Capítulo 8

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"Haz mejorado", elogiaba Talia al joven frente a ella mientras esquivaba con gracia cada uno de sus ataques.

"El viejo es un buen maestro, solo me faltó tiempo para perfeccionarlo", respondió el joven sin detener su ofensiva.

"Puedes comenzar de nuevo, aquí, en tus nuevas tierras, con nosotros", propinó una fuerte patada contra su pecho que lo hizo estrellarse contra la pared cercana "y tener todo aquello que Gotham te arrebató", agregó mientras tomaba su espada y caminaba hacia él con aquella seguridad y elegancia que la distinguía entre todos los miembros de la liga. Colocó el frío metal sobre su cuello, haciendo presión sobre su piel. Sus esmeraldas estaban fijas en el objetivo. "Sé que eres el indicado de estar al lado de Damian cuando llegue su momento de estar a la cabeza de la liga. Serás su mano derecha."

"No lo creo", un movimiento rápido con su brazo derecho lo hizo liberarse de ella. "Primero: nadie me dice que es lo que tengo que hacer ", y otro movimiento con el brazo izquierdo la hizo caer de rodillas sobre el suelo. "Segundo: No pertenezco a este lugar, tampoco el pequeño demonio. Y en el fondo lo sabes, Talia."

"Insolente", soltó su espada, resonando su caída en toda la habitación, dándole la agilidad necesaria para retomar su posición. Acto seguido, cerró su puño para golpear con fuerza el rostro de Jason, haciendo sangrar su labio inferior por el impacto.

"¿Acaso dije alguna mentira?", dijo sonriendo mientras escupía restos de sangre a causa del impacto recibido. Sabía que había herido su orgullo. "Una madre debería proteger a sus hijos."

"Lo hago. Sé perfectamente lo que Damián necesita..."

"Por favor, ¿Hasta cuándo va a terminar todo esto, Talia?", interrumpió de manera abrupta. Su tono ahora era serio, había bajado la guardia. Tenía tiempo sospechando de las acciones de Ra's en el lugar. Por ello había retrasado su regreso a Gotham.

"¿Cuando te darás cuenta que algo ocurre aquí, y no es nada bueno para Damian?", lo había hecho por él.

"Ni para ti."

12 y 13 años

Las visitas habían terminado hace meses. La soledad ahora invadía las frías paredes de la habitación en la que se encontraba. El bolígrafo que sostenía con su mano derecha había dejado de escribir sobre el papel hace más de diez minutos.

Sus días se habían vuelto monótonos  desde aquella estúpida discusión. Cómo lo eran antes de conocerla. Tal vez, cómo debieron ser siempre.

No la necesito...

Su mirada estaba perdida en un punto insignificante de la habitación, sin procesar en su mente las imágenes que observaba. En esos momentos, sus pensamientos solo albergaba recuerdos violeta.

Fue por su bien...

"Talia te castigará si fallas con tus deberes", la voz femenina lo hizo volver a la realidad.

"Largo", respondió sin ánimos de conversar.

"Cómo si me gustara pasar el tiempo contigo", respondió de forma ácida. "La única que te tolera es tu madre y la niña demonio que se pasea por la base como si no tuviera hogar. Aunque, ahora que lo pienso, ¿por qué no ha venido?, ¿acaso ya la hartaste también, así como a tu antiguo guardian?"

"Cierra la boca, Mara", la molestia que reflejaba su voz hizo evidente la respuesta a su prima.

"Lo suponía. Eres tan insufrible."

Sólo pudo sentir el repentino impacto en su cuerpo y, en cuestión de segundos, ella ya se encontraba sobre el suelo. Sin tiempo alguno para haber reaccionado.

Damian se encontraba apuntando su bolígrafo contra su garganta, esperando cualquier movimiento en falso que ella diera. Mara sonrió burlándose aún de él.

Separó sus labios con la intención de seguir burlándose, más las palabras quedaron atascadas en su garganta al observar el rostro de su primo,uno que intentaba ocultar una profunda angustia. Sus ojos eran su unica ventana a su alma y se encontraban húmedos, por lo que Mara pudo entenderlo.

Aún rodeado de decenas de guardias, instructores y sirvientes a su disposición que servían a cada petición dicha por la familia Al Ghul, estaba prohibido establecer lazos afectivos con alguno de ellos. El que su abuelo permitiera a la niña demonio ser tan cercana a Damian ya lo consideraba como un gran privilegio. Pero, por lo que podía comprender, eso había terminado.

Sin ella o Jason, él ahora se encontraba totalmente solo.

Y eso le hizo sentir una gran lástima por su primo. Sin embargo, no podía hacer nada al respecto. Ella pasaba una situación similar.

Cerró sus ojos y relajó su cuerpo, señal de que no quería continuar con la pelea. Al notarlo, Damian retiro el bolígrafo de su cuerpo y se puso de pie. Acto que Mara imitó segundos después.

"Da igual. Sólo vine para avisarte que tenemos entrenamiento en poco tiempo. Solo...no demores. ¿De acuerdo?", dijo mientras salía rápidamente de la habitación. En su voz podía transmitirse una pequeña súplica que inútilmente trató de disfrazar con indiferencia.

"No lo haré", fue lo último que alcanzó a escuchar Mara antes de abandonar la habitación.

De nuevo, en la soledad de la habitación, Damian exhaló el aire que tenía retenido en sus pulmones desde segundos atrás. Masajeó el puente de su nariz, tratando de relajarse y despejar su mente. Después de unos minutos, tomó de nuevo su pluma para continuar con la tarea que había dejado pendiente. Tenía menos de una hora para terminar.

No se retrasaría, no lo haría, no de nuevo. Aún con el paso de los años lo seguía recordando claramente, al igual que Mara. Ese día tuvieron un retraso de cinco minutos de la hora acordada de su entrenamiento. Un contratiempo por darse ese día los minutos de ser lo que eran, de convivir con su prima, jugando como los niños que eran. Pero así no lo vieron sus maestros. La disciplina era esencial para la formación como miembro de la liga y más para él cómo futuro líder de esta. Dicha disciplina se les había inculcado por sus superiores desde que tienen memoria, y para cuál su proceso de adquisición había requerido métodos poco ortodoxos y autoritarios.

Incumplir indicaba rebeldía y falta de compromiso. Y cada incumplimiento, por más mínimo que fuera, requería ser corregido de manera inmediata. Palabras de Ra's Al Ghul.

Y eso no excluía a su propia sangre.

Ese día el ganó una cicatriz más en su piel. Por el contrario, Mara no corrió con la misma suerte, perdió la vista de su ojo derecho al intentar protegerse de la vara con la que los golpeaban.

Las inconformidades llegaron a los oídos de Ra's; Nyssa había estado en contra de la acción tomada hacia los infantes. Más nada pudo lograr, Dussan y Talia estaban del lado de su padre. Y todo mandato de él debía cumplirse al pie de la letra, sin excepción.

Desde aquel día ambos primos dejaron de convivir.

Damian cargaba con el peso de sus heridas con orgullo, y está en especial,  era un recordatorio de que siempre debía ser puntual ante cualquier situación, por el contrario, con Mara era diferente. Se había llevado la peor parte del castigo cuando ambos habían incumplido de la misma manera tal impuntualidad.

La cicatriz de Mara no era suya y cargaba el peso de ella, pero de diferente manera, le recordaba su rol como futuro líder de la liga, como futuro Ra's, y que el destino de cada vida a su alrededor cuelga de sus acciones y decisiones. Para bien o para mal.

Y Raven entraba en tal dilema. La vida que él llevaba a cabo también la había estado afectando, y no se había percatado de ello hasta meses atrás.

Pudo sentir una dolorosa punzada en su pecho al volver a recordar cada ocasión que la amatista había absorbido el dolor de su cuerpo cada vez que utilizaba sus poderes para curarlo, finalizando siempre el proceso con una mirada cálida hacía él.

Mi dolor no lo merecías...

Las cicatrices que antes le recordaban  disciplina, conocimientos y victorias, poco a poco lo comenzaban a llenar de culpa y remordimiento.

Curar, desvanecer y, por último, sanarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora