Recuerdo la escasa luz de la sala de espera del hospital y un sinfín de personas pasando por un pasillo interminable, el mismo recorrido que hice yo a mis dieciocho años, desorientada, con la respiración agitada y el deseo de que todo sea una pesadilla.
Nunca me gustaron los hospitales, para empezar, creo que a nadie le gustan los hospitales, para mí era sinónimo de enfermedad y en el peor de los casos: muerte.
Ese día llovía torrencialmente, recuerdo como la ropa se me pegaba al cuerpo y como dejé un charco en el piso de lo mojada que estaba. Estaba en el pasillo de emergencias viendo como las personas iban y venían desesperadas, mientras que yo no podía reaccionar, el ruido del exterior era extraño, las personas gritaban pero no podía entenderles nada.
Me sentía desconectada de la realidad.
Me llamaron desde otra planta, ya no estamos hablando emergencias, era otra sección, más oscura, fría, me ponía nerviosa. Un doctor empezó a hablarme de cosas que no entendía, con esa jerga de hospital, yo solo quería que cerrara la boca de una vez y que pueda darme acceso a ver a mi madre.
Estaba esperando una respuesta que jamás llegó.
― Hicimos todo lo que pudimos.
Fue lo único que escuché, después de eso sentí que me iba a desmayar y el doctor me sentó en las sillas de la sala de espera. Me dejaron a cargo de una enfermera, ella me hablaba intentando calmarme pero ¿Que persona se calma después de enterarse que su madre falleció en un accidente automovilístico? los recuerdos aún son borrosos, nunca comprendí que pasó bien ese día, mi cabeza es un constante rompecabezas y preguntas sin respuesta. Solo sabía que la persona irresponsable que chocó contra nuestro auto se ganó mi odio de por vida, todo ese enojo y frustración fueron dirigidas para esa persona y no me importaba sus excusas ni sus disculpas.
Estaba ahí sentada, viendo las cerámicas del piso, esperando a que alguien de mi familia me viniera a buscar y que se encargaran del cuerpo de mi madre. Mi mente retorcida quería saciar ese odio que poco a poco me empezó a consumir y sabía que estaba mal lo que tenía en mente pero era muy chica para abstenerme a las consecuencias, no tenía idea de cómo las palabras pesaban para los demás. Entonces fui hasta la habitación donde se encontraba el culpable de la muerte de mi mamá, ingresé a su habitación sin que me viera alguna enfermera dando vueltas y fue ahí que lo vi, postrado en la camilla, con cantidad de tubos conectados a su cuerpo, con parte de la cara vendada y todo el cuerpo lastimado, creía que se lo merecía. Abrió los ojos por el ruido de mis pasos, lo miré, tenía los ojos cafés, un lunar en la mejilla, cerca de la boca, lo demás estaba todo vendado.
― Me arruinaste la vida, sentite culpable hijo de puta ―susurré lo suficiente alto para que me escuchara, sentí el nudo en mi garganta y no me importaba ponerme a llorar enfrente de él, mi intención era que se sintiera culpable y creo que había logrado movilizar algo en él. Vi como intentó hablar pero no podía, su mano iba dirigida hacia mi mano como si intentase consolarme de alguna manera, se la corrí al instante y me alejé de él, bajo ningún término quería su contacto mucho menos su lástima.
No podía estar ni un segundo más en esa habitación me sentía sofocada, recuerdo ver a mi abuela apenas salí de ahí y como me recibió en sus brazos, no sabía cuánto necesitaba ese abrazo y ese contacto con ella, quería creer que todo iba a estar bien.
***
El velorio fue devastador para todo aquel que quería a mamá, el traslado hasta el cementerio fue aún peor, no me quedaban fuerzas para seguir pero tenía que hacerlo por ella. La había perdido en unos días de mierda, lo último que escuché de ella fue mi nombre mientras se le desangraba la cabeza y luego se desvaneció, se fue ahí conmigo, en el mismo lugar y no pude hacer nada.
Ese día me dolía mucho el pecho, básicamente me sentía para la mierda y mi cuerpo no quería estar ahí con el constante sufrimiento de perder recientemente a mamá. La abuela me daba caricias en el brazo dándome su apoyo, mis ojos acuosos no dejaban de ver el ataúd de mi madre y como poco a poco se alejaba todavía más, me temblaban las rodillas, pensé que me iba a desvanecer ahí mismo.
Todo el mundo se fue a excepción mía, me quedé ahí parada viendo la tumba de mamá, no me importaba la hora ni que se hiciera de noche, me quedé porque de alguna forma me hacía sentir cerca de ella y todas las cosas que nunca le dije daban vueltas en mi cabeza, lloré como nunca.
Prometí ir cada 4 de enero a visitarla al cementerio llueva o truene, quería cumplir mis promesas y contarle mis sentimientos a mamá, como iba mi asquerosa vida desde su partida, sin embargo nunca creí que este acontecimiento me iba a traer una pesadilla sin retorno.
Solo que yo era muy tonta en ese entonces para darme cuenta.
***
volví hermanas mías, vine con un fic con un poquito de drama pq bueno ME ENCANTA ojalá que les guste como a mi escribirlo.
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ANDROMEDA ━ emiliano "dibu" martinez
FanfictionA | "quizás solo pienso en mí y en mi bienestar sea solo eso lo que me impide amar" donde esperanza y emiliano se conocen en el peor día de sus vidas.