Capítulo XIV

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Renjun sujetó a Jeno y lo alejó de Yeri, negando hacia el desesperado omega. —Ve a casa, Jeno. Me quedaré aquí hasta que pueda entrar.

—¿Estás loco? No puedo irme sin saber qué pasa con mi mejor amigo.

—Te llamaré, ¿sí? Le hace mal al bebé si te pones así. Tranquilo.

Jeno comenzó a llorar con más intensidad. —¿Cómo sabes del bebé?

—Mark me contó, él está muy feliz. Todos estamos muy felices por ustedes y estoy seguro de que Jaemin también lo estará. Así que ve a casa, ten una linda noche con tu esposo y mañana por la mañana te diré lo que pasa con el hombre de la habitación, ¿de acuerdo?

Yeri se quedó a solas con Renjun en cuanto Jeno y las enfermeras se marcharon. Estaban en silencio, mirándose a los ojos. —¿Me dirás la verdad?

—No quiere verlos. Se siente mal por haberles "hecho" esto. Te prometo que despertó, pero me pidió que no los deje entrar hasta que pueda calmarse.

El pelinegro asintió. —Quiero creerte, de verdad. Pero no puedo, mi corazón no deja de sentirse pesado y nuestro lazo es cada vez más débil. Déjame verlo, por favor, Yeri. Me iré a casa si él me lo pide, pero te suplico que me dejes entrar.

—Va contra la política del hospital, pero haré una excepción porque es navidad. Si él te pide que te largues, hazlo.

—Sí, lo prometo.

Yeri se marchó para no tener nada que ver y Renjun secó sus lágrimas, caminando hacia la puerta, estaba nervioso por lo que podría pasar una vez que Jaemin lo viera, pero realmente necesitaba verlo más que a nada en el mundo.

Abrió la puerta con suavidad, mirando a ambos pasillos para que nadie lo viera y entró. La habitación olía a uva, duraznos y fresas. Jaemin odiaba las fresas.

—¿Jaemin? —habló con voz débil el pobre alfa.

—¿No podías dejarme solo, Huang Renjun? —la voz de su novio lo hizo caer al suelo y llorar como un bebé recién nacido. Había extrañado tanto a Jaemin que, con solo oír su voz, sus piernas habían perdido fuerza.

No movió la cortina que lo separaba de verlo, solo se quedó ahí en el suelo llorando.

—¿Sabes? Mientras estaba en coma podía oírte todos los días, era algo así como un llanto de niño junto con un hombre pidiendo algo que yo no podía darle. Tu aroma a té de jazmín y chocolate me mantuvieron aquí todo este tiempo... ¿Alguna vez te conté cuando quise quitarme la vida? —Renjun podía oír como su novio lloraba mientras hablaba—. Creo que tenía diecisiete y mis padres trataron de hacerme otra "fiesta de orgías" con muchos alfas. Les supliqué muchas veces que no lo hicieran, tantas que perdí la cuenta —Renjun mordió sus labios para no emitir ruido por sus lamentos—. Jamás me escucharon, ni una sola vez, ni siquiera ahora cuando les dije que estaba embarazado.

—Perdón, Jaemin. Por todo lo que tuviste que pasar...

El omega detrás de la cortina soltó una risa sin ganas. —¿Por qué te disculpas?

—Si te hubiera conocido antes, te habría ayudado a escapar de tus padres. Me hubiera dado igual si me escogías como tu alfa o a otro, pero yo habría dado todo de mí para sacarte de ese lugar.

—¿Por qué no me odias? Todo el mundo lo hace al final.

Renjun lentamente se acercó y movió la cortina, mirando a su novio de frente. Ambos lucían mal, sobre todo el alfa en el suelo. —No puedo odiarte, te amo demasiado para intentarlo, ¿qué tengo que odiar? 

—No soy un omega como Jeno, yo no soy lindo. Soy una mierda en mal estado, te he tratado mal, te obligué a quedarte conmigo...

—Por supuesto que no, a mí nadie me obliga. Yo solito me quedé contigo, esperé todos los días a que mi lindo Jaeminie despertara para poder ver sus hermosos ojos y besarlo como tanto había querido. Hablé con nuestros bebés para que te convencieran de despertar y casi perdí la vida cuando creí que te perdía. Fueron los minutos más eternos que he vivido, no sabes el infierno que pasé cuando Yeri salió de la habitación con mala cara. ¡No quiero perderte! Te necesito, todos te necesitamos. Mira, hace unos días lo compré para cuando despertaras —sacó una pequeña cajita de su bolsillo y se la enseñó a Jaemin—. No sabía cuando lo harías, pero la llevo conmigo todos los días para que el día que abrieras esos hermosos ojos yo pudiera darte esto.

—¿Vas a casarte con un inútil omega?

—¿Inútil? En esta habitación no hay nadie con esa descripción. Solo veo a mi lindo omega embarazado y si hubiera un espejo vería a un tonto alfa que trabajó menos de un mes en la tienda junto a su casa. Jaeminie yo te amo, te amo tanto que no puedo ponerlo en palabras. Mi corazón siempre será tuyo y todo mi ser, por favor no me apartes de tu lado jamás o yo en serio no sabría qué hacer con mi vida. No me importa tu dinero o lo que sea que tus padres siempre han dicho, yo solo te quiero a ti. A mí Jaeminie con mal humor, algo celoso y lindo cuando pega su nariz en mi cuello.

Jaemin mordió sus labios y le quitó la caja a su alfa. —¿Me amas a pesar de que soy un omega defectuoso?

—Te amo porque eres tú, no estás defectuoso. Eres lo más maravilloso que he tenido en la vida, cariño. ¿Me dejarías ser tu esposo?

—Sí —había tratado de suprimir las ganas de seguirllorando, pero ahí se encontraba entre lágrimas. Renjun se levantó del suelo y lo abrazó como tanto había deseado.

—Prometo cuidarte para siempre, Na Jaemin —besó la frente de su novio y lo apretó en el abrazo—. Ya no podrás escapar de mí, Jaeminie. Eres mío para toda la eternidad.

La navidad nunca había sido tan bonita como aquella donde ambos se abrazaban por fin y veían como la nieve caía por la ventana.

Al fin todo estaba en orden y no volverían a separarse dentro de toda la vida y si había otra después de esa, encontrarían su camino hacia el otro.

Porque el té de jazmín y chocolate quedaba muy bien con las uvas o eso decía el lindo omega que disfrutaba del aroma dulce de su tonto alfa.

Los miedos continuarían ahí hasta quizás cuándo, pero sabía o quería pensar que Huang Renjun lo acompañaría para afrontarlos.

—Feliz navidad, Huang Jaeminie —susurró mientras acariciaba el cabello de su querido omega.

Jaemin sonrió y asintió. —Feliz navidad, señor Huang Renjun. Espero que esta no sea nuestra última —su tonto alfa lo apretó en el abrazo, negando rápidamente a lo que su prometido decía—. Perdón. Entonces, esta será nuestra primera y última navidad, solos.

—Nuestros bebés son igual de fuertes que tú. Dieron todo para sobrevivir y Yeri dijo que ya podíamos oír sus latidos. Mis padres dijeron que vendrán mañana, no le diremos que lo que sucedió hace un rato porque son más sensibles que nosotros juntos y llorarían toda la vida.

—Te pareces mucho a ellos.

En la camilla algo pequeña, ambos durmieron profundamente. Al fin todo se arreglaba y solo tendrían que esperar por el nacimiento de los pequeños bebés Huang.

👻💖👻

Capítulo doble porque no estoy segura si mañana pueda actualizar. 

Gracias por leer mi historia y espero de todo corazón que les guste. Volveré pronto y los casi esposos también💖👻

Té de jazmín y chocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora