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Ese lunes por la mañana Jungkook se había dado el lujo de quedarse a descansar en casa gracias a la muestra de arte que se había llevado acabo ese fin de semana , la cual había sido bastante exitosa. Muchas personas reconocidas en el mundo del arte habían asistido para apreciar sus pinturas y se vieron interesados en comprar varias de estas.

Le había ido tan bien a su colección que había obtenido buenas ganancias y gracias a que la atención del publico se mantenía fija en esta misma, podría pasar más tiempo en casa antes de tener que volver a diseñar su próxima colección.

Ya habían dado las 7 de la noche cuando Jungkook estando en la comodidad de su sofá mientras se reproducía Orgullo y Prejuicio en el televisor de su sala por milésima vez que decidió llamar a su novio, había evitado hacerlo antes porque sabía lo ocupado que se encontraba Taehyung en el trabajo, no obstante comenzaba a preocuparse porque este mismo no había dado ninguna señal de vida hacía ya varías horas y únicamente quería asegurarse de que estuviera bien y no necesitara nada.

Aunque más bien, quien verdaderamente necesitaba de algo era el mismo Jungkook. Solía suceder que cuando Tae salía con sus amigos o simplemente a despejarse y no enviaba algún mensaje en cierto lapso de horas sobre el como se encontraba, comenzaba a angustiarse y sentir cierta incomodidad recorriéndole todo el cuerpo, si pudiera describirlo mejor seguramente sería comparándolo con ese malestar en el estomago bastante parecido a lo que sentimos cuando queremos vomitar antes de rendir un examen o ida al doctor, acompañado de ese sudor frio que baja por la nuca y llega hasta las manos haciéndonos imposible tomar el lápiz o dar un paso hacía el interior del consultorio.

No le gustaba como se sentía cuando estaban mucho tiempo separados, desde muy jóvenes habían pasado mucho tiempo juntos y se había acostumbrado a su compañía, con Taehyung se sentía cómodo y no había persona con la que prefiriera pasar el rato que no fuera su novio. Para él su cerecita era su lugar seguro, se volvía más confiado y sociable si él estaba cerca. Y no podía sentirse cien por ciento cómodo en ningún lugar, ni siquiera en su propia casa si Tae no estaba con él.

Sabía que tenía algo como un apego hacía su pareja, pero no era algo que le impidiera llevar acabo sus actividades diarias o llevar una vida normal, aunque había que admitir que su mismo apego le hacía sentir la necesidad de saber que su hyung se encontraba bien cuando no estaba con él.

Al momento de escribir el número del pelirrojo, espero unos segundos a que este fuera respondido, pero no fue así. Era inusual que Taehyung no contestara su llamada al primer tono, sí, pero también era consiente de que seguramente debía de haber una buena razón para que su llamada no fuera atendida. 

— Está trabajando Jungkook, recuérdalo.

Estaba evitando sobre pensar la situación, no quería que su mente comenzara a crear escenarios ficticios sobre la situación. Más no podía ignorar la inquietud que le provocaba no saber nada de su novio desde que salió muy temprano por la mañana, si quiera sabía si aún se mantenía en el trabajo o ya había salido de ahí y ahora se encontraba en otro lugar. Esa mañana apenas y se habían despedido cuando Taehyung salió de casa.

— Amor, responde por favor, me estoy preocupando.

Intentó llamarlo nuevamente, pero esta vez fue dirigido directo al buzón de voz. Taehyung había apago su celular. 

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Elogiando a algunos por su buen trabajo y desempeño, corrigiendo a otros pocos ya sea por su técnica o el sabor de los platillos que estaban preparando. Ese día estaba siendo bastante movido para un ayudante de cocina como Taehyung, gracias a que su jefe había decidido dejarlo a cargo de la preparación de un banquete para una boda. Si bien era sabido para sus compañeros que no era ningún experto de la gastronomía y tampoco tenía mucha experiencia en el campo laboral, todos reconocían el talento que el chico poseía y la pasión que sentía por el arte culinario.

The Last Breath | KookVkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora