8| Luke Kuechly (part. ll)

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–Gracias por su compra. Que tenga buen día, señor.

Despedí a uno de los clientes. La puerta de la entrada se cerró detrás de él y la tienda respiró un poco de tranquilidad. El día de hoy había estado siendo una completamente locura, los clientes entraban y salían a cada rato, sobre todo por el hecho de que, al encontrarnos a mitad del mes de diciembre, ya todos querían mandar a hacer sus regalos navideños para sus familiares o amigos.

Y no era que me quejara, porque, al contrario, tener más trabajo significaba mayor ganancia tanto para mí como para todos los trabajadores.

–Ya casi viene el señor Ponce por su encargo, Isa –le recordé a Isabella, la chica que se encargaba de entregar los pedidos–. Son dos camisetas grandes, que dicen “Merry Christmas” y dos tazas que dicen lo mismo.

–Ajá, lo recuerdo. Y aparte recuerda que quedaste con la señorita Monica de que a las cuatro y media le llevarías su encargo a su casa. Son las cuatro.

Me llevé la mano a la frente, recordando de pronto el compromiso que tenía con mi ex cuñada. Isa se rió, porque sabía lo olvidadiza que yo solía ser; era una de las razones por las que acostumbraba a llevar una agenda, para acomodar mis horarios y recordar mis pendientes por hacer.

–Lo sabía –Se acercó a mí y me entregó un ticket–, pero no te preocupes. Aquí estoy yo para recordarte. Sí te acuerdas de la dirección, ¿no?

–Ay, mi amor, ¿cómo la voy a olvidar?

–¿Por qué dices eso? –Isabella volvió a reír, pero esta vez confundida.

Preferí guardar silencio y sacudir la cabeza.

–Isa, eres mi mano derecha. Te dejo encargada mientras yo no estoy.

Fue lo último que le dije. Recogí mis cosas y puse la camioneta en marcha directo a casa de Monica. En el camino iba rezando con mucha fe, realmente esperaba con todo mi corazón que su hermano no estuviera presente. Ellos dos eran muy unidos, él iba mucho a casa de Monica y ella a la de él, por eso era que pedía a Dios que no lo pusiera en mi camino en este momento.

No quería ni verlo.

Y según yo, decía que no iba a recordar lo sucedido en su casa. Mentira. Recordaba todo a la perfección, detalle por detalle. Sus grandes manos recorriendo mi cuerpo, la ropa en el suelo, los dos sudorosos y sus gruñidos en mi oído… Tuve que cambiar la canción en la radio para tener una excusa que me trajera de regreso de mis fogosos recuerdos.

Desde la mañana del otro día de lo sucedido no he vuelto a tener contacto con él, y aunque Luke seguía buscándome, yo lo evitaba. No sé cómo fue que consiguió mi teléfono, pues me hablaba constantemente y los mensajes tampoco faltaban. De milagro aún no venía a buscarme al trabajo.
Me rehusaba a recibirlo de nuevo en mi vida. No porque hubiéramos terminado en pésimos términos, sino porque de verdad temía iniciar algo con él. Fue de mis mejores novios, me dio momentos increíbles, pero al pasar el tiempo simplemente dejamos de entendernos y comenzamos a tener muchos problemas.

–¡Quítate, vieja pendeja! –gritó un hombre, pasando a mi lado y haciendo sonar el claxon repetidas veces. Noté que me distraje en el semáforo y la fila de autos detrás de mí era impresionante.

Continué manejando más consciente que hace un momento hasta que llegué a la conocida casa de mi ex cuñada. Su auto estacionado afuera me hizo saber que ella estaba en casa, quizá con Jenna, su única niña, y su esposo. Lo que me pareció perfecto para que los tres se probaran los suéteres que Monica encargó.
Estacioné la camioneta en la cuadra enfrente a su casa y nada más me crucé con las bolsas que contenían su encargo. Al tocar el timbre, quien me recibió de inmediato fue Mark, y al parecer le dio mucho gusto verme. Una sonrisa emocionada apareció en sus labios y sus brazos me rodearon al instante.

One Shot's | 𝗡𝗙𝗟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora