30 | La cumbre del romance

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Antes de leer el capítulo:

Para los que andan un poco confusos porque no les suena haber agregado este libro a sus bibliotecas, os comento que puede ser porque he cambiado la portada. Dejo la antigua por aquí, al lado de la nueva, que está hecha por Wristofink con mucho amor y mucho mimo. Ha usado mis colores favoritos y la ilustración es UNA PASADA.

Comentad un corazón si la nueva portada os gusta tanto como a mí. ♡

Ahora sí, bienvenidos de vuelta:

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Ahora sí, bienvenidos de vuelta:

Capítulo 30 | La cumbre del romance

Hailey

Al llegar a su casa, Tate y yo nos metemos juntos en la ducha. Yo no puedo dejar de sonreír —de hecho, mi sonrisa no ha abandonado mis labios desde que nos hemos ido del instituto—, y Tate no puede parar de besarme y de acariciarme.

Abraza mi cintura por detrás y llena mi espalda de besos tiernos que me derriten por dentro.

En mi mente, las duchas en pareja siempre habían sido sinónimo de sexo, pero después de adorarme durante lo que parece toda una vida, Tate se dedica a cuidarme de una forma romántica y muy poco sexual.

—Tenemos que ducharnos juntos muchas más veces —digo, porque el masajito que me está dando en la cabeza mientras me enjabona el pelo es lo más relajante que me han hecho nunca.

Tate suelta una pequeña carcajada a mis espaldas.

—¿Por los masajes, o porque te encanta tenerme cerca?

Le miro de reojo.

—¿Estás seguro de que quieres que responda?

—Hmm..., no. —Vuelve a reírse y me besa el hombro—. Mejor no digas nada.

Cuando termina de aclararme el pelo, insisto en que me deje lavárselo a él. Tiene que apoyar las rodillas en el suelo de la ducha para que yo pueda llegar a la coronilla de su cabeza.

Me encanta su pelo. Es super sedoso y brillante y huele de maravilla. Y como yo también he usado su champú, supongo que el mío olerá igual cuando salgamos de la ducha.

Me presta una de sus camisetas para que la use de pijama y, como hace frío, también me deja unos pantalones que me vienen enormes. Tengo que atármelos con una goma del pelo a la altura de las costillas y aún así me llegan hasta las plantas de los pies.

Conforme nos acercamos a la cocina, el olor a comida me abre el apetito y hace que me suenen las tripas. Al asomarme, veo que Zane está frente a los fuegos, salteando algo en una sartén.

—¡Qué bien huele! —Me acerco emocionada para ver qué está preparando—. ¿Qué es?

—Pollo con anacardos. Es una receta tailandesa.

Juego de seducción © [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora