Capítulo 10

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La crianza de Talia no había sido muy diferente a la de Damian. Su cuerpo también estaba marcado por docenas de cicatrices con una historia diferente en cada una de ellas. Desde que tenía conciencia siempre había seguido las órdenes de su padre y maestros, se le había exigido ser la mejor y nunca fallar. Cada palabra que salía de su padre la cumplía al pie de la letra. Eso la había convertido en la mujer que era ahora.

Fuerte, inteligente y con una inmensa belleza .

Era la que más destacaba de sus hermanos.

La favorita de Ra's.

Pero solo hubo una cosa, una sola por la que no cumplió con todas las expectativas del Cabeza de demonio.

"Ha nacido una niña."

Y, aún siendo la más apta para tomar su lugar como heredera de la liga, Ra's había dejado en claro que su próximo heredero sería varón.

Y la palabra de Ra's era incuestionable.

A los pocos años, aparecería el murciélago en sus vidas. Y Talia se enamoraría de él.

Ra's, reconoció su  gran potencial en batalla y su increíble inteligencia, aprobando una futura unión entre él y su hija.

Más los ideales del murciélago jamás serían compatibles con los de Ra's. 

"Ven conmigo."

"No será posible."

El murciélago volvió a Gotham, sin saber que dentro del vientre de ella florecía la semilla de su amor. 

La combinación de genes perfecta. Y eso no lo pasaría por alto Ra's.

"Tenemos a nuestro nuevo heredero."

El murciélago había sido el hombre que más había amado toda su vida.

Hasta que aquellas pequeñas esmeraldas la miraron por primera vez.

Y sus pequeñas manos tomaron con fuerza su delgado dedo índice al tenerlo entre sus brazos. Deteniendo su llanto.

Acarició su rosada mejilla, ella sonrió. Cómo no lo había hecho hace tantos meses. Se parecía tanto a él.

"Tu nombre será Damian."

Miró por el balcón cercano al escuchar voces en el jardín, observando a su hijo y a la criatura de Trigon entrenando con Lady Shiva. Esa pequeña demonio con la que su padre había permitido a Damian tener contacto desde niños.

Arrugó el entrecejo mientras los observaba. Seguía sin comprender qué era lo que le atraía tanto para estar cerca de ella. Inclusive le había pedido a Shiva la oportunidad de entrenar juntos para desarrollar las habilidades físicas de Raven en batalla.

¿Quién se creía?

Pero con el paso de los minutos, notó algo diferente en el rostro de su hijo. Algo no muy común en él, pero que se veía tan natural en ese momento.

Lo vio sonreír.

Cuando creía que nadie más lo observaba. Nadie más que Raven. Ignorando totalmente que las esneraldas de su madre estaban sobre él. Viendo cómo le regalaba una sonrisa a ella sin miedo o temor a ser reprendido. Era algo que Talia no había podido experimentar  libremente en todos sus años de vida sin consecuencia alguna por su padre o tutores. Reconfiguró rápido su pensamiento: sí lo había hecho en un corto periodo de tiempo, en la privacidad de cuatro paredes o en las noches estrelladas que paseaban juntos en secreto.

Sólo con una sola persona lo había experimentado, hace tantos años atrás.

"Amado..."

Se retiró del balcón resignada. No había nada que hacer al respecto. No hoy.

Lo dejaría pasar por esta ocasión.

Curar, desvanecer y, por último, sanarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora