Parte 4: El acuerdo

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No supo de él en todo el día, no la llamó ni se juntaron a almorzar. Furiosa fue hasta su casa y fue recibida por Pookie.

-¡Hola, Hanna!

-Es Helga... olvídalo. Hola, Pookie, ¿está Arnold?

-¿Quién?

-Arnold... ¿tu nieto? Grande, rubio... con cabeza de balón.

-¡Ah! - dijo finalmente - sí, lo recuerdo. Fue llamado a la base espacial de la luna para ayudar a los hombrecitos verdes a cultivar naranjas.

Helga se golpeó la frente, Pookie estaba perdiendo más y más la cabeza y aunque la mayoría del tiempo era divertido escucharla... ese día no estaba de humor.

-¡Phil! ¿Estás ahí?

El hombre, que ya necesitaba la ayuda del bastón, se asomó por el pasillo y se acercó a ella con una sonrisa en los labios.

-Hola, pequeña. ¿Cómo estás?

-No es mi mejor día. ¿Está Arnold?

-No, hija. Aún no han regresado de su paseo. Pero pasa, querida, espéralo tomando un café con estos viejos.

Helga entró seguida por Pookie que marchó a su lado como un escolta real.

-Pensé que irías con ellos

-No soy una mujer madrugadora...

-Te entiendo. Salieron de casa antes que el sol salie...

-La luna tenía que estar en el cielo para poder llegar a ella - dijo Pookie, marchando hasta el fondo del pasillo para perderse en su habitación.

Ambos la miraron extrañados por el comentario pero luego sonrieron divertidos.

Llegaron a la cocina y Phil sirvió dos tazas de café para ellos.

-¿Por qué me molesta tanto, Phil?

-¿Qué te molesta?

-No verlo.

-Oh, no linda. Es tu novio y no lo has visto en un año, claro que quisieras pasar las veinticuatro horas con él.

-Pero sé que está con sus padres y solo está haciendo un buen anfitrión para los Cocotle. No debería molestarme de esta manera. - suspiró y dejó caer la cabeza.

-Pues me parece que no es solo eso lo que te está molestando, Helga.

La chica miró al hombre que le devolvía la mirada con dulzura.

Decidió ser honesta y le contó todo lo que había pasado en su pasantía. Todo lo que quería contarle a Arnold, terminó en oídos de Phil, quién la escuchó atentamente y hacía una que otra pregunta para tener más información.

Después de lo que pareció una hora, Helga guardó silencio y bebió su último trago de café para vaciar la taza.

-Me sorprende cuánto has crecido, linda.

-¿Por qué dices eso?

-Pues considerando el tiempo que te conozco y como eras cuando niña, no me habría sorprendido que le volvieras la cara de un golpe a ese gerente. Sin embargo, lograste controlarte y de hecho lo hiciste por varios meses. Estoy gratamente sorprendido.

-¿No crees que me he vuelto débil?

-Ser débil sería dejarte llevar por tus emociones. Controlarte requiere de mayor fortaleza, hija. Estoy orgulloso.

No pudo evitar sonreír ante el comentario.

-Gracias.

-En cuánto a Arnold, lamentablemente su sentido del deber lo obliga a atender a sus invitados. Dale un par de días para que los visitantes puedan moverse solos y él volverá a ser todo tuyo.

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