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Te quieres apurar? Tengo hambre

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Te quieres apurar? Tengo hambre. -Estaba sentada en un pequeño sillón en una tienda de ropa, mientras la rubia estaba caminando por todo el lugar-

Es difícil escoger, no quiero que gastes mucho. -Comenzó a investigar entre algunos suéteres que habían-

Simplemente apúrate ya, mi estómago no es el más paciente del mundo. -Sacó su teléfono solamente para ver la hora y guardarlo- ¿Ya?

Creo que estos se ven...Bien. -Tenia en sus manos un suéter con cuello de tortuga rosado. Y otro con tonos rojizos con naranja-

Por fin, vamos. -Suspiro aliviada y empujó a la chica desde su espalda guiándola a la caja-

 -Suspiro aliviada y empujó a la chica desde su espalda guiándola a la caja-

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No hace falta eso. -Traía puesto nuevamente una pijama de la pelinegra-

Es lo mínimo que tengo para que te acomodes. -Estaba acomodando un colchón en el suelo de su sala, con una manta algo gruesa y una de sus almohadas- No dejaré que vuelvas a dormir en el sofá, sé que no es nada cómodo.

P-para mi es incomodo que me consientas así... -Decía frotándose el brazo-

Que dije respecto a eso. Lo hago por simple gusto. -Se paró después de acomodar la cama improvisada- Ahora vamos a cenar, lo necesito...

La rubia asintió y la morena solo fue a la cocina. La más alta se acercó a una pequeña ventana que había y miró como poco a poco el sol desvanecía. Se mordió el labio asustada.

Segura que no necesitas otra manta? Esa es algo delgada.

Creo que está estará bien...Soy más del frío. -Miró a la nada, un poco pensativa-

Sabes, empiezas a caerme bien. -Palmeó su espalda-

G-gracias. -Se rascó la mejilla-

Así que, que te gustaría cenar?

Oh, cualquier cosa me bastará... -Caminó junto la morena al mueble del desayunador-

Espero no recibir quejas de la cena luego de oír eso. -Dijo a lo que la rubia rió-

Insisto en traerte otra manta

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Insisto en traerte otra manta. -Miraba a la rubia en el colchón en esa posición de camarón. Apoyada en la puerta de su habitación-

Y yo haré igual que tu e ignoraré tu insistencia, te dije que el frío me agrada. -Respondió con sus ojos cerrados, lista para dormir. Solo recibió un suspiro-

Bien, sabes cuál es mi cuarto, cualquier consulta o algo puedes entrar pero te advierto de cómo despertarme por que amo enterrar navajas en los ojos. -Apagó la luz y solo se encerró en su habitación-

 -Apagó la luz y solo se encerró en su habitación-

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Gruñidos y Jadeos pesados era lo que daba. Se sostenía la cabeza adolorida, muy asustada y solo con ganas de lloriquear. Su cola corrompía la piel de su espalda baja, sus dedos comenzaron a alargarse dando un indescriptible dolor. Sus orejas de animal la hacían sentir como si taladraran su cráneo y el hocico que comenzó a sobresalir la hacia gritar. Los golpeteos desesperados de la habitación de Merlina daban una clara señal de alerta. Enid había tapado la puerta con el mueble más alto y pesado que tenía cerca. Su espalda se encor haciendo tronar su espina dorsal. Sus ojos se agrandaron y un fuerte brillo amarillo desprendían de ellos, sin pupilas. Sus colmillos empezaron a sobresalir, la zona que más le dolía, sus encías sufrían junto con ella.

¡ENID ABRE LA JODIDA PUERTA!, ¡¿QUÉ SUCEDE?!
-Sonaba furiosa pero nerviosa, comenzaba a patear la puerta-

Soltó un fuerte aullido, sacó al mueble y abrió con sus garras la puerta. Merlina se echó para atrás y tomo un bate de béisbol que tenía en su habitación. La bestia solo mostraba sus colmillos con graves gruñidos, y la morena respondía amenazando con el bate. Cada vez se hacía para atrás hasta que su único miedo en ese momento se hizo presente, se había chocado con una pared, ya no podría alejarse. El enorme lobo la miró levantando sus manos, en una señal de agarre. Merlina dio el primer golpe, cosa inútil, el animal tomo el bate de madera y como si fuese de papel lo partió a la mitad. Merlina se insulto a si misma por haber pensando que algo de ese tipo de material sería útil en esa situación, hasta que pensó en esa navaja que tenía en su mesa de noche. Un golpe seco la paro y lo único que sintió antes de dormirse fue la pared chocar en su cabeza, dejándola inconsciente.

 Un golpe seco la paro y lo único que sintió antes de dormirse fue la pared chocar en su cabeza, dejándola inconsciente

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•Caperucita rºjª•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora