ME recosté en la cama de Maddy, mientras la observaba doblar uno de sus tantos tops ya que se había decidido en ordenar todo su closet; tenía una excesiva y ridícula cantidad de ropa que ya ni siquiera usaba.
— ¿No notas a Cassie media rara? —le pregunté, jugando con mis manos. Recordé la conversación que tuve con Amy días atrás y si alguien sabía que podía estar pasándole a la rubia esa era mi hermana.
— ¿Rara en qué sentido? —cuestionó sin mirarme. Apiló todos los tops que ya había doblado para comenzar a guardarlos.
— Rara, no lo sé. Últimamente no está muy Cassie —espeté. No sabía muy bien como explicarlo porque creía que cuando alguien te preguntaba si no notabas a alguien de tu entorno raro no pensabas en qué sentido exactamente.
— Quizás, puede ser. No he prestado mucha atención —fruncí el ceño sin creerle del todo. Maddy era de lo más chismosa y si su mejor amiga actuaba extraño sería la primera en preguntarle que demonios le pasaba—, desde lo que pasó con McKay se comporta así.
— ¿Estás segura? —quise saber, sus ojos oscuros me observaron una vez que giré sobre su eje. Alcé las cejas expectativa—, es decir, yo creo que fue más bien desde que le partieron la madre a Nate.
— ¿Eso crees? —murmuró pensativa. Por alguna razón no lucía sorprendida lo que me daba a creer que era una posibilidad que había considerado—, bueno, no es nada lindo ver como golpean a tu amigo hasta dejarlo inconsciente.
Las ganas de decirle que igual se lo merecía aparecieron por mi mente pero sabía que solo sería para discutir, por lo que opté por callarme y asentir.
— Sí, bueno... quizás debas hablar con ella, capaz está pasando por alguna mierda. Amy está preocupada—recomendé, levantándome de la cama.
— Lo haré—aseguró una vez que caminé por su lado y antes de que abandonara su habitación, habló nuevamente—, ¿May?
— ¿Sí?
— Ten cuidado con Fezco. Es un tipo violento.
No contesté más nada, la dejé sola con su lío. Incluso metafóricamente hablando.
Me sobresalté cuando escuché mi teléfono sonar, por lo que rápidamente corrí hasta mi habitación para contestar. El nombre de Amy estaba en la pantalla. No era extraño que me llamara, casi siempre lo hacía simplemente para pasar el rato o contarme algún chisme, pero algo dentro mío me decía que se trataba de otra cosa. De algo malo.
