Parte 6: El derrumbe

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Helga le envió un mensaje a Phoebe de que había llegado bien y apagó el aparato. No quería ver ni hablar con nadie. Sólo quería hundirse en su propia miseria y enrollarse en la cama hasta desaparecer.

Lloró hasta quedarse dormida y tuvo pesadillas de ella cayendo sin control a un pozo de oscuridad y frío. Al día siguiente, Rhonda tocó a su puerta.

-¿Helga?

-¿Qué quieres?

-Mmm... Arnold está afuera, pero Phoebe me dijo que te preguntara antes de dejarlo entrar.

-Dile que no estoy.

-¿Cómo?

-Dile que no llegué a casa, dile que estoy dónde mis padres.

-Entiendo... ¿Está todo bien?

-No.

-... ¿Quieres hablar?

-No.

Escuchó un sonoro suspiro y luego pasos alejándose.

Con cuidado de no ser descubierta, se asomó por la ventana y vio a Arnold hablando con Rhonda, luego mirar hacia su ventana y por fin, retirarse con aire deprimido.

¿Él estaba triste? Se preguntó cómo se sentiría si la situación fuese al revés. Claro que no sería igual, porque nadie en el mundo era más importante para ella que Arnold y no le interesaba ser buena o mala anfitriona si eso significaba sacrificar su relación con él. Esa era la gran diferencia.

Suspiró para controlar el nuevo ataque de llanto que amenazó con salir al pensar que tal vez él no la amaba tanto.

Encendió su computadora y encontró un correo de la Srta. Travis.

Helga,

Lamento escribirte para darte malas noticias, pero tomará más de lo que creímos sacar a estos chicos de aquí. No quiero que pierdas alguna buena oportunidad por esperar mi oferta, así que tal vez sea tiempo de que utilices la carta de recomendación que te di.

Lo siento mucho,

Vivian Travis.

-Maldita sea - gimió y dejó caer la cabeza en sus manos. Toda su vida se estaba cayendo a pedazos y ella no podía hacer nada para evitarlo.

Lloró otro par de horas hasta que sus ojos ardieron y se levantó de la mesa.

Se puso su ropa deportiva y salió de la casa ahogada de su propia miseria.

Patty la recibió en el gimnasio y luego de estirar y calentar la llevó a las máquinas a correr juntas.

-... Así que me fui. Ya no me sentía capaz de estar allí.

-Sí, suena como algo horrible de vivir. Pero deberías decírselo.

-Temo que si hablo con él... comience una pelea. Y no quiero terminar con él. Amo su estúpida cabeza de balón.

-Pues el silencio no puede ser bueno. Creará un abismo entre ustedes. Pero ya está bien de calentamiento. Vamos.

Detuvo la máquina y ambas caminaron hasta el ring. Helga se puso la protección y comenzaron a hacer Sparring, para desahogar toda su frustración e ira.

Se sintió mucho más liviana después de esos minutos y se fue a las duchas más tranquila. Encendió su teléfono, ignoró todos los mensajes y llamadas perdidas y llamó a Phoebe para ver si podían almorzar. Quedaron en el restaurante de Harold y llegó media hora antes que ella.

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