008 ━ la otra versión.

332 36 30
                                    

Emiliano:

No me puedo sacar de la cabeza aquel recuerdo, tormenta sobre la ruta, mucho tráfico y una discusión en el medio que jamás terminó. Me duele el alma recordar exactamente cada segundo de ese día, la música en la radio, el mate lavado que sostenía mi mujer, la discusión de dejar al nene en lo de mis viejos.

― No me parece justo que tengamos que dejar al nene con los abuelos ―protestó mi mujer del lado del copiloto.

― ¿Por qué no? si él los ama. No le veo el problema ―respondí con la vista fija en la ruta, la lluvia lo complicaba todo y debía ser extremadamente cuidadoso.

― Jamás dije que no los amara, mezclas todo como siempre, Emiliano.

― ¿Yo mezclo las cosas? ―dije incrédulo.

― No voy a discutir esto de nuevo.

― Manejate flaca.

― ¿Flaca? háblame bien a mi. No soy ninguna minita para que me digas así, soy tu mujer y me preocupa nuestro hijo.

― Entonces decís que a mi no me preocupa.

― ¡Eso lo estás diciendo vos!

Era todos los días la misma discusión, pero jamás se me hubiese pasado por la cabeza que fuera la última. Me arrepiento cada segundo que lo último que saliera de mi boca hacía ella fuera algo despectivo, en ese entonces la rabia me cegó y no medí mis palabras. Continuamos gritandonos y echándonos las cosas en la cara, totalmente idos de la realidad, solo nos importaba tirar mierda uno del otro, hasta que todo se salió de control, escuché una bocina y cuando quise mirar hacía al frente, un auto chocó el nuestro.

Hay pequeños retazos en mi cabeza, como el ruido de una sirena, una luz brillante blanca opaca, murmullos de una multitud ajena. Una figura femenina mirándome desde la camilla con el odio intacto en sus ojos, yo quién apenas se podía mover y tenía el cuerpo inmovilizado, entonces dijo algo que hasta el día de hoy no puedo sacarmelo de la cabeza.

"Me arruinaste la vida, sentite culpable hijo de puta"


CULPABLE.

La mujer que tenía enfrente años atrás me deseó lo peor del mundo, y no me atrevía a contarle que ese hijo de puta que le arruinó la vida era yo.

La primera vez que vi a Esperanza desolada en el cementerio creí que me iba a reconocer pero no fue así.
El miedo de que descubra que era yo quien lamentablemente crucé mi auto con el de su madre me carcomía la cabeza, no me sentía preparado para contarle algo así, tan reciente, tan delicado. Hace tiempo que pienso en ella y me estoy encariñando, no me quería conformar con verla siempre acá y por más que me pesaba la culpa, por un momento dejé de pensar en el accidente, quería empezar a priorizar este tipo de relación que formamos.

Pero tenía que decírselo en algún momento, si yo quería que confiara en mí, tenía que hablar a tiempo.

― Lo lamento mucho, Emi ―dijo con el semblante triste, su puño había agarrado con fuerza mi campera.

Sentí como Esperanza me envolvía en un abrazo cariñoso, apoyé mi cabeza en la suya porque había notable diferencia entre los dos.

― Gracias ―cerré los ojos sin soltarla, me gustaba su cercanía, sus brazos envueltos en mi cintura y el perfume frutal que tenía.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 18, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

ANDROMEDA ━ emiliano "dibu" martinezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora