2016.
El día que no quería que llegue había llegado, estábamos a 14 de julio y eso significaba una sola cosa: faltaban cinco minutos para las doce, iba a dejar de tener diecinueve años. Recuerdo que mi abuela se quedó despierta sólo para saludarme, en el momento que el reloj de la casa indicó las cero horas ella llegó a mi habitación con un alfajor y una velita prendida.
― ¡Felices veinte años mi vida! ―festejó la abuela con toda la felicidad del mundo viéndome con orgullo― Pedí un deseo.
Apoyó el alfajor enfrente mío esperando a que pensara mi deseo para este cumpleaños, observé la llama del fuego por varios minutos y después soplé.
― Listo ―concreté forzando una sonrisa para ocultar las ganas de llorar que tenía.
― ¿Que pediste?
― Ah, no se, es secreto.
― ¡Dale Espe! ―insistió la abuela pero le dije que mejor íbamos a comernos el alfajor y tomar un cafecito.
Dicho y hecho, las dos nos encontrábamos tomando el café compartiendo mi mini torta de cumpleaños, la tele de fondo era lo único que se escuchaba en el comedor. Desde el accidente todas mis actitudes cambiaron o más bien se desvanecieron, se fueron junto a mamá. Apenas empezaba mi cumpleaños y yo me sentía para la mierda, lo único que necesitaba era dormir todo el día, no quería ver a nadie y que nadie de mi familia viniera a verme. Solo necesitaba que se pusieran en mis zapatos y no hablasen desde la ignorancia, pero siempre quedaba como la mala de la historia.
― Espe ―después de tal silencio abrumador la abuela llamó mi atención de la forma más dulce posible― ¿Vas a querer festejar tu cumpleaños? te puedo hacer una torta de verdad.
― ¿Eh? no abu, ni te molestes, no quiero festejar nada ―dije revolviendo el café.
― ¿Estás segura? ¿Por qué no invitas a tus amigos? les presto mi casa. Eso sí, se me portan bien o los mando de una patada a cada uno.
La abuela me había sacado una sonrisa.
― Abu... mis amigos... no sé si te van a caer bien ―realmente dudé si decirle o no pero no quería preocuparla, tampoco quería que los amigos de Enzo coparan la casa de la abuela, ya los conocía y eran capaz de hacer terrible desastre.
― ¿Por qué no? si ese Enzo es un divino. También podes decirle a Delfi y Guada.
― Si, puede ser, lo voy a pensar ―dije para cerrar el tema, la abuela no sabía que ya no me hablaba con las chicas del cole pero no le dije nada porque no quería quedar expuesta.
― Bueno vida, me decís así hago el bizcochuelo de chocolate que tanto te gusta ―apoyó su mano sobre la mía y me miró con una emoción en sus ojos― No puedo creer lo grande que estás y lo bella que sos, estás hecha toda una mujer. Mamá estaría orgullosa.
Mamá estaría orgullosa.
No sé que tan orgullosa estaría mamá de mi pero esas palabras se quedaron grabadas en mi mente el resto de la noche.
***
Oscuridad.
Me encontraba en un vacío inexistente, rodeada de oscuridad y un sepulcral silencio, no me podía mover.
De repente aparecí en otro lugar, a mi lado una silueta que no podía verle la cara, hasta que una fuerte luz se asomaba a lo lejos, giré la cabeza y me encontraba con mamá, ella manejando como si nada, tranquila como siempre, tarareando su canción favorita. Después estaba yo, inmovilizada y sin poder hablar, la miraba y no lo podía creer, quería gritarle, me dolía la garganta de la presión que estaba ejerciendo.
ESTÁS LEYENDO
ANDROMEDA ━ emiliano "dibu" martinez
FanficA | "quizás solo pienso en mí y en mi bienestar sea solo eso lo que me impide amar" donde esperanza y emiliano se conocen en el peor día de sus vidas.