31/12/2022
3:04 A.M.
Realmente no sé qué aprendí este año, pero quería escribir algo en forma de diario porque me parece lo más indicado. Así que lo que salga, será.
Tenía mucha ilusión al comienzo del 2022. En especial, por mi trabajo. Me estaba yendo muy bien. Me ascendieron en Febrero y le puse mucho empeño y energía. Todo parecía ir por un buen camino, aunque ignoraba que estaba dejando mis sueños de lado.
Ya había pasado bastante desde que había hecho lo que me gustaba, ya sea en la escritura o en la música. Aunque estaba estudiando música y composición en una academia en las noches, al final todo se quedaba ahí. No utilizaba mis días libres para nada más que entretenimiento con la excusa de que lo merecía por estar cansado después del trabajo y estudio.
Al final, ocurrió lo que les conté con mi ex-jefe y me volvieron a hacer agente, así que me desanimé y renuncié. Caí en cuenta que había puesto tanta energía en algo que ni siquiera debería importarme, y había dejado atrás tantas actividades que me apasionaban hacer, que por poco vuelvo a sentirme tan vacío como hace años, cuando sufría de depresión y todos los días pensaba en suicidarme.
Sí me dio depresión este año, y quizá todavía tengo, aunque no estoy tan mal como en ese entonces. Pero creo que ha sido lo que más ha definido esta etapa. Sigo reflexionando muchas temas de mi vida, y de vez en cuando, descubriendo el trasfondo de aquellos pensamientos.
Anoche pensaba, ¿por qué a veces, en el fondo de mi mente, hay una voz que me susurra «todos te odian»?
Y recordé cuando tenía unos diez u once años. Estaba en el colegio y era un niño bastante solitario. Pero yo no era así, siempre estaba jugando con mis amigos. Sin embargo, fue justamente en ese periodo que empecé a alejarme de todos. Salía al recreo, me recostaba de espaldas a la pared y dedicaba mi tiempo a observar a los demás.
Estoy seguro que casi siempre no me molestaba, pero sé que en ocasiones me mentía a mí mismo y en realidad quería hablar con alguien. Mas no podía. No me sentía seguro.
Llegué a la conclusión de que era por mi padre. Solía compararme con mi medio hermano mayor, haciéndome sentir como la peor persona del mundo. Y en las reuniones familiares invalidaba mi opinión, ordenándome que me callara; cosa que no hacía y terminábamos discutiendo.
Quizá eso me hacía pensar que todos me odiaban.
Quizá.
A través de los años, la mayoría de personas que conocí me han demostrado mucho amor. Así que ya no es algo que me afecte. Aunque el susurro siempre está ahí y me hace preguntar, ¿qué otras cosas tenemos que desaprender? ¿Qué otros traumas debemos dejar atrás?
No estoy dando muchos detalles porque no me interesa dar muchos detalles. Este nuevo año me gustaría empezarlo yendo al grano, sin tener que argumentar cada respuesta. Qué pereza.
Algo que siempre he apreciado es su apoyo. Sorprendentemente hay gente que todavía me sigue y lee lo que hago. Pero más importante aún, les intereso yo como persona. Y cuando tengo eso presente, me alegra. Porque al final es un acto de amor, nadie los obliga a estar aquí.
Así que gracias.
No tengo idea qué coño pasará en 2023, ni siquiera quiero pensar en ello. En estos momentos tan solo sigo la corriente. Ya se me acabó el dinero, tengo que conseguir trabajo. Volveré a estresarme. Tal vez conozca gente chévere. Quizá finalmente consiga varios esposos que me mantengan. Quién sabe, cualquier cosa puede pasar.
Me gustaría publicar un libro o producir una de mis canciones de manera profesional, pero al mismo tiempo quiero ahorrar y comprarme un buen computador para hacer vídeos en vivo a través de Twitch jugando algún video juego para volverme rico y famoso. Hay muchas posibilidades, poco dinero y un futuro incierto. Veamos qué sucede.
A lo mejor este diario tuvo un tinte triste, un tris desesperanzador o extraño, pero eso es lo que hay. Eso es lo que soy ahora. Una bola de incertidumbre que realmente no sabe cómo sentirse.
Les deseo cosas bonitas este nuevo año. Espero que estén bien. Traten de cuidarse. Los quiero.