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Capítulo anterior:

Cuando Wen Ruohan llegó al suelo sintió algo extraño en su boca.

- ¿Un hechizo silenciador? –pensó extrañado

Volteó hacia el balcón para ver si su pareja fue el causante, él no estaba allí. Cuando intentó ponerse en guardia sintió un golpe en el cuello y cayó al suelo desplomado. No pudo ver el rostro del causante, pero si sus túnicas.

- Es un Lan –pensó antes de desmayarse por completo.

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La noche siguiente, Lan Qiren esperaba a su pareja en el balcón como de costumbre. Pero él no aparecía.

- Quizás se ha retrasado un poco... -pensaba mientras observaba la luna.

Lo esperó unos minutos de pie, pero rápidamente se cansó y se sentó en el suelo. El silencio era matador, solo se oía la brisa del viento golpear levemente las hojas de los árboles.

- ¿Cuándo vendrás? –murmuró

La ansiedad lo batallaba duramente. ¿Le habrá pasado algo? ¿Se habrá peleado con los ancianos de su Clan? ¿Se habrá dormido? ¿Se habrá caído de su espada? ¿Estará herido? Definitivamente el enemigo del Lan era él mismo, su mente. Normalmente sus pensamientos lo dominaban. Su hermano solía advertirle "Domina tus pensamientos o tú serás dominado por ellos" "Son tus pensamientos, debes combatirlos"

El menor estaba tan perdido en sus pensamientos que no oyó algunos pasos acercándose...

- ¿Qué haces, hijo mío? –interrumpió una voz.

Un escalofrío recorrió la espalda del menor. Se levantó rápidamente.

- Padre... y-yo –tartamudeó

El mayor elevó su mano y negó con la cabeza interrumpiéndolo.

- ¿Qué hacías aquí? –preguntó con una sonrisa.

Esa sonrisa le daba una mala espina. Su padre sonreía de esa forma cuando tramaba algo.

- No podía conciliar el sueño -mintió, ocultando sus manos detrás de su espalda.

El Lan mayor notó esto pero lo ignoró

- Has roto una regla, el toque de queda es la las 9pm –le recordó.

- Lo siento padre –realizó una reverencia.

- Ven conmigo, debes recibir tu castigo –ordenó.

- Padre, ¿No puede esperar para mañana? –intentó convencer el menor.

A pesar de la situación, él esperaba ver al Wen.

- Dije que me sigas –ordenó

El menor tuvo que seguir aquella orden, y con la cabeza gacha siguió a su padre.

Caminaron unos minutos, el mayor se dirigía a un lugar que el menor desconocía. Era una vivienda pequeña y algo alejada del Clan, por dentro era oscura y silenciosa, una pequeña luz dejaba ver al Lan por donde caminar. Siguieron un pasillo, esta vez un poco más iluminado que el anterior. Se detuvieron frente a una puerta donde un discípulo Lan los esperaba. Su padre le asintió al desconocido, a lo que este se colocó detrás del menor y comenzó a amarrar sus manos.

Lan Qiren miraba con miedo y desespero al mayor esperando una respuesta de este, quién lo ignoró y entró a la habitación. Al terminar de atarlo lo empujó hacia adentro. Qiren cayó de rodillas al suelo. Al levantar la mirada, vio un hombre arrodillado y con cada una sus muñecas atadas a un poste distinto. Lo reconoció al instante.

Te has enamorado, Lan Qiren? -RuorenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora