Capitulo 8

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Gruño y mandando un puño al aire

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Gruño y mandando un puño al aire.

— ¿Quién mierda es? — refuto escuchando el sonido con insistencia, abro los ojos y agarro el culpable de que mi sueño sea interrumpido.

— ¿Qué quieres? — contesto la llamada.

— ¡Hermanazo! — Jean vocifera con una alegría para nada contagiosa, aumentando las ganas de cortársela con un jodido golpe en la cara— ¿no me digas que estabas de bella durmiente? — Gruño en respuesta y suelta una carcajada aumentando mi mal humor.

— Habla de una vez o tiro de la llamada. — Ríe nuevamente.

— Tranquilo viejo — suspira — te tengo una invitación esta noche — habla con entusiasmo.

— No — lo corto de una vez. De él no se que esperarme— no sé dónde sea ni para que sea, pero no saldré a ninguna mierda.

— No seas nenaza — habla nuevamente — es una fiesta en casa de mi primo.

— ¿Steven?

— El mismo — ríe, me está comenzando a hartar su risa — no te preocupes ya te aparte la mejor mesa... Ya sabes con más nenas — ruedo los ojos — ¿Qué dices?

— Habrá whisky — vuelve a hablar una vez no digo nada.

— Ah, ya, entendí llevarás whisky de papito el director para que tu fiesta sea divertida— digo con burla, es el hijo pródigo del director, según él su hijo es el mayor ejemplo estudiantil.

Si supiera.

Suspiro.

— En casa hay muchos, uno menos o uno mas no se dará cuenta — bufa con molestia y sonrío.

Bien, no estaría mal.

— Consigue tequila y ahí estaré — digo terminando la llamada ya harto de escucharlo.

Me levanto de la cama acomodando la erección matutina encaminándome al baño.

Enjuago mi cara y cepillo, mis dientes volviendo a dirigirme al interior de mi habitación. Mi genio empeora cuando noto que son las putas seis de la mañana ¡¿Quien mierda se cree este imbécil?! Odio que interrumpan mi sueño.

Bajo las escaleras, pasando los cuartos principales, llegando a la cocina, encontrando a mi madre preparando el desayuno.

— Buen día mi niño — habla con cariño sonriendo a mi dirección.

— Buen día, mamá— contesto sentándome en el taburete, observando que ha hecho pan tostado. Estiro el brazo agarrando uno ganándome una mal mirada de su parte y sonrío dándole el primer mordisco.

— ¿Saldrás esta noche? — pregunta sirviendo el café que pone al lado del plato de tostadas, recibo la taza y asiento frenéticamente.

Me mira preocupada.

Mil barreras para amar ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora