Capítulo XII

225 32 5
                                    

Su mejor amigo primero rio pensando que era una mala broma, pero cuando se dio cuenta que nadie más lo hacía se detuvo.

—¿Qué quieres decir con dos bebés, Jaemin? ¡Eso es imposible! Nadie de tu familia ha tenido más de un bebé y supongo que Renjun tampoco, es decir, ambos son hijos únicos.

Jaemin miró a Jeno sin decir nada, Renjun acarició la espalda de su novio con suavidad. —Bueno, a menos que la doctora allá adentro sea una pésima comediante, seremos los primeros en tener gemelos o mellizos. Pero primero necesito saber, ¿quieres tener a los bebés, Na Jaemin? Todavía son bastante pequeños.

El pelinegro cerró sus ojos y suspiró. —Si no quieres tener a los bebés, puedo hacerme cargo solo, he estado toda la vida solo, no es como que... —Renjun lo detuvo de inmediato.

—No quise sonar como si no los quisiera, cariño. Solo te pregunto por qué es tu cuerpo, es tu decisión continuar con esto o detenerlo de una vez.

Jeno y Yangyang se fueron en cuanto dejaron al par en la enorme casa. Al parecer Jaemin había predicho el futuro, porque era un buen lugar para criar bebés, excepto por la escalera, todo lucía fuera de peligro.

—¿Qué haremos con tus padres? —Renjun dejó a Jaemin en el sofá y fue directo a la cocina a preparar algo—. ¿Por qué no hay comida?

—No tenía ganas de ir a comprar con un alfa desaparecido y todavía sin confirmar lo del embarazo —su vida realmente era una comedia dramática y ahora mismo parecía que estaba entrando a su era de villano, de nuevo—. Pide algo de comida y mañana vamos a comprar.

Ninguno de los dos tenía energía suficiente para discutir, así que Renjun solo pidió comida y ambos se acomodaron en el enorme sofá de la sala para esperar.

Todo había pasado tan rápido que no se sabía si eso iba a durar. Jaemin jamás tuvo deseos de formar una familia, mucho menos estar con un alfa, pero ahí estaba, junto a uno que olía muy delicioso y embarazado.

¿Qué pasaría con el trabajo? ¿Qué pasaría con esa relación que apenas comenzaba? Había muchas cosas en juego que ya no sabía cómo seguir.

¿Si no hubiera tenido que comprar los supresores, habría conocido a Renjun? ¿Si Renjun no hubiera aparecido ese día donde decidió ponerle un fin? ¿Si el alfa no tuviera un dulce aroma? ¿Y si él no estuviera tan enamorado de un tonto alfa?

Los días pasaron con calma, entre idas al trabajo por parte de ambos y comer juntos como si estuvieran viviendo juntos oficialmente. Jaemin no podía creer lo bien que se sentía teniendo a otra persona en su misma casa todos los días, ni siquiera cuando vivía con sus padres había sentido tanta calma y felicidad, pero Renjun era su lugar seguro.

—Preparé la cena, ¿vas a comer o la dejo para después? —preguntó su novio entrando a su oficina. Hace unos días le había pedido a Donghyuck que llevara las cosas importantes a casa, ya que no podía estar yendo y viniendo como antes.

Pronto cumplirían un mes los bebés y no podía estresarse demasiado.

—Iré, dame un segundo —quitó sus gafas y sonrió cuando notó que Renjun no se había movido de la puerta—. ¿Qué tanto me ves?

—¿Te había dicho lo guapo que te ves con gafas? —Jaemin negó todavía sonriendo—. Bueno, te ves muy apuesto así —Renjun guiñó uno de sus ojos y cruzó sus brazos—. Podría comerte ahora mismo.

—No te veo trayendo tu boca hasta aquí —levantó una de sus cejas, retando a su alfa, quien encantado caminó hacia él—. ¿Lo harás en mi oficina? Tú realmente tienes algo con las oficinas, Huang Renjun.

—No veo que te estés quejando, cariño —besó los labios de su novio y apretó su trasero con una de sus manos—. Ahora, sienta ese dulce trasero que yo me encargo del resto.

Cuando fueron a comer, la puerta fue golpeada con suavidad. Era bastante tarde para que Jeno apareciera y los padres de Renjun todavía no sabían donde vivía el par. Jaemin presintió que algo malo pasaría.

—Yo voy —dijo Renjun, besando sus labios—. Quédate aquí.

No quería dejarlo ir, su corazón palpitaba desesperado y sujetó la mano de su novio. —Iré contigo.

Renjun negó de inmediato, notando el miedo de Jaemin. —Vengo enseguida, lo prometo.

Salió de la cocina y abrió la puerta. Los padres del omega lo miraban con desprecio.

—¿Dónde está Jaemin? —preguntó el señor Na—. Lo llevaremos a su casa.

—Esta es su casa, señor —respondió Renjun, tratando de no abrir demasiado la puerta—. Y es de muy mala educación venir sin ser invitados, ¿no lo creen?

Ambos trataron de entrar, pero Renjun se los impidió. —Escúchame bien, alfa de mierda, si no nos dejas entrar, llamaremos a la policía —advirtió la señora Na.

—Hágalo, veremos quien tendrá problemas cuando les diga que me secuestraron y torturaron.

Jaemin asustado porque Renjun todavía no volvía, fue hacia la puerta. —¿Qué hacen aquí?

—Nana, vamos a casa —dijo la señora Na, una vez más tratando de entrar.

El pelinegro realmente estaba dando todo de sí para que ellos no pudieran pasar, pero era uno y tenía muy poca fuerza. El padre de Jaemin lo empujó con fuerza y lograron su cometido. —Hijo, este hombre solo quiere tu dinero. Vamos a casa, estarás bien con nosotros.

—Lárguense de mi casa antes de que llame a la policía —los amenazó—. Sé todo lo que le hicieron a mi alfa y no los perdonaré jamás. ¿Quién mierda se creen para tratar de controlar mi vida? Hace años dejé de pedirles su ayuda, la empresa que dirijo es mía.

—Jaemin, no sabes lo que dices. Este chico lavó tu cerebro.

El omega rodó sus ojos. —No tenía pensado decirles jamás, preferiría que me atropelle un camión, pero estoy embarazado y esto no les hace bien a los bebés. Por favor, les pido que se marchen y no regresen nunca más.

Al oír la noticia, miraron a Renjun de inmediato. —¿Esto era lo que tanto deseabas? ¡Querías arrebatarnos a Jaemin y embarazarlo! ¡Incluso lo marcaste! —el padre de Jaemin trató de sujetar al pelinegro, pero este se alejó de inmediato—. Voy a matarte con mis propias manos, Huang Renjun.

Todo era un alboroto en la casa, Jaemin sintió una pequeña punzada en su estómago y tuvo miedo de lo que pudiera pasarles a sus bebés. —Lárguense ahora mismo, hablo en serio.

—Nana, hijo —dijo su madre, desesperada—. Vamos a casa, yo sé que tú no eres así. Te crie, Jaemin. Soy tu madre, la que más te conoce en todo el mundo.

Su hijo sonrió. —Tú no me conoces, mujer. Jamás te ha importado mi puta vida, solo deseabas que me casara con alguien más rico que yo para que pudiera mantenerte a ti y a mi padre. ¡Nunca han querido nada que venga de mí, aparte de mi dinero!

Renjun vio todo en cámara lenta. Jaemin gritaba mientras lágrimas corrían por sus lindas mejillas y luego sangre bajaba por sus pantalones, el pelinegro empujó al señor Na en cuanto notó que su novio estaba por caer al suelo.

—¡Nana! —gritó la señora Na.

Con la poca fuerza que tenía, el pobre alfa llevó a Jaemin a su auto. Debía conducir hacia el hospital y rezar porque nada malo sucediera.

Té de jazmín y chocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora