"Hay un hombre, un caballero oscuro. Un simple humano. Uno que tomó su identidad secreta de lo que temía. Que se encarga de proteger la ciudad que vió morir a quienes amaba. Una ciudad sumergida en un pozo negro lleno de pecado, criminales, vicios, peleas, narcotráfico. Sin embargo, él no se rinde, ni lo hará. Jamás abandonará a Gotham ni a sus ciudadanos..."
Sin embargo, yo fui la excepción ese día...
"¿Quieres ser cómo el?", preguntó con una genuina curiosidad el pequeño de ojos esmeralda.
"Eso ya no lo sé, pequeño demonio", respondió el joven aún con la duda envolviendo su interior. "Solo sé que su filosofía de no matar debe cambiar."
"Llévame contigo. Quiero conocerlo", dijo en el tono más sereno posible. Pero el brillo en los ojos del pequeño Al Ghul expresaba lo contrario. Una emoción destellaba en ese tono verde con pequeños toques dorados que le hizo ver cuánto en verdad añoraba por ello.
"No ahora. Primero debo eliminar lo que Batman no ha podido hacer durante todos estos años."
"Suena a qué tomará tiempo", resopló con decepción.
"Tal vez, pero es algo que tengo que hacer", dijo mientras le brindaba una sonrisa y al mismo tiempo revolvía su rebelde cabello oscuro. "Pero ten por seguro que algún día vendré por ti, Damian."
11 y 12 años años
Despertó por los tenues rayos del sol que chocaban contra su rostro. Sus ojos estaban cristalinos. Había soñado con él de nuevo.
Trató de levantarse pero el dolor en su torso lo devolvió a la cama.
Conforme pasaban los años los entrenamientos se volvían cada vez más intensos. Gracias a la experiencia ganada había evitado que saliera ileso la mayoría de las ocasiones, pero el sobre esfuerzo realizado se evidenciaba de forma dolorosa al día siguiente.
Tenía que dar crédito a Raven. En ocasiones en que el dolor le impedía que incluso ponerse de pie se convirtiera en la mayor de sus prohesas o tenía la sospecha de haber sufrido algún esguince o fractura en su cuerpo, ella hacia uso de sus poderes para acelerar su recuperación, más nunca para curar sus heridas externas.
Él nunca se lo permitía.
"¿Dejarás tu orgullo y me pediras ayuda o debo verte por más tiempo tirado en la cama fingiendo que no te duele?", habló una sombra en forma de cuervo desde una esquina de la habitación. "Recuerda que prometiste llevarme hoy al pueblo cercano para conseguir golosinas. Incluso madrugue por ello."
"TT. No lo he olvidado, y estoy bien", dijo aparentando no tener dolor.
Pero una suave y traviesa risa llegó a los oídos del joven Al Ghul, observando como aquella sombra comenzó a serpentear por el suelo de la habitación y tomó forma humana, apareciendo Raven por completo frente a él, acercándose hasta su cama. Lo miró desde su posición, observando con burla su pésima actuación. Confundido por la actitud de la amatista y su atención dedicada completamente a esa sonrisa pícara que adornaba ahora su rostro, no pudo evitar el momento en que su costilla fue atacada por el delgado dedo indice de Raven, haciendo que soltará un gemido de dolor y provocando que su rostro y orejas se tiñeran de un intenso rojo por el repentino contacto.
"¡Oye!"
"Sigues actuando como un pequeño niño terco", dijo mientras trataba de ocultar su risa ante la graciosa reacción de su amigo. Cortó más la distancia para poder curar su torso, aproximando sus manos en el sitio donde segundos antes había hecho contacto su dedo por su pequeña travesura. Mencionó su mantra y, por segundos, el silencio fue lo único que los rodeó mientras el proceso de curación hacía su efecto. "Listo."
Damian rozó sus dedos sobre su torso, confirmando que el dolor había desaparecido. Mantuvo su vista en la zona recuperada por varios segundos y habló.
"¿Puedo preguntarte algo?"
Raven lo miró por algunos seguidos, extrañada por el repentino interés que mostró el ojiverde hacía ella, por lo que asentó con su cabeza.
"¿Qué pasa por tu mente? Ya sabes, al curarme."
"¿De verdad quieres saberlo?", respondió con otra pregunta mientras lo miraba profundamente con sus amatistas. Podía preveer lo que se aproximaba, más recibiendo una respuesta afirmativa de parte del ojiverde la hizo continuar.
Suspiró.
Adiós a mis golosinas...
Preparada, trató de relajar su cuerpo lo más que pudo para continuar. "Bueno, sabes que soy empática, así que seré breve: al curarte tu dolor pasa a formar parte de mi, y mi cuerpo lo asimila por un momento hasta que desaparece", dijo mientras una sonrisa melancólica aparecía en su rostro. De todos los sentimientos y emociones que albergaban de forma caótica en el interior de Damián, el único que ella había podido sentir hasta ahora gracias a su empatía era el dolor, uno físico pero que sabía que era menos doloroso que el dolor emocional que conllevaba por su preparación para ocupar el futuro puesto de Ra's. "Y...bueno, así es cómo funciona esto de la curación en mí."
Sus esmeraldas se abrieron de golpe, arrugando su entrecejo, transformando su sereno rostro a uno lleno de preocupación.
Acaso él...¿La había estaba dañando todo este tiempo?
"¡Eso no es justo! ¡De ahora en adelante tienes prohibido hacerlo!", gritó sin pensar en modular su voz o las palabras que salían de él.
Sentía un nudo en la garganta, que le impidió gritar más de lo que su mente procesaba en el momento, lo cual ella sabía que ocurriría, más no pudo evitar sentirse afectada por sus palabras. No era el volumen utilizado o el tono de expresarlas, podía notar en su rostro realmente como la ira lo invadía en ese momento.
Él estaba molesto por no darse cuenta del daño que le había provocado todos estos años.
Ella por el hecho de considerarla débil al hacer propio su dolor.
Sabía que ese dolor era un porcentaje tan insignificante de todo lo que Damian almacenaba desde que lo conoció. Incluso desde antes.
Sin embargo, no daría paso atrás ante la discusión.
"¡Tú no me dirás qué puedo hacer y que no!"
Ella era fuerte, y el curar a su amigo era lo menos que podía hacer por él y que estaba a sus manos.
"Claro que puedo. Porque tu presencia me es molesta...", escupió firmemente. Sin remordimiento, sin tacto. "Y no te necesito a mi lado. ¡No quiero volver a verte, nunca!"
O no tanto como creía.
Raven no respondió, quedando inmóvil mientras lo observaba.
Solo está molesto...
Sabía que no eran reales sus palabras. Que no era real lo que le expresaba. Que el nunca pensaría algo así de ella.
Lo está, ¿Cierto?
Pero en esta ocasión, el verde de sus ojos no pudieron reflejar la verdadera naturaleza de sus palabras.
Tomó el aire suficiente para llenar sus pulmones y mirarlo por última vez a los ojos. No le demostraría el daño de sus palabras. Recitó su mantra, de forma casi inaudible, con la cual apareció el portal que la hizo abandonar el lugar.
Damian la observó irse sin inmutarse. No sé disculparía. Así estaba mejor, que ella pensara que el odio era genuino. Raven no merecía que su dolor llegará a ella cada que lo ayudara a curar sus heridas.
Y él estaba más que conciente que eso no se detendría con el pasar del tiempo. Su vida estaba rodeada constantemente de dolor. Jason tampoco lo merecía y sabía que por eso no volvió por él.
Las cosas así eran mejor.
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Curar, desvanecer y, por último, sanar
Fanfic"Su cuerpo estaba cubierto de heridas y cicatrices. Los años de un entrenamiento exigente y cruel, que ningún niño debería de pasar, marcaron cada rincón de él. Dudas, equivocaciones, temores, triunfos y victorias estaban escritas por toda su piel...