Capítulo 16: Los deseos ocultos de Isabella.

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En la juventud, aprendemos; en la vejez, entendemos.

Marie Von Ebner.

Lunes, 2 de diciembre del 2019.

Isabella:

La observo desde la distancia con su hermoso vestido, que tal y como esperaba le queda muy bien. Estoy en una mesa con mi abuelo Jorge y mi hermano Fabián, apartados de la mayoría de las personas porque al abuelo no le gustan.

-No sé cómo soporto venir a este tipo de eventos - se queja el abuelo- Con lo cómodo que estaba en el porche de la casa observando las estrellas.

-Abuelo, hay estrellas todo el día en Plutón, ni siquiera existe el movimiento de rotación o traslación, porque no tenemos ningún satélite con el que hacerlo. – le expone Fabián al abuelo quien le da con uno de sus más finos y elegantes bastones. - ¡Aush! – se queja mi hermano sobándose el brazo.

- ¿Me ves cara de idiota?- mi hermano niega con la cabeza- ¿Crees que nací ayer? - vuelve a negar frenéticamente.- Por supuesto que sé todas esas cosas, pero era preferible hacer lo mismo de siempre, cómodo, a ponerme un saco lleno de polvo que me da picazón. Te salvas que no traje mi otro bastón, este es muy blandito para nietos come mierdas como tú. – el abuelo se molesta y empieza a caminar lejos de la mesa.

-Abuelo, ¿A dónde vas? - digo tomándolo del brazo guiándolo nuevamente a la mesa.

-A que me corra el aire, tomatico, no soporto esta corbata y discretamente me la quitaré y la pondré en el pastel que hace Félix, ya verás el escándalo que le formará a sus discípulos. - me guiña un ojo y se va. Rio, porque mi abuelo es un caso. Félix, es un amigo del abuelo que trabaja como chef en el castillo y a quien también al abuelo le gusta mortificar con sus chistes.

Vuelvo con mi hermano a la mesa en la que se sumó Marx.

- ¿Qué dice el abuelo? Espero que no se haya molestado de verdad- dice Fabián riéndose.

-Fue a molestar a Félix, ya sabes cómo es, nunca está tranquilo. - digo desinteresadamente observando a Alexa sonreír.

-Si yo sé cómo es, casi me dan lastima los discípulos, pero cuando me doy cuenta que sirven para distraer al abuelo, no me dan absolutamente nada

-Mhm- respondo distraída en lo que Fabián sigue hablando, no le presto atención y solo la observo a ella.

- ¿A qué esperas? No te puedes quedar toda la vida solo mirándola. Se le va a caer la ropa de tanta intensidad. - me susurra Marx.

-No es tan fácil como lo planteas.

-En realidad lo es. Piénsalo bien, no tienes nada que perder.

- ¡Por todos mis garabatos! Eres como una voz de la conciencia, ¿lo sabías? - le respondo a Marx.

-Eso me han dicho – guiña uno de sus verdosos ojos.

-Eso no quiere decir que no seas un pesado a veces.

- ¿Me estás escuchando Isabella? - pregunta Fabián y me sonrojo, porque no lo estaba atendiendo en lo más mínimo. - Vale, está bien, lo entiendo, ve a por ello campeona.

Camino con seguridad hacia mi objetivo, y solo me detengo para tomar una copa de uno de los meseros que deambulan. Pero para llegar a ella tengo que atravesar una manada de personas que bailan en la pista.

Por todos mis garabatos, casi parece un tabú, hasta que la música se detiene y unos altavoces anuncian que la reina va a decir unas palabras, y no me queda más remedio que quedarme quieta en donde estoy, ya que sería una falta no atender a la reina mientras habla. Todos los presentes hacemos una reverencia en cuanto la ven pasar y ya luego después de su señal con sus manos indicando de pie, nos levantamos.

The Flowers [ Parte 0] EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora