Capítulo 24: La princesa y el vizconde Fernsby.

2 2 0
                                    

Hay un tiempo para todo tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra y tiempo de paz.

Eclesiastés 3:8.

Domingo, 5 de enero del 2020.

Flor de Loto.

Ronald está muerto

Ese es el único pensamiento que ha estado atormentando a mi mente desde ayer conjunto a muchas interrogantes como la razón de haberlo hecho. ¿Qué ganaban? ¿Por qué ocultármelo?

No he dormido ni comido, y mi cara demacrada con apariencia de zombi conjunto con mis afectadas tripas son muestra de ello. Pero es que me niego a comer, siento que si lo hago terminaré vomitando. Todo y todos me asquean en este instante, hasta mi propio ser, si solo hubiese tenido mis poderes

¿Por qué?

Ellos apenas se conocían si quiera, me refiero a Aleida y Ronald. Trato de entenderla, pero sin éxitos lo único que consigo es odiarla por arrebatarme a mi otra mitad, mi gemelo de espíritu y alma, mi guía, hogar, a mi Sanji. Muchos recuerdos me atormentan, desde mi niñez hasta la última vez que nos vimos. Llorar se ha convertido en respirar desde que Isabella me lo dijo y rezo internamente porque todo se trate de una vil mentira.

Ayer me llegó una nota de M.I, otra vez, ni siquiera leí con atención su contenido, solo la firma, convenciéndome de que no es Edwards quien las envía.

Todos lo sabían, menos yo, claro está. Nunca fueron mis amigas verdaderamente que ingenua fui.

Sigo lamentándome encima de la cama hasta que tocan la puerta de la habitación.

- ¡No quiero ver a nadie! - grito, secándome inútilmente lágrimas que no dejan de brotar.

-Supongo que se referirá a los empleados- dice la princesa entrando en mi habitación.

-Su majestad- me inclino y le dedico una de las tantas reverencias que hice toda mi vida.

Es irónico como las locuras ahora fundadas de mi madre parecen florecer en este planeta.

La princesa se sienta a mi lado hundiendo el suave colchón a su vez. - ¿Qué le ha pasado? – pregunta y hago el inútil esfuerzo de secarme las lágrimas e incorporarme.

-No es nada su majestad- imito un amago de sonrisa que no queda mejor que una horrible mueca.

-Mentir a la realeza es un delito.

Suspiro- Mataron a mi mejor amigo- digo mirando a cualquier lugar menos a la princesa que tiene el mismo nombre de mi madre.

-Oh, ya veo. – me mira con lástima. – Si pudiese hacer algo

-No hablarme del tema ni mostrar lástima y decirme a que vino- le interrumpo el discurso y resoplo.

Mi intención para nada es ser borde o pesada, pero en verdad lo único que quiero es hacerme un ovillo en la cama y pasar mi duelo en paz.

-Bien, entonces voy a ser directa. Había venido porque quería dar un paseo con usted, ya que mi madre es un poco sobreprotectora y no me deja salir del palacio.

- ¿Nunca ha salido del palacio? - pregunto asombrada.

-No tanto como hubiese querido- admite.

Qué vida tan enferma.

-Por eso, ¿quería que me ayudara a ver a un chico fuera del palacio?

-Lo siento, pero no puedo hacer eso, si su madre se entera yo estaría en problemas.

The Flowers [ Parte 0] EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora