ꕤ Capítulo 3 ꕤ

1.4K 104 23
                                    

Mirabel, busco y busco, no había ningún rastro de su esposo, quizás ya se fue a la casa — se dio por vencida.

Recordó que tenía un bebé que cuidar, regreso con una gran decepción por no haber hallado a su marido. Tan perdida en sus pensamientos estaba que escucho algo que le llamó la atención.

— ¿Y ahora que? Me quedo aquí viendo como vives tu vida con ella. — Se oyó una voz familiar.

— Sabes que yo solo te amo a ti, a ti y solo a ti — repetía una segunda voz que también para Mirabel era familiar.

— Yo, ya no sé qué pensar pero lo siento mucho... Yo no estoy aquí para aguantar y ver como te casas con otra y esa otra es tu prima.

— Lo se pero no es mi culpa, entiende que me obligaron.

— No te creo.

— Dame una oportunidad, mira te propongo algo, en 5 días yo me escapare contigo, solo dame tiempo.

— Y... A donde vamos a ir, lo siento Camilo pero lo nuestro aquí termino.

La mujer de pelo rizo quedó en suspenso, la sangre le hervía, como es posible que Camilo le engañara de esa manera, con Karen. Karen la chica a la cual le estaba cuidando a su hermano menor. Las lágrimas resbalaban por sus mejillas,  se sacó su lentes y froto sus ojos, limpiando aquel líquido salado que salía de sus ojos por la gran desilusión que se llevó.

Corrió a su casa lamentándose sintiéndose que se moría en vida, sabía que el no la amaba pero al menos creía que debía respetarla.

La tarde se hizo presente, todo ese tiempo Mirabel solo derramaba lágrimas por la burla que le daba Camilo a su matrimonio, primero se enojó mucho con el, luego ella se dijo a sí misma tal vez el problema soy yo, yo soy la que se interpone entre el amor de dos personas, yo soy la mala aquí. Perdóname Dios por interferir en el querer de dos personas enamoradas.

— ¿Mirabel? Ya llegaste — se escuchó una voz.

Se restrego los ojos con gran fuerza para quitar las marcas de las lágrimas y no dejar que mirara que lloró.

— Si mamá, ya estoy aquí — dijo abriéndole la puerta de su antigua habitación.

— Que bueno que ya hayas llegado mija y ¿donde esta Camilo? ¿Acaso no vino contigo?

— Ah... No mamá es que la señora Camelia aun no llegaba y se quedó en la casa de los García cuidando a su pequeño hijo.

— Bueno... — Dudó en las palabras de Mirabel — me ayudas a poner la mesa, por favor.

— Claro mamá ahora mismo.

Mirabel Y Julieta bajaron a la parte de abajo para ordenar la mesa para la cena.

La chica tenía una guerra interna, no quería darle problemas a su madre, no quería que se alterara pero necesitaba compartir sus penas con alguien, necesitaba desahogarse, quería llorar un poco más no solo por el engaño de Camilo si no por como su vida simplemente se estaba haciendo un infierno.

Debía de esperarse no se por que me sorprende, yo no soy una dama tan bonita como ella, no soy tan hermosa como Karen o mi hermana Isabela, tarde o temprano esto hiba a pasar, ahora solo tendré que vivir en silencio con esto. Ella pensaba mientras colocaba los platos en sus lugares. Tendría que vivir sabiendo que su pareja no la ama y se ve siempre con cualquier otra mujer que no sea ella para darle todo su amor.

Empezaba a dolerle los ojos, nuevamente las lágrimas querían hacerse presente, pero no podía permitirlo, no delante de su madre, ella inmediatamente sabría lo que está pasando. Gracias a Dios que mi mamá no tiene el poder de leer la mente, si no se daría cuenta rápidamente. Pensaba.

Mi condena ( Camilo x Mirabel ) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora