Parte 5: El abandono

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Los tres acordaron darle a Arnold hasta el fin de semana para que pudiera atender a sus invitados. No insistieron en su anhelo de verlo a pesar de lo mucho que lo extrañaban.

A pesar de todo, al final del día, Helga siempre recibía un mensaje para saber como había estado y contarle lo que había hecho con su familia. Volvían a ser la pareja con una relación lejana de unos meses atrás, aunque estuvieran a un par de metros de distancia.

-Esto es ridículo... - gruño Helga, con su paciencia ya agotada.

"¡Helga, te buscan!" gritó Rhonda desde el primer piso.

Frunció el ceño y pensó que sería Phoebe para conversar un rato.

-Gracias, Rhonda. - la chica estaba hundida en su teléfono y subió la escalera sin quitarle los ojos a la pantalla.

Abrió la puerta y contuvo la respiración al ver a su novio frente a ella.

Su barba frondosa ahora era una sombra masculina y su cabello estaba peinado hacia atrás, iba ataviado con un traje elegante y sostenía un par de rosas en la mano.

-¡Arnold!

-Hola, querida. - saludó con una coqueta sonrisa en los labios. 

-¿Qué haces aquí?

-Te extraño. Y sé que es mi culpa, así que traigo una ofrenda de paz. - Le ofreció las rosas en su mano y ella aceptó un poco embobada por la imagen frente a ella y aspiró su perfume con una sonrisa en los labios.

-¿Y dos rosas enmendarán tu abandono?

-Y... una invitación - dijo acercándose.

-¿Invitación?

-El sábado llegará la feria a la ciudad. ¿Quisieras ir conmigo?

Frunció los labios en un esfuerzo por controlar su sonrisa.

-No lo sé. - dijo haciéndose la difícil.

-Por favor. Estos días han sido una tortura lejos de ti... Por favor.

Helga sonrió.

-Tendrás que comprar muchas golosinas y ganar al menos un peluche para mí.

-Lo que ordenes. - Se miraron en silencio y felices. - Así que... ¿es un sí?

-Sí.

Arnold se acercó cautelosamente, le acarició la mejilla y le dio un suave y tierno beso en los labios.

Se quedaron bajo la luz del farol, compartiendo aquel momento dulce y lleno de sentimientos que tanto les había costado tener. Luego se sentaron en la escalera y conversaron por un par de horas, hasta que Helga tembló de frío. Arnold le cubrió los hombros con su chaqueta y se acercó para abrazarla.

-Te invitaría a entrar, pero Rhonda y Nadine están dentro en su noche de chicas y no nos dejarían en paz.

-No te preocupes. Soy feliz solo teniéndote así. - dijo apretándole más.


El sábado no llegó lo suficientemente rápido, pero por fin se encontraba en el lugar acordado.

Helga movía el pie sin descanso en señal de impaciencia. Arnold venía diez minutos tarde, algo nada común en él y ya presentía que algo malo había pasado.

-¡Hola, Helga! - le saludó una voz familiar.

Phoebe y Gerald se acercaban abrazados.

-Hola chicos.

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