Capítulo 11

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14 y 15 años

"Lo consientes mucho."

"Solo estoy acariciándolo", dijo mientas rascaba la barbilla del pequeño y peludo ser rojizo recién rescatado. "Es tan buen chico."

"Pero lo haces en exceso, se volverá débil", respondió con cierto fastidio en su voz.

"¿Cómo brindarle cariño a un ser indefenso sería signo de debilidad?", dijo con evidente molestia en su voz, "Damian, es un cachorro, uno que se ha quedado sin familia gracias a las órdenes de tu abuelo, necesita afecto."

"Goliath pertenece a una raza de bestias guerreras, Raven. Estará bien. Además, el abuelo me ha repetido que ese tipo de actos conlleva a volverte débil y, el ser débil, puede llevar a la decadencia."

"Mi madre me demostró lo contrario, siempre estuvo conmigo cuando estuve en Azarath. Aun sabiendo que tenía que controlar mis emociones, ella siempre me brindo cariño y afecto los años que viví a su lado. El amor que ella me brindó es lo que me ha permitido soportar vivir lejos de ella al lado de mi padre", interrumpió su explicación para acercarse a Damian y elevar sus manos hasta su rostro, el cuál sujetó de ambos lados. "Y, el cariño que tengo hacia ti, me ayuda a ser más fuerte día a día. El pensar que en estos momentos no estoy completamente sola...", aplastó sus mejillas efusivamente, moviendo sus manos de forma circular, jugando con su rostro. Damian cerró los ojos con fuerza mientras realizaba algunas muecas en señal de disgusto al inicio. Cualquier otra persona que osara a tal atrevimiento estaría sufriendo alguna lesión en el suelo pero, con ella..."A lo que voy es que...", se sentía cálido, no solo en su piel. "Al carajo lo que tu abuelo piense. Recibir cariño nunca volverá a alguien débil", disminuyó los movimientos de sus manos, para solamente estar acunando su rostro con sus palmas. La piel morena se encontraba totalmente roja y ella, con gentileza y afecto ante el atrevimiento realizado, le regaló una sonrisa por saber que tuvo el efecto deseado.

Goliath, quien observaba la escena desde el suelo, se elevó a ellos para acercarse y comenzar un ataque de lengüetazos hacia sus rostros, quedando ambos cubiertos de su espesa baba.

"¿Ves?, Goliath también piensa lo mismo. Deberías intentarlo más seguido."

Damian retiró al murciélago dragón de su cuerpo, dejándolo en el suelo de nuevo. Segundos después, una mano callosa yacía acariciando la cabeza del rojizo, bufando de alegría en signo de respuesta por tal acto.

Sentir las manos de Raven sobre su rostro no solo lo hizo sentir una calidez en su piel.

"Podría intentarlo...", respondió mientras se dibujaba una ligera sonrisa en su rostro.

También en su corazón.

Curar, desvanecer y, por último, sanarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora