Capítulo 2

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6 y 7 años

"Ven aquí, Damian. Quiero que conozcas a alguien", ordenó su abuelo. El pequeño Damian caminó con pasó seguro hasta llegar a su lado, demostrando que la gran figura roja a metros de distancia no lo intimidaba. "Así es cómo hacemos que el Pozo de Lázaro siga activo para la familia Al Ghul. Un pacto que se ha renovado año tras año."

"Un placer, Lord Trigon."

Trigon solo miró por segundos la minúscula figura frente a él, ignorando su saludo y a él para continuar su conversación con Ra's Al Ghul.

El más joven escuchaba con gran atención cada palabra que pronunciaba su abuelo hacía el demonio rojo. La conversación era más unilateral hacía el lado de Ra's, Trigon solo se dedicaba a escuchar y a responder cuando solo era meramente necesario. Su presencia despedía una fuerte escencia a azufre y muerte.

A unos metros de él, podía ver a la chica pájaro de hace un año, como el la había apodado al haberla encontrado entre las ramas del árbol en el jardín. Una larga capa oscura cubría la totalidad de su cuerpo y parte de su rostro, dándole un aura misteriosa. Algunas plumas caían por el largo de la tela y otras tanto alrededor de sus hombros. También podía apreciar su muy corto cabello azabache, con ligeros tonos revueltos entre violetas e índigo que se veían reflejados por la luz del lugar y no compartía el tono de piel de su padre. Su piel era tersa, con un toque de bronceado brillante, recordándole a delicados tonos del oro. Si no fuera por el inusual tono violeta de sus ojos, pensaría que es un ser humano común y corriente.

Aunque llamativo a sus ojos.

Raven se mantenía alejada de los asuntos de su padre, manteniéndose lo más desapercibida y alejada de todos, más no lo logró. El niño de profundos bosques verdes volvía a observarla de una forma tan penetrante que le era imposible no sentirse incómoda por ello.

¿Aún estará enojado por aquella vez que nos vimos?

Trató de cubrir aún más su rostro con su capucha y volvió a mirar hacía él para verificar si la había dejado de observar, más el ojiverde ahora dirigía su atención a Ra's.

Aliviada, trató de pensar en alguna otra cosa que hiciera que pasara más rápido el tiempo en esa aburrida reunión, más su curiosidad por el niño frente a ella atravesaba de forma constante su mente. Con su rostro todavía cubierto por su capucha dirigió su vista hacía él y prestó atención: se sorprendió por la cantidad de pequeñas cicatrices y heridas dispersas por su rostro así como en las partes expuestas de sus manos. La más notoria era aquella cicatriz que aún no sanaba que se encontraba en su barbilla. Eran muchas marcas para ser un simple niño. Ni siquiera ella, que era la hija de Trigon, estaba marcada con alguna herida o cicatriz en su piel. En parte tenía que dar gracias a sus poderes de recuperación, por otro lado, sus entrenamientos no llegaban a ese nivel de exigencia y rudeza que podía notar llevaba a cabo el Al Ghul.

Recordó la vez que lo conoció en el jardín y la forma despiadada en que fue impactado contra el suelo en dos ocasiones por aquella humana, su rostro herido y lo que pudo descifrar en su mirada ese día. Su corazón se estrujó por recordarlo. Ese día debió haber obtenido varias heridas que se quedarían tatuadas en su cuerpo en forma de cicatriz.

Lo observó por algunos segundos más hasta que notó cómo la mirada esmeralda interceptaba a sus amatistas. Descubierta, bajó su rostro avergonzada. Más no dejó de pensar en él y en cómo le hubiera gustado haberlo ayudado hace un año.

Sin embargo, el hubiera no existe.

Curar, desvanecer y, por último, sanarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora