「09. JASON Y NICOLAS」

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CAPÍTULO 09: JASON Y NICOLAS.

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Es como si aún mi cerebro vive en esos momentos
Congelados hasta que sin consentimiento
Salen hacer travesuras sin mesura
Con mis sentimientos

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JASON MARTINEZ

Lunes 6.30am.

—¿Ya limpiaste tu perforación? —Me dirijo a Nicolas, mientras entro la cocina y busco mi cereal de chocolate.

Él me mira fijo desde su lugar, de pie justo delante de la nevera, su mirada no es más que una obvia después de preguntarle tal redundancia; su trabajo es el mismo que el mío, por supuesto que sabe cómo cuidar de las mierdas que se hace en el cuerpo de principio a fin.

—¿Se te olvida que trabajos juntos? —replica con aspereza antes de comer una cucharada de su cereal ya preparado—. Obvio ya lo hice —agrega con su boca llena y cachetes abultados.

Ruedo los ojos, ignorándolo para después moverme hacia lo gabinetes y obtener mi maldito cereal, el mismo que llevo buscando desde hace unos quince minutos. Abro de par en par los gabinetes, desordeno la encimera de mármol e incluso indago dentro del horno para estar seguro de que, en uno de mis viajes astrales, no lo puse ahí.

—Mierda, ¿sabes dónde están mis chocokrispis? —pregunto. Rodeo a Nicolas para abrir la nevera—. No tengo ni idea dónde los dejé anoche después de que fumé un poco.

Rebusco una vez más por la habitación bajo la atenta mirada del castaño, que disfruta bien a gusto su cereal de maíz. Él se encoge de hombros mientras niega, de nuevo con su boca llena. Mi ojos caen sobre él y es imposible pasar por alto su aspecto desganado: sus mejillas pecosas están rojas, lo mismo su nariz, todo eso en conjunto con sus ojos llorosos me llevan a suponer que no está bien de salud.

—¿Estás resfriado?

—Amaneciste preguntón hoy, ¿no? —bromea, dejando en el lavaplatos su plato cuando por fin acaba su desayuno, y es cuando noto su voz ligeramente ronca—. Creo que si, tengo muchos mocos, pero no tos.

—Cómo no vas a estar así, si todo el tiempo te la pasas en esos pantalones pesqueros que no te cubren nada. Y a parte mírate... —Señalo su torso pálido, que está completamente descubierto—. Es un milagro que no tengas neumonía. 

Él se limita a pasar sus manos sobre su pecho desnudo para después estirar sus brazos, desperezándose. Le resta importancia y me da la espalda, comienza a caminar hacia la salida.

PORVENIR IMPERFECTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora