Oír los gritos de mi madre desde la cocina no es fastidioso para mí, de hecho, me acostumbré. Hace media hora el despertador sonó, pero según ella aún no he despertado. Rio internamente mientras termino de hacerme una coleta alta, me aplico un bálsamo rosa y me dirijo al espejo.
Llevo un conjunto chándal negro y zapatillas blancas. Camino a la cocina encontrando a mi madre al teléfono con un delantal.
—Buen día, mamá —digo y se gira hacia mí dando un beso en mi frente, hace una seña con la mano indicando que espere y yo observo como pone un plato frente a mí. Contiene fruta picada y hago mala cara, me manda una mirada de advertencia y de mala gana comienzo a comer la fruta.
Siempre se ha empeñado en que desayune saludable, dice que desayunar cereales como acostumbro para ella no está bien.
Escucho como se despide de la llamada, diciendo que llegara en 15 minutos después de llevarme a la Universidad.
—Nena, ya sabes que no llegaré temprano hoy del trabajo, ¿verdad? — dice una vez acabo mi desayuno y asiento con la cabeza mientras observa mi ropa.
—Necesitas salir más con esa amiga tuya— termina de decir frunciendo sus labios. Se quita el delantal cogiendo su bolso de la encimera —Vamos, se hace tarde - me apura y me levanto yendo a cepillar mis dientes para después salir.
—Mamá —le llamo mientras se sube al auto, gira su mirada hacia mí y me adentro —tendré una fiesta este viernes—le cuento y arranca el auto
— Oh, que bien, la idea de que salgas y te distraigas me parece perfecto. —Me dice mientras estaciona el auto en el parqueadero una vez que llegamos a la universidad. Su teléfono vuelve a sonar y me da un beso rápido en la frente y bajo del auto.
Una vez mis pies tocan el asfalto de la universidad, me agilizo a observar que clase me toca a primera hora, contabilidad. Me apresuro por los pasillos para llegar a mi casillero abriéndolo en el acto, saco mi libreta de apuntes y cierro el casillero listo para introducir la llave que lo asegura.
—Hola, gatita —me sobre salto y Ian sonríe con autenticidad al ver mi reacción —lo sé gatita, no todos los días ves una cara tan bella, pero no tienes necesidad de que lo demuestres tanto— dice y ruedo los ojos al escuchar cómo me ha llamado
—Michelle, mi nombre es Michelle —le reitero por segunda vez mientras me enfoco en asegurar mi casillero.
—¿Esta lista para realizar el trabajo? — había olvidado que habíamos quedado para hoy.
—Tengo clase —le respondo volteándome hacia él, sus ojos miel se posan sobre los míos mirándome con burla.
— No me digas que eres de las que no se salta ninguna clase —dice enarcando una ceja, entre abro mis labios quedando acojonada, niega con la cabeza mientras chasquea la lengua —Lo supuse —termina de decir girando a seguir el trayecto el pasillo —te paso a buscar cuando suene el primer timbre —dice sin voltearse, observo como camina hasta que se pierde con la multitud de estudiantes.
ESTÁS LEYENDO
Mil barreras para amar ©
ChickLitPara Michelle su vida simplemente era "normal" aburrida y monótona, su padre había muerto en manos de sus deudores o como mejor le dijeron "atracadores" los cuales al no sentirse satisfechos quisieron cobrar el resto de sus deudas con ellas, logrand...