Epílogo

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Unos años después.

"Mamá" gritó Larissa desde el segundo piso, luego apareció por la puerta de mi oficina, "dile a Alejandro que por favor suelte el teléfono".

Suspire y deje de escribir.

"Con quien está hablando ahora".

"Con su novia" dijo ella y negó.

La seguí por la escalera y me detuve en la puerta de mi hijo, golpee dos veces, no lo hacía más, si no contestaba él sabía que yo simplemente entraría. Ale abrió la puerta listo para pelear pero al verme cerró la boca. Extendí mi mano y suspiro, se despidió de su novia y me entrego en aparato.

"Solo llevaba 10 minutos" me dijo, mando una mirada molesta a Larissa.

"Mentira, llevabas más de 20" le entregue el teléfono a ella.

"5 minutos" le dije.

"Gracias mamá" sonrió y se metió en su cuarto.

"Sabes que tendrás que venir a quitárselo en media hora" dijo Ale, lo mire "va llamar a su nuevo novio".

"Nuevo, que paso con el antiguo" se encogí de hombros y suspire, "parece que voy a tener que hablar con ustedes sobre ciertos temas" mi hijo se estremeció.

"No de nuevo" dijo, "con una vez es más que suficiente".

"Limpiaste tu cuarto".

"Ya lo hago".

"Alejandro" lo llame, "quieres que lo haga yo".

"Lo hago ahora, ya voy" se quejo él y me aleje, "igual te quiero" me grito y sonreí.

"Estos niños me van a sacar canas verdes" dije mientras bajaba por la escalera.

"El problema es que ya no son niños" dijo Lena en la puerta.

Sonreí al verla y corrí hacia ella, me recibió con un abrazo y nos besamos.

"Ya regresaron" dije mientras la besaba.

"Aja" murmuro Lena y me acerco más para prolongar el beso.

"Por Dios" dijo Ale pasando a nuestro lado, "no hagan eso en público".

Lena gruño y me aleje, ambas lo miramos y luego seguimos besándonos. Nuestro hijo se quejó y se alejó de ambas, nos reímos.

"Mami compre helado" dijo un niño desde abajo y mire.

"De qué" me agache a su lado y vi, "chocolate de nuevo".

"Me gusta chocolate" dijo el feliz, me reí.

"Bien" dije y mire a su madre.

"Si quieres de otro sabor tienes que ir tú de compras", dijo Lena como si nada, negué.

"Kirean" le dije a mi hijo de cinco años, "lleva esto a la cocina, bueno" él asintió y se fue.

Entramos a la sala y Krypto, nuestro perro, apareció.

"Ale" dijo Lena, "sacaste a pasear al perro".

"Lo hago después, mi mamá me mando limpiar mi cuarto" Lena me miro y voltee mis ojos.

Ale apareció por el pasillo.

"Tu mamá te dijo ayer que limpiaras tu cuarto".

"Lo voy hacer ahora" murmuro mi hijo.

"Saca primero a Krypto, luego limpias" dijo Lena.

"Pero…"

"Ahora" dijo con más energía Lena y Ale gruño, casi idéntico a ella.

"Está bien, pero no se quejen cuando termine de limpiar mi cuarto en la madrugada" tomó la correa de la pared.

"No nos quejaremos, siempre nos dormimos tarde" dije.

"Agg" se quejo Ale, "no quería oír eso".

"¿Quien quería un perro?" dijo Lena y nos sentamos en el sofá.

"Todos, por qué yo siempre tengo que sacarlo a pasear, limpiar sus porquerías, alimentarlo, bañarlo" Lena y yo volteamos a ver a nuestro hijo.

"Yo lo alimento" le dije.

"Y yo lo baño" dijo Lena, Ale nos miró.

"Bien, entonces si yo lo saco a pasear que Larissa limpie sus desechos" en ese momento ella paso detrás de él.

"Ni lo sueñes" dijo y desapareció hacia mi oficina, "mamá voy a tomar un lápiz".

Suspire.

"Bien" le dije.

"No es justo…" se quejo Ale y salió de la casa sin dejar de murmurar.

Apoye mi cabeza en el hombro de Lena.

"Qué lindo es el silencio" dije.

"Si" murmuro Lena.

Un estruendo de ollas se escucho de repente y levantamos la cabeza, Kirean paso corriendo por el pasillo y subió las escaleras, nos miramos.

"Y nosotras queremos otro hijo" le dije a Lena.

"Creo que sí".

"¿Por qué?" pregunte y nos pusimos de pie.

"Es muy divertido hacerlos" asentí.

"Cierto".

"Acepta que tienen algo lindo" tomó mi rostro y me beso.

"Sí, hasta que aprenden a hablar, pelear, quejarse, ahí dejan de ser lindos" sonrió.

"Tú la cocina y yo la habitación" asentí y salimos de la sala, ambas tomamos caminos separados, al recordar algo la llame, se detuvo.

"Sabes que Larissa tiene novio nuevo" abrió la boca.

"¿Qué paso con el viejo?" me encogí de hombros, "Dios, me van a salir canas verdes…" sonreí al escucharla murmurar mientras subía las escaleras, me dirigí a la cocina para saber cuál era el ultimo desastre que mi pequeño hijo había causado.

Suspire, bien, aceptaba que la mayoría de las veces estos niños eran una dulzura, al llegar a la cocina mi opinión cambio. No siempre lo eran, menos cuando intentaban hacer una torre con todas las sartenes, ollas y fuentes de plástico que tenían a mano, eso no era dulce…solo un poco, pero no demasiado.
  
  

 
 
  
  
Fin...

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Aun dentro de la Oscuridad (SuperCorp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora