5 y 6 años
"Detesto el frío", susurró molesta mientras caminaba por los largos pasillos del lugar, apretando la capa que cubría su delgado cuerpo, tratando de ganar un poco más de calor.
"¿Será que te has acostumbrado a tu nuevo hogar, hija?", preguntó burlándose de ella, lo cual hizo que su molestia incrementara, por lo que prefirió continuar caminando en silencio.
Había comenzado a visitar Nanda Parbat desde hace un año. Los tratos que seguía teniendo su padre con los humanos eran algo que no entendía y tampoco era que le interesara profundizar mucho.
Visitar la Tierra no era de su agrado. Los recuerdos de unos cálidos brazos que ya no le brindan de su calor era una de las mayores razones por las que odiaba regresar. Había sido el hogar de su madre, uno dónde fue rechazada y abandonada a su suerte después del incidente con su padre, hasta que fue recibida en Azarath. Podía sentir con facilidad la hostilidad que desprendían los seres de este planeta.
Pero no podía hacer más, ahí estaba ella, caminando al lado de su padre, dirigiéndose a la reunión con el líder de la familia Al Ghul y la Liga de Asesinos.
"Lord Trigon."
"Ra's."
"Veo que tienes compañía de nuevo. Un placer tenerlos aquí."
Sin perder tiempo, Ra's indicó con un ademán que podían ingresar a la habitación en donde llevarían a cabo su reunión.
"Espera aquí, Raven. No tardaré", indicó antes de atravesar las grandes puertas de madera resguardadas por dos de los miembros de la liga. Notando la incomodidad de Raven, agregó: "Si alguien te llega a molestar...sabes que hacer."
Ra's sonrió ante las palabras de Trigon mientras los dos miembros de la liga se miraron de reojo, nerviosos ante la situación en la que se encontraban.
"Lo sé", respondió cabizbaja, sabiendo a lo que se refería su padre.
El hecho de que sintiera la hostilidad y repudio de los humanos a su alrededor no significaba que les quitaría la vida por ello. No le agradaban, era un hecho, pero tan solo era una niña, una que no quería seguir dañando a quien se encontrara a su alrededor. Una que aún seguía las lecciones aprendidas por sus antiguos mentores de Azarath.
Y que no quería convertirse en alguien cómo su padre.
Decidió tomar un lugar en una esquina, retirada de los guardias. Podía sentir su repulsión hacia ella, algo que no verbalizaban por temor a ser atacados por la hija del ser infernal, pero que sus poderes empáticos podían percibir. Eso la agobiaba.
"¿Tardará mucho?", pensó mientras jugaba con sus pies inquietos. Seguía sintiendo frío, aún cuando se encontraba dentro de la base de la liga y el fuego de las antorchas en las paredes brindaba calidez al lugar.
Los diez minutos siguientes fueron suficientes para que la pequeña de mirada violeta decidiera alejarse del lugar. No soportaba el insufrible ambiente que generaban los guardias. De igual manera, si llegaba a perderse, su padre la encontraría, tarde o temprano.
Para su desgracia, siempre lo hacía.
Siguió el largo camino del pasillo sin saber a dónde realmente la dirigiría o si alguien la reprendería por vagar sola por el sitio. Para su sorpresa, el pasillo se encontraba vacio. Minutos después, pudo divisar los rayos de sol impactando contra la pared, infiltrados por un pequeño balcón, al cuál se acercó con curiosidad para ver por el. La altura del balcón no fue un impedimento para su pequeña estatura, hizo uso de sus poderes para levitar lo suficiente y apoyar sus manos en el frío concreto, solo asomando la parte superior de su cabeza para poder dar un vistazo de forma cautelosa y no ser descubierta.
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Curar, desvanecer y, por último, sanar
Fanfiction"Su cuerpo estaba cubierto de heridas y cicatrices. Los años de un entrenamiento exigente y cruel, que ningún niño debería de pasar, marcaron cada rincón de él. Dudas, equivocaciones, temores, triunfos y victorias estaban escritas por toda su piel...