y no pude evitar verlo a los ojos, con el pelo pegado a la frente por la lluvia, la cara mojada.

Tenia el impulso de besarlo, pero no me animé. No quería. (Es un sí, quería)

Emiliano;

Se quedó mirándome fijo, y aproveche a ver su cara.
Nariz perfilada, muy linda, ojos miel que quedabas hipnotizado al segundo de verlos, labios chiquitos pero carnosos, mandíbula bien definida.

Y lo hice, la besé.

Un beso intenso, como si lo estuviéramos deseando hace tiempo, un beso necesitado.

Pero la necesidad duró poco. Alma me separó brutalmente.

- Enfermo ¿Qué haces?.

- ¿Eh? - No entendía nada - Pensé que quizás sentías algo por mí.

- Odio siento por vos, salame.

Dio media vuelta y se fue, en medio de la lluvia. Cuando quise acordar, estaba completamente mojado.

La puta madre, voy a mojar el auto.

Me subí, la lluvia era más y más fuerte, me preocupaba esta mina. ¿Y si le pasaba algo? Era culpa mía.

Alma:

Todavía intentaba procesar todo lo sucedido.

Emiliano acababa de besarme, él a mí.

Después de eso necesitaba estar sola, quería pensar.

Mis pies andaban sin un rumbo fijo, vayan a saber donde, la lluvia caía plenamente sobre mi cabeza.

Mal día para salir muy así no más. Miré el teléfono y se me estaba por apagar, bueno, se preocuparan un poco, si es que les importo.

Luego de varios minutos, me cansé, la lluvia ya era muy fina, casi escasa.

Estaba en una plaza, siendo sincera no me ubicaba muy bien. Me senté en un banco, a descansar un poco.

Y comencé a pensar... ¿sentía algo por Emiliano, más haya del odio?

Para siempre - Emiliano Martínez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora