De un día para el otro me encontraba viviendo en la casa de mi abuela, no fue fácil mudarme así tan rápido, recuerdo que el día después del cementerio llegó a mi casa con un bolso en mano y dijo que nos íbamos. No le respondí nada, guarde mi ropa o lo que fue necesario en ese momento y me fui con ella.
En cierto punto agradecí haber vivido con la abuela, que saliera de su propia voluntad querer llevarme a su casa, mi yo de dieciocho años creía que podía cuidarse sola.
Un año después volví al cementerio, me encontraba caminando donde mi madre con las manos en los bolsillos por el frío, a pesar de ser verano, los días de lluvia en la ciudad se volvían fríos. Volver a caminar por acá me ponía los pelos de punta, me transportaba a ese día de mierda dónde me encontraba perdida, mucho no había cambiado, seguía sintiéndome para la mierda, me dolía la garganta por el nudo que sentía y apenas podía mantenerme de pie. Llegué casi arrastrándome y me paré enfrente donde mi madre descansaba, leí su nombre en la fría cerámica y la fecha, sentí que me iba a desvanecer.
― Hola má ―sonreí apenas, mis dedos tocaron los pétalos de flores secos ―Pasó un año.... me fui a vivir con la abuela, no te preocupes que me cuida bien para que no me mande ninguna cagada. Siempre me acuerdo cuando me cagabas a pedos por no hacer la cama, la abuela no lo hace y extraño un poco eso.
A medida que iba hablando y a la vez recordando esos pequeños momentos que antes quizás fueron insignificantes, le cambié las flores viejas por las nuevas, a la misma vez pasé un trapito por toda la cerámica que se llenaba de polvo. Largué un suspiro que ni yo misma estaba segura de lo que significaba, si era cansancio, alivio, tristeza o nostalgia, de lo que si estaba segura era de que extrañaba mucho a mi mamá, que se sentía su ausencia en todos los sentidos habidos y por haber, que no había absolutamente nada para que pudiese tener cualquier tipo de contacto, me mataba lentamente tener que acostumbrarme a su ausencia.
― Hay tanto que no te dije, má. Tantas cosas que teníamos por hacer ―dije seguido de otro suspiro, mamá era de esas personas que planeaban a lo grande, todo el tiempo quería hacer cosas para nuestra casa y crecer juntas, éramos solo nosotras dos.
Ahora estaba sola.
No me di cuenta del tiempo que había pasado tampoco de que había empezado a llover, era apenas una llovizna pero no quería despegarme de ella, me sentía tan cercana, era como estar en casa nuevamente pero en el fondo, muy en el fondo sabía que no era así.
De la nada sentí que dejó de llover, por lo menos hasta que me di cuenta que en realidad alguien puso su paraguas debajo mío para no mojarme. Levanté la cabeza encontrándome con un hombre que jamás había visto en mi vida, no pasará de los treinta años y era alto, bastante alto. Al principio me asusté, porque ¿quien de la nada se acerca hacia vos para ponerte un paraguas? lo miré confundida y me pare de mi lugar enseguida.
― Hola ―dijo con una sonrisa que no sabía cómo descifrar pero se me hacía conocida.
― ¿Quien sos? ―no quería sonar maleducada pero fue lo primero que se me ocurrió preguntar.
― Ah disculpa, no te lo tomes a mal pero te estaba viendo y sentí que necesitabas un poco de compañía.
― ¿Bueno? ―a todo esto yo había dado un paso hacia atrás, dejando que la lluvia cayera sobre mí, el muchacho volvió a poner el paraguas sobre mi, cabe recalcar que era bastante alto y yo no era muy alta que digamos así que la diferencia de altura era notoria.
― Sonó peor que antes no? ―dijo un poco ¿decepcionado? le presté atención, desde mi punto de vista venía bien vestido , demasiado elegante quizas, deduje que tenía plata y quería raptarme para venderme al mercado negro.
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ANDROMEDA ━ emiliano "dibu" martinez
FanfictionA | "quizás solo pienso en mí y en mi bienestar sea solo eso lo que me impide amar" donde esperanza y emiliano se conocen en el peor día de sus vidas.