11.- El Escorpión.

796 59 52
                                    

[Luego de recibir aquél sermón por parte de su "querida amiga" asiática y de que esta se retirase de la residencia para dejarle a solas con sus "responsabilidades", el peliblanco permanecería unos momentos más en el patio frontal de su mansión admirando el nublado pero hermoso cielo que se estaba presentando en ese momento del día. Era común en él hacer dicha acción sólo qué, esta vez se había quedado algo reflexivo ante lo dicho por Sid, así cómo en las anteriores ocasiones en que también lo hizo, aunque cómo se mencionó, en esta ocasión también lo pensaría más a fondo por el hecho de que ahora más que nunca tendría que poner los pies sobre la tierra, armarse valor y dejar de pensar que el evadir los problemas hará que dejen de estar ahí, claro, no siempre se debe de estar sumido en la preocupación, pero lo del albino había llegado a escalas tan altas y exageradas que ya era una costumbre para él. Además, habría que mencionar que cierta herida ignorada y menospreciada en su vida había sido reabierta y al igual cómo pasa en cualquier ser humano, llegará un punto en dónde será complicado ocultarlo.

No obstante, Lincoln dejaría de lado aquello que comenzaba a sentir y se mantendría firme pues, por el momento no podía mostrar fragilidad ante sus hijas, mucho menos ante la mitad de ellas que, ante sus revelaciones sinceras pero forzadas por la tan crítica situación en la que estaba, no desaprovecharon la oportunidad para lanzarle ciertos comentarios hirientes cómo si de dardos envenenados se tratasen, asimismo, estas también se habían encargado de dejarle claras muchas cosas que él prefería dejar de lado por conveniencia.]

- Sala de Estar [1:15 P.M.] -

*Después de su momento reflexivo, el peliblanco finalmente se dignó a volver con sus hijas, las cuales aún permanecían reunidas en la sala de estar. Sin embargo, al querer volver a entablar una conversación más profunda con todas ellas para así tratar de explicarles cómo creía él que tendrían y deberían de ser las cosas de ahora en adelante pues, si ellas habían acordado con Sid que seguirían más tiempo con él, era evidente que también habían aceptado seguir bajo las órdenes y cuidados del albino. Por lo que ése pensamiento erróneo que rondaba en su cabeza, sería una vez más, la gota que derramaría el vaso. Irónicamente, si hablamos de algún parecido entre sus hijas y él, era el evidente hecho de que éstas habían heredado su forma de echarle en cara a sus progenitores los defectos y verdades de éstos*

— De acuerdo, aún no termino de comprender el cómo y el porque es que convencieron a Sid de que les permitiera seguir quedándose aquí conmigo, pero...

— Espero que no que creas que fue por ti... - Mencionó a la brevedad para interrumpir a su padre -.

— Y el "cómo" pues, digamos que no es muy difícil darse cuenta de que por más años de condena que te den o todo el trabajo comunitario que te impongan, no terminarás aprendiendo nada. - Agregó Panther secundando a la pelirroja -.

— A ver, primero, eso me queda más que claro y segundo, ¿Acaso también eres abogada o alguna clase se defensora social? Porque te escucho bastante segura de lo que estás diciendo, supongo que eso se debe a que sólo tú te crees tus mentiras.

— Tú eres el ignorante, no yo. Pero bueno, si te sirve de algo, ¿Quién crees que me enseñó a mentir? - Preguntó de forma irónica mientras alzaba las cejas -.

The Loud House: "Mi Caótica Descendencia"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora