La mayoría de mi vida no me han gustado los domingos, no sé si a todos les pase, o solo sea a mi, llega un momento del atardecer en el domingo que siento que todo está por terminar, una nostalgia indescriptible, recuerdo que en algún momento de mi vida me gustaron, fue cuando estuve en una relación con una persona a quien amé demasiado, pero cuando estuve casada, seguían sin gustarme, realmente me deprimían los domingos y justo buscaba cosas que hacer en mi trabajo, para no pensarlos, para no sentirlos...
Veo el atardecer desde el balcón de mi casa, y comienzo nuevamente a sentir esa presión en mi pecho, no me gustan los domingos me repito mientras ruedan lagrimas sobre mis mejillas, mi mente no es en estos momentos el mejor aliado, marco un número... su número... escucho que responde.
—¿Puedo ir a tu casa? no me siento muy bien.
—Claro —responde con esa voz dulce que me calma.En cuanto abre la puerta me siento segura, me pregunta como estoy y finjo que está todo bien, no quiero afligirlo en estos momentos en como me siento, en si estoy bien o no, me pregunta si quiero ver una película y acepto, acomoda el sillón de su sala para que sea más confortable y me pide que me acerque a él, elegimos la película, su brazo rodea mis hombros y yo decido acurrucarme entre sus hombros y acomodar mi cabeza sobre sus hombros para verla, me gusta estar así con él, todo va bien, pero vuelve a llegar a mi el momento en que solo recuerdo que los domingos no me gustan, pero estar ahí con él, me hace sentir bien, teniendo a lado de mi, a alguien que seguro notó que cuando le marcó estaba llorando y aún así no insistió en saber nada más, escucho los latidos de su corazón, y recuerdo que aunque a veces finjo ser demasiado fuerte frente a mi familia, los duelos aún así te cobran factura, siento salir lágrimas de mis ojos aunque igual, dentro de mi es solo, Adleth, cálmate, estás bien, estás en el lugar correcto (y no me refería precisamente a los brazos de Yannick, que aunque bien si me hacían sentir muy bien) era más sobre estás cerca de tu familia, de tus seres queridos, de tu red de apoyo, estás bien, tomaste la decisión correcta, me giro hacia él y me abraza con todas sus fuerzas, no sé si sabe como me estoy sintiendo, no sé si ha notado que estoy llorando, pero estar entre sus brazos me trae paz, y no importa si explota en estos momentos el mundo, porque donde estoy, me siento bien... estar con él se siente bien.
Soy sincera cuando digo que no me quiero mover de aquí, que no quiero que el momento que estoy pasando con él se acabe, los créditos de la película comienzan a salir y sé que debo regresar a mi realidad detrás de esa puerta, me pregunta en voz baja si quiero quedarme a cenar, y asiento.
—¿Qué prefieres que te cocine? —pregunta curioso
—No lo sé, deléitame —lo veo levantarse del sillón y de inmediato siento el vacío.
—Veré que hay en el refri —Va directo hacia su cocina y no sé que me pasa con él, me gusta ese contacto físico, y miren que acepto que no me gusta que me abracen, mi espacio vital es muy importante para mi, no permito que cualquiera lo sobrepase, incluso acepto que aunque la pandemia fue difícil en muchos aspectos, si algo valoré fue justo eso, los saludos generales y no de beso y abrazo, no me encanta el contacto físico con toda la gente, solo con mi familia, y bueno, es obvio que con el individuo que comienza a sacar ingredientes de su refigerador y alacena porque incluso les confieso que esa era una de las peleas con mi ex esposo, no me encantaba del todo que me abrazara o me besara... y con Yan es diferente, quiero que vuelva aquí y me siga abrazando, pero sé que no puedo ser tan codiciosa, así que con todas las fuerzas que reúno en mi, me levanto para ir hacia él.
—¿Qué harás? —no sabía que se le daba la cocina.
—¿Te gusta la pizza? —y sonrío.
—¿Sabes que viví muchos años en el país donde cocinar es todo un arte prácticamente y la pizza es una de esas obras que tanto presumen cierto? —Me observa detenidamente.
—Tendrás que probar la mía y ver que soy mejor que los italianos cocinando una pizza.
—Acepto el reto —guiño el ojo.
—¿Puedes ayudarme? —pregunta
—¡Eso es trampa! osea... ¿Cómo te voy a ayudar? me siento usada —se ríe.
—Ni sabes para que pero, ahí vas a quejarte Adleth, te iba a pedir que de allá —señala un gabinete —saques una botella de vino —hago un puchero y voy hasta el lugar que me indicó, me indica cual es la que desea, y voy nuevamente hacia él, lo veo girar para sacar unas botellas de vino y me sirve, de hecho me toma de la mano para llevarme hacia la silla donde prácticamente me sienta.
—Aquí quédate sentadita, yo haré el resto.
—No sabía que eras bueno cocinando, bueno, espero que lo seas —sonríe.
—Mujer de poca fé.
—Quizá un poco. —lo veo amasar, parece muy concentrado en ello, de vez en vez toma de su copa e incluso a puesto un poco de música y la tararea, me hace reír con chistes malos, y ha hecho desaparecer aquella falta de aire que me hace sentir este día de la semana.
Cenamos, tomamos vino, lo escucho cantar, me gustaría en algún momento volver a escuchar que toque la guitarra, pero evito mencionarlo, muchas veces también se acerca a besarme de pico y se siente esto bonito y cotidiano.Se siente bien... ¿Debería de sentirse así?
Me toma de la mano y me jala hacia él, sus ojos cafés con esa mirada tan dulce, su sonrisa tierna, me da una vuelta como si simuláramos bailar.
—¿Te gustó la cena? —pregunta
—Muy rica, cinco estrellas, excelente servicio.
—Ves, y no querías creerme que cocino bien.
—De hecho acepto, que es la pizza más rica que he probado —le sonrío y me animo...
—Yo tengo el postre...
—¿Cuál es? —pregunta curioso
—Yo... —sus ojos se abren de sorpresa, pero no deja pasar mucho tiempo, porque de inmediato me besa, sabe a que me refiero...
—¿Quieres ir a la recamara? —pregunta y parece angustiado y ansioso a la vez.
—Si, te sigo. —lo veo girar y aún nuestras manos siguen unidas, mi corazón late desbocado, sigo su andar, subimos las escaleras de su casa, y vamos directo hacia su recamara, lo noto nervioso.
—¿Estás segura? ¿Quieres que esto pase?
—Si...
—¿Puedo poner música? —su voz incluso parece tener un falsete cuando está nervioso.
—Si, está bien. —Prende un pequeño equipo de sonido que tiene en su habitación, y yo también estoy nerviosa.
Se acerca a mi, y parece esperar a que yo de el primer paso, como si no quisiera que en el último segundo me arrepintiera, levanta con su mano mi quijada y me acerca para que le de un beso, lo correspondo mientras poco a poco me recuesta en la cama, y esto se siente como si fuese la primera vez en mi vida, esos nervios, el no saber que sigue, digo ya tuvimos una experiencia previa, pero en esta ocasión estamos solos, quiero dar el siguiente paso, su camisa desaparece, mi blusa de la misma manera, desabotona mi pantalón y hago lo mismo con el suyo, nos vemos y pareciera que ambos buscamos la aprobación para indagar sobre que hay debajo de ellos, su mano ingresa en mi, mientras que mi mano lo envuelve a él, besos, ligeros gemidos, y de pronto sentimos que la ropa que seguimos trayendo puesta nos estorba, sus labios sobre mis pechos, sus manos bajando mi ropa interior, veo solo el techo, estoy nerviosa, no pensé que podría estarlo nuevamente en esta situación, se baja el pantalón y se pone sobre mi...
—¿Estás segura? —vuelve a preguntar y asiento.
—¿Tú lo estás? ¿Tú quieres?
—Claro que quiero.
—Está bien entonces —sus labios se unen a los míos como si quisiese corroborar que no saldré huyendo, se aleja un poco de mi, mientras yo tapo con mis manos mis ojos, no porque no quiera ver, si no porque en estos momentos solo sé que daré el siguiente paso con alguien más, con alguien que nunca creí que pudiese tener de esta manera, y si me siento como la adolescente de quince años, ¿Se puede uno volver a sentir de esa manera? él no fue mi primera vez, pero esto se sentía muy parecido a ello... Comienzo a sentir como se hace camino dentro de mi, no me deja de mirar, y yo veo su mirada dulce, y me repito, Adleth estás bien, estás en el lugar correcto, y se siente bien, reiniciar tu vida sexual con alguien con quien tuviste un pasado, no es un desconocido, no es alguien nuevo en tu vida, es alguien a quien tú quisiste, quieres, alguien con quien tienes confianza, no pudo haber existido una mejor para tu "segunda primera vez"
Y me gustó, y lo disfruté, lo disfrutamos, ese día me dije que lo que teníamos lo iba a disfrutar como si fuese la primera y la última vez, porque no sé si la vida me iba a volver a permitir tener a Yannick en mi vida...Yannick... de pronto hiciste parecer que los domingos me podrían volver a gustar, pero no hubo nada más efímero y doloroso que darme cuenta que recordarte es tan nostálgico como un atardecer en ese día de la semana.
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¡No es una historia de amor!
ChickLitSi buscas una historia de amor con un final feliz, seguramente no estás en el lugar indicado, la vida es así, real, y no todo es como quisiéramos, una historia que hará catarsis en muchos de nosotros.