7| Luke Kuechly.

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Casa de citas.

Las puertas del exclusivo establecimiento frente a mí me llamaban a gritos, a pesar de que en mi rostro todavía existía la inseguridad. Si bien no estaba segura de que esto era lo que realmente quería, por otra parte, me cuestionaba a mí misma porque me encontraba ya enfrente de este lugar que comenzaba a convertirse en mi refugio durante la última semana.

Sí, me daba vergüenza admitirlo. Invertía mi tiempo en todo lo que tuviera que ver con dejar de estar soltera: aplicaciones, casas de citas, recomendaciones de mis amigas, etc. La lista era interminable. Y poco a poco me fui dando cuenta de lo desesperada que me mostraba ante los demás, incluso mis amigas lo habían notado, y recuerdo pasar burlas por lo mismo.

Creía tener una buena razón detrás de mi desastre, y esa era que no quería pasar navidad ni nuevo año nuevamente sola. ¿Debería de ser tan importante estar acompañada en estas festividades? No. ¿Me molestaba la soledad? Quizás… Y probablemente ahí estaba mi respuesta, y una vez más, sin darme cuenta ya había respondido a mis inquietudes.

El guardia de la entrada al reconocerme en la fila me sonrió, era muy obvio que a este punto ya mi rostro le era familiar. Pero vamos, no estaba haciendo nada malo, ni estaba dañando a nadie. La próxima en pasar era yo, así que ya era muy tarde para echarme para atrás.

En ese momento, dentro de tanta duda, recuperé los ánimos y dejé todos los malos pensamientos fuera de mi mente.

–Hola, buenas noches. Boleto para una persona, por favor.

–Claro que sí. ¿Va a querer el mismo lugar de siempre? –preguntó.

–No –Lo pensé bien–, esta vez quisiera intentar con un lugar diferente. Lo dejaré a la suerte, mejor tú elige.

Tras regalarme una sonrisa divertida, me entregó el boleto correspondiente. Quitó la correa de la entrada y facilitó mi acceso. Antes de ingresar al lugar escuché unas risas que me resultaron conocidas y a los pocos segundos ya tenía a dos de mis más allegados amigos a mi lado.

–Bombón, ¿en serio creíste que esta noche te ibas a escapar de nosotros? –se burló Mario, sacando unos billetes para pagar la entrada–. Cóbrate dos boletos más, ¿no?
Las demás personas en la fila se quejaron debido a que se habían colado, pero a mis amigos les importó tan poco que se vieron entre ellos y compartieron risas nuevamente.

–¿Qué hacen aquí? ¿Cómo saben que iba a estar aquí? –les pregunté, haciéndome a un lado para que los tres pudiéramos pasar al lugar una vez que ya les entregaron sus pases de entrada.

Silvana me miró, casi como preguntándome si se trataba de un chiste.

–Porque era obvio. Es mas, hasta poquito falta para que ya vivas aquí.

–¡No es cierto, mensa! –La golpeé con mi codo en el abdomen mientras caminábamos a lo largo del oscuro pasillo, que posteriormente nos condujo al punto central del establecimiento.

Las luces neón se alzaban encima de nosotros, en el techo. Una que otra decoración navideña adornaba las paredes, el techo y la barra. Y la música era la misma de siempre, la preferida del DJ: electrónica pero sensual. El ambiente perfecto para bailar y ligar al mismo tiempo; la mezcla perfecta para aquellos que venían a “Cupid Date Club” en busca de una noche inolvidable.

-¿Quieren algo de tomar? Tengo sed y quiero ir a la barra a pedir algo.

Silvana se alejó de nosotros en dirección a la barra apenas le dijimos lo que queríamos tomar. Mario y yo nos quedamos sentados en la mesa que habíamos escogido, la más cercana a la pista de baile.

One Shot's | 𝗡𝗙𝗟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora