33 | Al menos hay música

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Capítulo 33 | Al menos hay música

ADVERTENCIAS:

Mención explícita de ataques de pánico, intento de suicidio, abuso de drogas, intoxicación, reacciones adversas y hospitalización debido a estas. También se describen heridas de autolesión.

Es un capítulo ligerito, como veis :D.

Tate

No son ni las doce del mediodía, pero puedo decir con certeza que este está siendo uno de los peores días de mi vida, si no el peor. Pensaba que nada superaría a la primera hospitalización de Alice, pero ahora estoy reviviendo ese momento con el corazón roto y la culpa atravesándome las entrañas, y es una puta tortura.

Alice y Hailey son dos de las personas más importantes en mi vida, y las dos se han puesto de acuerdo para destruirme en menos de doce horas. Supongo que era inevitable; Alice no estaría en urgencias si Hailey hubiera hablado conmigo antes, y Hailey no tendría que haberme ocultado nada si Alice no se lo hubiera pedido.

«¡Quizá si tú hubieras estado ahí para ella no te lo tendría que haber dicho yo!». Joder. Desearía poder borrar la voz de Hailey de mi cabeza, pero esa frase se repite una y otra vez, como un recordatorio agonizante de que yo también tengo la culpa, y aunque Hailey eligiera las palabras con la intención de hacerme daño, no quita que sean ciertas.

Quiero desaparecer.

No para siempre, solo durante unas horas.

Reconozco la sensación porque, cuando vivía en casa de mis padres, me sentía así constantemente. Por eso empecé a salir de fiesta. Usar el sexo y el alcohol como distracción no podría ser más típico, pero ese es precisamente el motivo por el que la gente recurre a ello: no necesitas ser creativo y sabes que va a funcionar. Al final aprendí que lo que realmente estaba buscando era alejarme de mis padres y de Alice.

Era lo que necesitaba en ese momento, pero ahora no puedo evitar sentirme culpable por haberme separado de mi hermana.

A decir verdad, no debería sorprenderme que ella haya recurrido a la tercera distracción más popular para evadir la realidad, lo cual solo refuerza la acusación de Hailey: si hubiera prestado un poco más de atención a Alice, me habría dado cuenta yo mismo.

Frustrado, me cubro el rostro con las manos.

Justo en ese momento, me llega un mensaje:

«Hailey

No sé si lo recuerdas, pero en nuestra primera cita te dije que no suelo disculparme con facilidad. Era verdad y lo sigue siendo, pero también es cierta otra de las muchas cosas que te he dicho a lo largo de nuestra relación: contigo todo es diferente y siempre serás mi excepción.

Así que quería volver a pedirte perdón, esta vez sin intentar hacerte daño para sentirme mejor conmigo misma porque sé que la he cagado.

Me preocupo por Alice y lo último que quería era que acabara en el hospital por mi culpa. De hecho, si tomé la decisión de no decirte nada, fue porque no estaba pensando en ti ni en mí, sino en ella.

Aún así, si pudiera volver atrás y hacer las cosas de otro modo, lo haría.

Y, sobre todo, no te habría dicho hoy algo que no creo de verdad solo con la intención de herirte.

No pienso que no hayas estado ahí para Alice; creo que eres el mejor hermano que puede tener».

Un mensaje así debería aligerar el peso que siento en el pecho y que me impide respirar, pero en mi caso el efecto es el contrario: si tenía esperanzas de que la herida que Hailey ha dejado en mi corazón pudiera cerrarse en algún momento, ahora sé con seguridad que eso no va a pasar. Está abierta y sangrando y me consume por completo. Siento que me falta el oxígeno desde que Hailey se ha ido, y no me parece una locura pensar que nunca volveré a respirar como antes.

Juego de seducción © [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora