Té de jazmín y chocolate

Capítulo IX

Renjun subió la comida para que su novio no tuviera que levantarse. No entendía muy bien como era posible que él dejara en ese estado a alguien. Usualmente, sus antiguas "parejas" le reclamaban lo poco que se esforzaba en el sexo.

—Traje la comida... ¿Por qué tienes mi ropa en la cara? —Jaemin miraba a Renjun avergonzado. Había sido descubierto masturbándose con su aroma—. No importa, señor pervertido. Ahora come.

—Perdón. En mi defensa supuse que te tardarías un poco más. Esa comida parece que viene de algún restaurante.

—Para tu suerte, sé cocinar. Quita mi ropa de la cama —dejó la bandeja con la comida en la mesita de noche y sujetó su ropa, pero Jaemin se lo impidió—. ¿En serio Na Jaemin? Vamos, suéltala —forcejeó un poco y luego se rindió, su novio era más fuerte que él—. Como sea, come y luego sigues con lo que estabas.

Jaemin asintió y dejó los pantalones de Renjun junto a su almohada, esperando que la comida llegara a él.

Algo andaba mal en Jaemin porque no había vuelto a hablar el resto del día y seguía en la cama cuando Renjun volvió de lavar los platos. —¿Estás bien?

—Creo que estoy en celo.

—Mierda. ¿Quieres que vaya por tus supresores? —Jaemin negó—. ¿Quieres pasar el celo conmigo, cariño? —su novio asintió encantado, quitando la ropa de cama de su cuerpo—. ¿En qué momento robaste toda mi ropa? —sonrió divertido y se acercó lentamente—. Debes estar enamorado de mi aroma para hacer estas cosas —acarició el cabello del castaño con suavidad mientras él solo lo abrazaba por la cintura, escondiendo su rostro en el cuello del alfa, olfateando el delicioso aroma que Renjun tenía.

—Márcame esta vez —pidió mientras trataba de quitarle la ropa—. Necesito que lo hagas.

—¿Estás seguro?

—Quiero que la gente sepa que ya tengo alfa y así los demás no tratan de coquetearme o intentar algo conmigo.

Toda la semana se la pasaron en la cama, Renjun había tenido que pedir permiso en el trabajo para pasar el celo de su novio. Por otra parte, Jaemin no había podido pensar con claridad y solo se había ausentado al trabajo sin decirle a Donghyuck.

El lunes por la mañana ambos despertaron por el ruido del celular de Jaemin. —Contesta esa mierda, Renjun. Quiero dormir —dijo el castaño, acercándose más a su novio, quien lo abrazaba por la espalda.

—Es tu teléfono, cariño.

—No importa, solo responde —Renjun suspiró y pasó su brazo hasta la mesita de noche para sujetar el teléfono de su novio.

El nombre de su secretario apareció en la pantalla. —¿Hola?

—¿Quién habla? —preguntó asustado—. Escúcheme bien, señor. No sé quién es usted y que es lo que quiere, pero mi jefe encontrará su paradero y le hará pagar por lo que hizo.

—Soy Huang Renjun, señor Donghyuck.

—Ah. Lo lamento mucho, ¿sabe usted dónde se encuentra el señor Na?

Renjun rio divertido. —Está durmiendo. ¿Desea dejarle un mensaje? Lamento que no haya podido asistir al trabajo, estuvo en celo toda la semana.

—¿Lo obligó a pasar su celo con usted?

—¿Yo lo obligué? No, para nada. Solo no sé, él decidió que pasaría el celo conmigo, pero no se preocupe, estoy seguro de que mañana estará listo para ir a trabajar.

Cortaron la llamada y Jaemin trató de atraer a Renjun devuelta a la cama. —Sigue durmiendo, Junnie.

El pelinegro sonrió y besó la frente de su novio, saliendo por completo de la cama. —Lo siento, cariño. Pero soy una persona que debe trabajar y ya pedí muchos días para estar contigo. Duerme un poco más, volveré por la tarde, ¿sí?