1.
—¿Por qué has vuelto aquí?
Su voz atravesó la niebla hasta llegar a sus oídos, atravesando la densa atmósfera como una filosa cuchilla. James encorvó los hombros hacia adelante y comenzó a caminar más de prisa, casi corriendo, cualquier cosa con tal de alejarse de esa voz hostigante y acusadora. Su mochila colgaba de una mano; se le pasó la idea a medias por la cabeza de que, si tenía que hacerlo, podría golpearla con ella para que se marchara.
—Eres un cobarde, lo sabes, ¿cierto? Huyes de tus problemas en lugar de enfrentarlos como un hombre.
Eso dolió, pero no estaba dispuesto a hacerle saber a ella que le había afectado lo dicho. Siguió caminando, con la esperanza de que ella se quedara atrás o dejara de seguirlo, pero cuando ella volvió a hablar, sonó más cerca, como si de alguna manera se las hubiera arreglado para escurrirse directamente por detrás de él, como un fantasma.
—No estás aquí buscando a alguien a quien amas otra vez, ¿verdad? De todas formas... ¿Quién sería tan estúpido como para amar a alguien como tú?
Se detuvo tan abruptamente que ella chocó contra su espalda. En lugar de alejarse de él, María abrazó su cintura con sus brazos y se presionó contra él, retorciendo su cuerpo contra el suyo y dejando que sus manos vagaran por delante. —Siempre supe que volverías a mí, James—, jadeó en su oído, ahora casi envolviendo una de sus piernas sobre su cadera, sonando y actuando exactamente como una mujer en celo. —Siempre supe que realmente me amabas.
James se estremeció de disgusto; sentía las manos de ella como arañas subiendo por su pecho. Él la sacudió, quitándosela de encima y se dio la vuelta, con las manos levantadas en un gesto de rechazo. —¿Qué quieres?—, preguntó.
María sacó el labio inferior, haciendo un puchero como una niña pequeña, y volvió a cruzarse de brazos sobre su propio pecho. —Quiero que me ames—, le dijo, como si fuera la cosa más fácil del mundo, y él no fuera razonable por no complacerla.
—No puedo. No lo haré—. ¿Por qué era tan difícil de entender para ella?
—¿Por qué no?—, ella demandó, con los ojos entrecerrados y la voz de nuevo alzada. —Amaste a Mary, puedes amarme a mí.
—No puedo—. Se estaba desesperando; cuanto más tiempo perdía tratando con ella, menos tiempo tenía para encontrar a Harry.
Ella lo fulminó con la mirada y, en su ira, se pareció más que nunca a Mary, pensando incluso de que María ni se daba cuenta de eso. Pero sí, se parecía a Mary, casi como hasta su final, cuando el dolor ya era demasiado, cuando el cáncer la transformó en un monstruo. —¿Quién es ella?—, María siseó. —¿Quién es ella a la que amas tanto, que ya no puedes amarme a mí?
—Ya he tenido suficiente—, dijo James repentinamente, irremediablemente cansado de la repetida y circular discusión, y le dio la espalda. Comenzó a alejarse, para dejarla atrás, a ella y a sus preguntas y acusaciones, pero una mano salió disparada y se aferró a uno de los bolsillos de la chaqueta de él.
—¿Por qué llevas esa chaqueta, James?—, ella gruñó. —Si realmente han pasado diez años, ¿por qué llevas exactamente la misma chaqueta?
Se detuvo bruscamente, sujetado por la mano con garras de ella. —¿De qué estás hablando?—, preguntó.
—Esa chaqueta—, susurró ella, apoyándose en su espalda para hablarle directamente al oído. Ahora no había nada de sexy en sus movimientos; ahora, cada movimiento que hacía, estaba lleno de amenaza y violencia implícita y, por primera vez, James le tuvo miedo. —¿Recuerdas cómo la conseguiste?
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De vuelta a las Sombras || James Sunderland x Harry Mason || Silent Hill
RomanceEn un mundo posterior a SH3 y el viaje de Heather a Silent Hill, James y Heather se esfuerzan por dar sentido a lo que ha sucedido en sus vidas y cómo pueden recuperar lo perdido. Esta correspondería a ser la tercera y última entrega, continuación...