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Soo-Ji estaba disfrutando de jugar Candy Crush con Dae-Su en su celular, mientras sus demás amigos estaban charlando animadamente en el comedor.
Pero pronto Mi-Suk le habló por lo bajo.
—Creo que te está observando desde lo lejos —le susurró mirando discretamente hacia Gwi-Nam.
Soo-Ji dejó el celular en manos de Dae-Su y disimuladamente volteó para ver a Gwi-Nam, en efecto su vista estaba donde se encontraba comiendo con sus amigos.
Pero al parecer no había sido tan discreta, vio cómo Gwi-Nam guiñaba un ojo hasta ella.
Soo-Ji por los nervios atacó más comida en su boca mientras dejaba de oír la conversación que circulaba en la mesa.
—¿Porque no le pides ayuda? — susurró Mi-Suk apuntando a Su-Hyeok — Creo que él te puede echar una mano. No tienes que aguantarlo.
—No quiero que nadie se enteré— habló más fuerte de lo que debió.
—¿Nadie se entere de qué? —preguntó Gyeong-Su desde su lugar.
Las miradas de sus amigos se dirigieron hasta ella y Soo-Ji dirigió la suya a todos los puntos nerviosa sin saber que decir.
—De qué a Soo-Ji, le está doliendo el estómago—la salvo Mi-Suk—la comida le cayó mal ¿cierto Ji-Ji?
—Oh sí—Soo-Ji hizo una cara de dolor tocando su estómago.
—Pero hace un minuto estabas bien Ji-Ji—le dijo Dae-Su a su lado.
—Pero ya no lo aguantó—siguió haciendo una mueca de dolor.
— Entonces debes ir a la enfermería—sugirió Cheong-San.
—Te acompaño si quieres —se ofreció Gyeong-Su mirando a su amiga.
—Gracias Gyeong-Su —le sonrío agradecida—pero... no creo que sea para tanto como para ir a la enfermería—completó Soo-Ji.
— Que raro, si hasta por una cortada con papel quieres que te internen — se burló Woo-Jin.
—¡Oh vamos!, ¡cierra la boca!—espetó ella arrugado la nariz.
—¡Oh sí! Fue esa vez que le besaste su dedo a Soo-Ji para que sanará ¿no cuñado?
Woo-Jin le dio un fuerte codazo y casi todos en la mesa estallaron en carcajadas. Solo viendo como ambos agarraban en sus caras un color rojo.
—Ya te dije que no me llames cuñado, y ademas teníamos siete años.—justificó la situación.
—¿Y qué? También le cantaste para consolarla? —se burló Cheong-San.
—No. Esa fue en otra ocasión y nadie me lo contó yo lo vi—sonrió ampliamente Mi-Suk.
