¤ Eda caza monstruos, pero ahora dos monstruos la cazan a ella ¤
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Cuando Eda es cuestionada por la cicatriz en su mejilla no suele decirle a las personas que esa cicatriz la ocasionó su propio padre poco antes de...
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Quizá los animales sentían mi presencia mucho antes de yo la de ellos, pues después de diez minutos lo único que había encontrado era perros que me ladraban sin cesar y de los cuales me tenía que alejar para no llamar la atención.
Nada, simplemente no encontré nada. Incluso me planteé lanzarme sobre un can, pero la sola idea de tener que luchar contra él y despertar con sus quejidos a sus dueños me dio dolor de cabeza. No tenía fuerza suficiente para lidiar con aquello.
Regresé sobre mis pasos maldiciendo en silencio mi mala suerte y segura de que al día siguiente apenas y podría sostenerme en pie. No tenía más remedio que regresar, dudaba que la amenaza de Kevin fuera cierta, pero si subía a buscarme y no me encontraba...
Agarré impulso y corrí para saltar a la siguiente azotea, separada de la que me encontraba por una calle de tres metros de ancho.
Tres metros. Un salto usualmente simple.
Y me caí.
Aterricé con la rodilla y posteriormente caí a cuatro patas. Jadee mientras la cabeza me daba vueltas.
Requirió de gran esfuerzo ponerme de pie y comenzar a andar otra vez. Cuando escuché a un perro ladrar y luego una puerta abrirse en un patio junto a mi, comencé a correr. Solo tenía que atravesar un callejón más y estaría en la azotea de los Sánchez. Me sorprendió que no tuvieran ninguna protección mágica o guardián, pero supuse que su fama no dejaba espacio a rebeliones entre los ocultos.
Decidí que aquel había sido un día horrible.
Entonces lo vi por el rabillo del ojo y me detuve justo antes de saltar. Mi sombra se movió. La luna apenas y proyectaba suficiente luz para que mi sombra se dibujara, por lo que me resultó impresionante que la pudiera ver sobre aquel techo cubierto de pintura impermeable roja. Observé con atención, preguntándome si comenzaba a alucinar y fue cuando se tornó más oscura, como hecha de completa oscuridad. Era un negro intenso que me dio la sensación que se tragaba la luz.
Apenas fui consciente de que se estaba haciendo más grande. Caí en cuenta de lo que se trataba y cuando sentí mi estomago caer en un vacío me giré para saltar a la azotea. Era un salto más corto, pero con menor impulso y es por eso que mi pie terminó bailando en la orilla.
Me tambalee adelante y atrás, mascullando maldiciones a mi falla de cálculos y entonces algo tiró de mi chaqueta.
Solté un gritito de sorpresa al ser jalada hacia arriba y cuando me encontré con los ojos azules frente a mi se me hizo un nudo en la garganta. La sombra poco a poco tomaba forma y se convertía en un hombre. Zeke.
Noté, por supuesto, que no me subió por completo a la azotea. Así que, si me soltaba, yo caería cinco pisos hacia abajo e iba a doler.
—Si vas a empezar a monologar como tu amigo, mejor será que me sueltes ahora—dije, recordando la noche anterior y la forma en la que Bilal me había amedrentado.
