Capítulo 3

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Joshua le pagó al taxista y sacó un montón de bolsas del coche. Le llevó dos viajes llevarlas desde la acera hasta la puerta principal.

Golpeó la puerta y entró.

—Soy yo. Joshua.

—¿Eres el canguro? —Una mujer alta y morena que se parecía a Jun se reunió con él en la puerta, agarrando una de sus maletas—. Envié a Junhui a trabajar temprano. Necesitaba algo de tiempo.

—Sí, soy Joshua. Tuve que irme para traer mi ropa y otras cosas, además fui a comprar cosas para los niños.

—Soy Jia, la hermana de Junhui. Te ayudaré. Mingyu está viendo dibujos animados. —Arrastró sus cosas por las escaleras, hacia la enorme suite privada que Junhui le había dado. Estaba muy bien decorada, lujosa como el resto de la enorme casa, totalmente inadecuada para niños.

—Genial. Podía haberme hecho cargo de los niños solo, lo sabes ¿verdad? —Junhui no había decidido que no podía hacer el trabajo, ¿lo hacía?

—Lo sé, pero se fue hace una hora. Simplemente... bueno, está deprimido. Necesita un poco de tiempo solo, preparando los menús y los precios de cada plato.

Sabía que Junhui estaba deprimido. No dormía lo suficiente, dos niños pequeños de pronto caían en su regazo y la muerte de su mejor amiga.

—Es terrible lo que pasó. Sin embargo, me alegro de que estuviese allí para los niños.

Puso su mochila y la bolsa de lona en su habitación y luego recogió el resto de las bolsas. —Tengo un montón de cosas a prueba de niños que colocar en este lugar. Es bastante abrumador, todo lo que hay que hacer para estar listo para los niños y sin tener los nueve meses que la mayoría de la gente tiene.

—No, no, no lo tuvo y debería haber tenido ayuda, pero ese jodido egoísta se largó.

Joshua frunció el ceño. —¿Perdona? —La madre había muerto, ¿verdad? ¿Qué se estaba perdiendo?

—Minghao. Lo siento. Quiero decir, sabes que Junhui es gay, ¿verdad? Minghao no duró ni tres días.

—Sabía que era gay, no sabía que había tenido una relación.—Cristo, qué desastre. No era de extrañar que Junhui se viera tan cansado.

—Siete años. Siete años, construyeron esta casa junta y Hyejin muere en brazos de Junhui, que se hace cargo de esos bebés y el hijo de puta dice que no quiere el desorden. —Los ojos de Jia tenían un brillo malévolo—. Estoy considerando, seriamente, castrarlo.

Asintió, ese hombre parecía un verdadero cabrón. —Una vez que las tengas, dale sus bolas a Junhui para que las cocine y alimente al tipo con ellas.

Los ojos marrón oscuro, que eran la única cosa que era diferente a Junhui, lo miraron, ampliándose, entonces ella se echó a reír. —Me gustas.

Él sonrió. —Gracias. Si vas a estar rondando por aquí, voy a comenzar a colocar las protecciones a prueba de niños. —Tenía los seguros para armarios y cajones, el inodoro, la nevera y la cocina, así como cubiertas a pruebas de niños para las puertas. Luego estaban las cubiertas para los enchufes y esperaba que a Junhui no le importase pero algunos de los libros, DVDs y otras cosas tendrían que moverse algunos estantes más arriba. Estaba sorprendido de que Mingyu no hubiese destrozado las cosas sólo por curiosidad.

—Me quedaré todo el día. Tomé el día libre en la empresa. Fueron muy amables.

—Eso es genial. —Mientras no significara que Junhui y Jia no confiaban en él.

—Entonces puedes cuidar a los niños, mientras acondiciono el lugar a prueba de niños, después podremos ver las cosas que los niños puedan necesitar. Traje algunos juguetes y un montón de libros para Mingyu, pero si necesitan más ropa o cualquier cosa, debería ser bastante fácil darse cuenta.

—Sí, claro. Excepto que no tengo hijos y no tengo ni idea. Ninguna.

—Está bien, puedo ver qué más se necesita. —Trató de no reírse, pero parecía que Junhui y su hermana no tenían ni idea de cómo tratar con niños.

Se encogió de hombros, le guiñó un ojo. —Crecimos en restaurantes. Nuestros familiares eran los lavaplatos, los cocineros y los maîtres.

—Bueno, apuesto a que usaban las ollas, satenes y cucharas de madera, como una batería. —Los juguetes inventados, muchas veces tenían más éxito que los comprados en la tienda.

—Recuerdo eso, sí.

Mingyu comenzó a gritar. —Gominola.

—¡Ya voy, Minnie! —sonrió — Voy a golpear el trasero de Junhui, por enseñarle ese viejo apodo.

Joshua se echó a reír y sacudió la cabeza. Eso era para darle con un palo, también.

Comenzó a adecuar el lugar a prueba de niños, mientras que Jia se ocupaba de Mingyu. Empezó por la habitación de Mingyu, poniendo las tapas en las tomas de la corriente y comprobando si la cómoda estaba atornillada a la pared. No lo estaba, hizo una nota mental de eso, apostaría que había más de un aparador o estantería que iba a necesitar ese tratamiento.

Luego pasó a la cocina, pensando que era probablemente la habitación con mayor potencial para la tragedia.

Tenía que admitir que la casa de Junhui era impresionante, cuatro dormitorios, tres baños y un aseo. Una piscina en el... Oh, Dios. Había mucho que hacer.

Ni siquiera tenía las cosas necesarias para adecuar el patio trasero. Tendría que averiguar cuándo podría Junhui llevarlo a la ferretería. Por el momento, mantendría la puerta trasera cerrada y los protectores en la manivela para que Mingyu no pudiese abrirla aunque lo intentara. Y tendría que hacer hincapié en que la puerta trasera tendría que estar siempre cerrada.

Pasó un par de horas haciendo lo básico antes de que Chan se despertase.

—Yo me encargo —gritó a Jia, dirigiéndose a su habitación.

El pequeñín tenía un par de pulmones fuertes, tenía la cara un poco colorada. Señor, ¡estaba furioso!

—Hola, cariño. Apuesto a que estás mojado y hambriento. —Lo levantó, poniéndolo contra su hombro y meciéndolo. Por su llanto parecía estar de acuerdo con él y sus pequeños dedos se apretaban firmemente en su camisa.

Lo puso sobre el cambiador y hubiera hecho el trabajo fácilmente, pero las cosas no estaban ordenadas y no podía alcanzarlas sin quitar la mano sobre su vientre para impedir que se rodara.

También descubrió la obvia falta de otra cosa, que era bodis en sus cajones. Definitivamente, tenía que añadir ropa a la lista de la
Compra. Joshua se preguntaba cuándo sería el siguiente día libre de Junhui.

Se las arregló para conseguir cambiarlo y luego se dirigió a la cocina para darle de comer. Mingyu estaba corriendo en círculos, gritando, sosteniendo su camisa en una mano.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó casualmente.

—Soy un indio.

—Ah, ¿sí? —Entró en la cocina, Mingyu se quedó tras él.— ¿Quieres ayudarme a preparar el biberón de Chan?

—¡Sí! ¡Saco la mezcla! —El dulce niño agarró una silla de cocina.

—Impresionante.

Alborotó el pelo de Mingyu. Era un buen chico, tenían que hacer esta transición lo más suave posible para él. En cierto modo, Mingyu era afortunado al ser tan joven, hubiera sido mucho más difícil si hubiera sido un poco más mayor.

Tenían que traer un taburete para el niño, algo más seguro que la silla de la cocina podría ayudar.

—¿Qué hacemos para cenar esta noche? —Tenía que averiguar qué tipo de comidas le gustaban a Mingyu, que estaba acostumbrado a comer. Tendría que preguntarle a Junhui si quería que comprara los alimentos o si se trataba de algo que Jun hacía en sus fines de semana.

—Mantequilla de maní. —Mingyu tomó el bote con el preparado para biberón en sus pequeñas manos.

—Oh, me gustan los sándwiches de mantequilla de maní. ¿Te gustan con miel y plátanos?

—¡Patanos! ¡Patanos! No me gusta la miel.

—Plá-ta-nos. —Dijo la palabra lentamente para Mingyu.

—Me encanta la miel. —Jia entró, con las manos abiertas hacia Chan, que inmediatamente empezó a llorar. Las manos de Jia cayeron, pero no parecía particularmente molesta por el rechazo.

—Alguien está siendo exigente. —Lo mecía, sacando un biberón y dándoselo a Mingyu—. Dos cucharadas, por favor.

Derramó un poco, bueno, un montón, pero la mirada de orgullo en el rostro de Mingyu valió la pena.

—¡Buen trabajo! —Llenó la botella con agua caliente y colocó la tapa, lo que le permitió agitarla con una sola mano.

Mingyu saltó de la silla y comenzó a correr de nuevo, vitoreando. Sería bueno ser capaz de empaquetar esa energía. Sonriendo, metió la botella en la boca de Chan.

Jia lo miró, con los ojos en blanco. —Está muy... lleno de energía.

—Tiene tres años. Es una especie de pre requisito. —A esa edad todo era correr, correr, correr y a continuación, bam, cansado, dormido.

—¿Sí? No recuerdo a Junhui a los tres años. Sólo le llevo trece meses.

—No es de sorprender entonces, teniendo en cuenta que tenías sólo cuatro. Es algo bueno que tenga esa energía. Estaría más preocupado si estuviese quieto y en silencio todo el tiempo.

—Sí. Yo...—Sus palabras se apagaron cuando Mingyu chocó contra la mesa y empezó a llorar.

—Uy, ¿te golpeaste en la cabeza? —No debía agrandar su importancia, para no asustarlo, por lo que mantuvo la calma—. Déjame ver.

—¡Mami me besa!

Jia se quejó.

—¿Puedo besarte yo? Soy muy buena dando los mejores besos. —Se le rompió el corazón, los niños no debieron perder a su madre de esa manera.

Mingyu se puso a llorar, arrojándose al suelo.
—¡No!

—Dios, lo siento. —Jia miraba horrorizada—. ¿Debo llamar a Jun?

—No. —Sabía cómo lidiar con esto. Además, si llamaba a Junhui cada vez que había un pequeño bache en el camino, el hombre nunca tendría algún trabajo listo.

Joshua se agachó junto a Mingyu. — No voy a hablar de esto cuando te estás comportando de esta forma. Cuando estés listo para parar de llorar, ven a verme. —Se puso de pie, balanceando a Chan para mantenerlo con su biberón.

Jia se le quedó mirando, con los ojos cómicamente abiertos.

—Si te dejas llevar por su temperamento, volverá a hacerlo de nuevo. —Una vez que Mingyu supiese que debía ser coherente sobre esto, ya que una rabieta no le daría lo que quería, Mingyu dejaría de utilizarlas. Esto no quería decir que fuese fácil escuchar el tono de Mingyu, pero sabía que sería lo mejor a largo plazo.

—Esto es sólo... no puedo lidiar con este ruido. ¿Cómo lo haces?

—Son niños, por lo que deben ser ruidosos. —Le dirigió una sonrisa irónica—. No tienes que quedarte, lo tengo bajo control.

—¿Estás seguro? Porque... —Parecía aterrada.

Le acarició el brazo con su mano libre. —Estoy seguro. Adelante. Vamos a estar bien. —Si ella se alteraba, los niños iban a notarlo y seguirían su ejemplo y tardaría mucho más tiempo para que las cosas se asentaran.

—Está bien. Dile a Junhui que dije hola. —Desapareció como una bocanada de humo, dejándolo solo con los niños.

Bien. Bien, ahora que podía hacer su trabajo sin sentir que alguien lo estaba mirando por encima de su hombro, eso era una buena cosa, ¿verdad?

Chan empezó a succionar aire, le quitó el biberón, poniéndolo por encima de su hombro para que eructara.

«Vamos, Mingyu» pensó, «déjalo ir, vamos puedes hacerlo mejor y sin un beso».

Sucedió, unos cinco minuto más tarde, el pequeño niño corrió hacia él, aferrándose a su pierna. —Quiero papi.

—Lo sé, Mingyu. Estará en casa esta noche y puedes verlo por la mañana, ¿vale? —El pobre niño necesitaba un poco de estabilidad, un horario. Y las mismas personas en su vida en una rutina diaria.

Chan estaba medio dormido, por lo que lo puso en el pequeño balancín que había comprado y puesto en el centro de la mesa de la cocina y se sentó, colocando a Mingyu en su regazo.

—Tu papi tiene que ir a trabajar, pero me voy a quedar aquí con ustedes ahora, para ayudar, ¿de acuerdo? Vamos a hacer todo tipo de cosas juntos.

Mingyu sollozó en voz baja, lo sostuvo.

—Mi nombre es Joshua. ¿Lo sabías? —Sabía que se lo había dicho a Mingyu varias veces el día anterior, pero eso no significaba que Mingyu lo recordara.

Mingyu negó.

—Bueno, lo es. Y me quedaré aquí. Tengo una habitación arriba junto a la tuya.

Disimuladamente, frotó la cabeza de Mingyu, confirmando que sólo había un pequeño bulto, la piel no se había cortado por el impacto contra la mesa.

—¿Mami también viene?

—No cariño. Lo siento, pero tu mamá tuvo que irse y no va a volver. Ella te quiere mucho, sin embargo, y te dejo con papi Jun para que te cuide por ella. —No había manera de que este pequeño niño comprendiera esto. Ninguna manera en absoluto. Pasaría de nuevo, y sólo tendría que mantener la calma y ayudar a Mingyu a pasar por ello.

—Los médicos cuidan a mami.

—Ellos trataron. Y ahora está en el cielo y Dios cuida de ella. —Abrazó a Mingyu más cerca.

—No. —Mingyu luchó contra él por un segundo, entonces lo agarró y lloró. Antes de que Joshua pudiera preocuparse, el niño estaba dormido. Boom.

Jesús, estos niños necesitan estructura.

Eso era exactamente lo que les daría. Hablaría con Jun mañana y sabría exactamente cuándo estaría el hombre en casa, por lo que podría incluir eso en un horario.

Parecía que tenía un plan.

黄 Papá, papá y yo | 𝘑𝘚 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora