𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟑

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Me quedé sentada un rato bastante largo, y también trataba de reconocer alguna calle, pero con todo oscuro era casi imposible.

Decidí seguir rumbo, hasta encontrar una remisera.

Pasaron muchos autos, pero hubo uno en particular que llamó mi atención. Iba despacio, casi siguiéndome el ritmo.

Me empecé a cagar hasta las patas.

Era un auto negro, con los vidrios polarizados. No tenía patente y las luces las tenia muy bajas.

Bueno, me van a secuestrar.

El auto frenó de golpe, haciéndome asustar.
Como el auto frenó detrás mío, cometí el error de girarme.

Bajo un hombre, vestido todo de negro, caminaba en mi dirección.

Comencé a correr, y éste corría detrás mío. Voy llegando a la esquina y aparecen dos hombres más, bloqueandome el paso.

La puta madre.

Sin pensarlo mucho, crucé de vereda.

Y como estupida que soy, no vi el auto que estaba pasando, el mismo auto de hace rato.

Casi me choca, pero no.

Y en lo que empiezo a correr de vuelta, siento un ardor en la pierna, y un dolor punzante.

Julian:

Ya había pasado rato desde que se fueron los chicos, y por alguna razón estaba preocupado.

- No le llegan los mensajes a Alma, y Emiliano no contesta - Me dice Caro un tanto preocupada.

- Tengo hambre, ¿tanto pueden tardar? - Comentó Rodrigo.

- Les pudo haber pasado algo ¿y vos pensando en comer? A veces me pregunto como es qué tenés novia.


- Ay Nico, me lastimas.

- Bueno basta, ya deben estar por llegar.

Espero que Martina tenga razón.

Quince minutos después se escuchó frenar un auto, el de Emiliano.

Llegó a la casa completamente empapado, y sin comida, pero eso no era lo importante.

Estaba sin Alma.

La cara de Emiliano transmitía preocupación.

- ¿Y mi hermana? ¿Dónde está?

- Yo... yo... - No podía ni hablar - La dejé, sola.

Mi corazón comenzó a latir más y más fuerte - ¿Eh? - Me acerqué a él - ¿Donde la dejaste? - Seguía sin hablar - Hijo de puta, decime.

- Ella se bajó, estábamos a 4 cuadras de un supermercado.

- ¿Y por qué se bajó? ¿Le hiciste algo? CONTÉSTAME.

- Cálmate Juli - Martina tenía los ojos tristes - Vamos a buscarla no debe estar lejos, si ya sabes que a ella le gusta sentarse a mirar las plazas.

- Sí, pero no creo que le guste sentarse a mirar siendo las diez de la noche y con lluvia.

- Si bueno, tenés razón.

- Que cada uno vaya en su auto, Vos Emiliano vas conmigo y nos llevas a donde la dejaste.

Salimos todos casi corriendo, ya no llovía tanto, mejor.

Llegamos al lugar, obviamente ya no estaba ahí, les mandé por mensaje a los chicos que busquen en la zona.

Dimos un par de vueltas con Emiliano, estábamos en completo silencio, pasamos por una plaza, y nada.

No estaba por ningún lado.

- Donde no aparezca, te mato Emiliano.

Para siempre - Emiliano Martínez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora