Capítulo XI

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El primero en despertar fue Jaemin por el gran apetito que sentía. Tendría que ir al médico pronto para que pudiera tener más información del embarazo, como antes no estaba interesado en ese tipo de cosas, no había prestado atención a su clase de omegas.

La señora Huang le sonrió en cuanto lo vio. —¿Eres una persona madrugadora, cariño? —Jaemin asintió—. Te prepararé algo, ven a sentarte.

El castaño obedeció de inmediato y se sentó. —Tiene una casa muy bonita, señora Huang.

—Puedes decirme mamá, no te preocupes. ¿Qué piensas hacer con el bebé? No sé a lo que te dedicas, de hecho, hace un par de semanas nos enteramos de que Renjun estaba saliendo con alguien. Lo siento, es un poco tonto ese alfa que tengo de hijo.

Jaemin sonrió divertido y negó. —No se preocupe, entiendo un poco. No soy una persona que le guste decirle a medio mundo sobre mi vida privada, supongo que él no sabía en qué momento poder hablar con ustedes —rascó su cabeza, reflexionando un poco en la pregunta que le había hecho—. Tengo que hablar con Renjun al respecto, no sé que es lo que quiere. Apenas consiguió trabajo en algo relacionado a sus estudios, no quiero presionarlo con un bebé.

—Deben hablar las cosas, apoyaremos su decisión. No somos ese tipo de padres que obligan a su hijo a ser padre tan rápido. Me permitiría decir que estábamos un poco asustados porque sus relaciones no funcionaran, así que estamos felices de que al menos pueda durar un poco más contigo.

Ciertamente, los padres de Renjun no eran como la mayoría que deseaban ser abuelos una vez que sus hijos consiguieran pareja. Solo pedían que su pequeño alfa pudiera ser feliz con alguien.

—¿Por qué hablan de mí a mis espaldas? —Renjun salió de la habitación mientras rascaba su cabello despeinado.

Besó la cabeza de su madre y fue hacia su novio, besando sus labios. —Es conversación de gente adulta —le dijo su madre, llevando la comida de Jaemin a la mesa.

—¿Y qué soy yo? Debo comprar un nuevo teléfono —suspiró recordando que había sido destruido el mismo día que fue secuestrado—. Todavía me faltaban un par de meses por pagar el otro, tendré que conseguir un segundo empleo —cerró sus ojos controlando su mal humor.

—¿Vas a comer o seguirás quejándote junto a Jaemin? —preguntó su padre, quien entraba por la puerta principal—. Puedes trabajar conmigo los fines de semana si tanto necesitas el dinero, Renjun.

Los padres de Renjun se saludaron de manera cálida y ambos fueron a la cocina para preparar algo más de comer. El pelinegro se sentó junto a Jaemin y se acomodó en el hombro de su omega, disfrutando de su delicioso aroma a uva.

—¿Quieres ir al médico, Jaeminie? —su novio asintió sin dejar la comida para mirarlo, realmente se estaba muriendo de hambre—. ¿Está rico?

—Cierra la boca, quiero comer —Renjun arrugó su nariz, sonriéndole divertido—. ¿Qué?

—Nada, lo siento —Jaemin le dio un codazo—. ¿Ahora qué hice?

—Deja de pedir perdón por todo, maldición. Voy a perder el apetito por tu culpa —Renjun iba a hablar y el castaño lo miró—. No te atrevas a decirlo.

—De acuerdo, me quedaré en silencio. Dame un poco de comida, yo también me estoy muriendo de hambre —abrió su boca, mirándolo directo a los ojos—. ¿Por favor?

Jaemin rodó sus ojos y le dio un poco de su comida.

Por la tarde Jeno apareció con un chico que Jaemin no conocía, tenía un aroma dulce, pero no tanto como el de Renjun.

—Buenas tardes, señores Huang, Jaemin y Renjun. Él es mi asistente, Liu Yangyang y nos ayudará con las cosas para solucionar el problema con los padres de mi amigo aquí presente.

Yangyang les hizo a todos una pequeña reverencia y miró a Renjun un poco demás, Jaemin lo dejó pasar.

—Buenas tardes, lamento la molestia. Haré lo que tenga en mis manos para ayudar a solucionar el problema —volvió a hacer una reverencia y los señores Huang sonrieron enternecidos.

Si Jaemin no estuviera con Renjun, les hubiera gustado tener a Yangyang en la familia.

—Gracias por tu ayuda, Yangyang —dijo Renjun, sonriéndole con amabilidad.

Estuvieron hablando de las cosas que harían y discutieron un poco por las ideas que se les ocurría. Jaemin había estado en silencio todo el tiempo.

—¿Qué piensas? —le preguntó Jeno a su mejor amigo, tratando de que se uniera a la conversación.

—Me da igual lo que quieran hacer, estoy bien con todo —se encogió de hombros y acomodó su cabeza en el hombro de Renjun, mirando a Yangyang—. Renjun y yo solo queremos paz y tranquilidad.

Jeno levantó sus cejas, conocía demasiado a su mejor amigo para saber que estaba "marcando su territorio". —Lo que Jaemin dice —habló Renjun, siendo tan despistado como siempre—. Mañana iremos al médico y no quiero que le pase nada.

—Puedo ir con ustedes —sugirió Jeno—. Yangyang nos puede llevar y luego podríamos ir a su casa, no deberíamos molestar demasiado en casa de tus padres, Renjun.

El nombrado asintió abriendo una lata de té. —Lo sé.

Cuando el sol salió, Jaemin y Renjun se prepararon para ir al médico. El pelinegro guardó un poco más de ropa en un bolso y se despidió de sus padres, quienes seguían diciendo que no les molestaba tenerlos en casa.

—Buenos días —saludó Yangyang a ambos desde el asiento del conductor. Jeno movió su mano y fueron directo al hospital que solía visitar Jaemin por sus chequeos médicos. Al ser un omega dominante y no estar marcado, necesitaba constantemente revisiones.

Escribió sus datos en el papel que le entregó la recepcionista y se los dio, yendo hacia los demás que lo esperaban en una sala.

—¿Te dijeron algo? —preguntó Renjun, levantándose de su asiento.

—Van a llamarnos para entrar a la consulta, Junnie —su novio asintió y entrelazó sus manos para darse calor. El otoño se estaba despidiendo con los días más fríos.

Al rato la doctora los llamó para que entraran. Jaemin estaba algo ansioso por saber qué pasaba dentro de él.

—Muy bien, señor Na. Necesito que se recueste en la camilla y quite su camisa, tengo que ponerle este gel y será un poco molesto —Jaemin hizo lo que le pidió y Renjun se puso junto a él, mirando la pantalla—. Es pequeño, ¿cuándo fue la última vez que tuvieron relaciones? —preguntó mirándolos a ambos.

—Dos semanas, si mi memoria no me falla —respondió Renjun—. Mi mente no está en buen estado por el momento.

—Sí. Aproximadamente dos semanas, en mi celo —especificó el omega. La doctora asintió y continuó buscando.

Pasó un rato antes de que la doctora encontrará lo que Jaemin y Renjun tanto esperaban. —Bueno, felicidades. Serán padres de dos bebés que están creciendo muy bien.

Ambos pestañearon varias veces y luego se miraron entre sí. —¿Qué quiere decir? —preguntó Renjun.

—Eso no es posible, nadie de mi familia ha podido tener más de un bebé y creo que en la familia de Renjun tampoco —Jaemin miró a la doctora todavía en shock.

—Necesito que miren bien a la pantalla y me digan que ven —apuntó a los dos puntos de la pantalla—. Podrán ser capaces de oír sus latidos en un par de semanas, a menos que deseen detener el embarazo.

La idea de abortar ya no estaba en los planes de Jaemin y esperaba que en los de Renjun tampoco.

—Los veré aquí el próximo mes, ¿de acuerdo? —asintieron todavía procesando la información y salieron de la consulta, yendo directo a Jeno y Yangyang.

Jeno fue el primero en levantarse, esperando las noticias que les habían dado allá adentro. —¿Qué pasó? ¿Es grave? ¿No podrás tener al bebé? Responde maldita sea.

—Son dos bebés, Jeno.

Té de jazmín y chocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora