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En la oscuridad, brillaban unos ojos dorados iluminados por la luz de las antorchas. Noah gritó, mirando unas pupilas negras y estrechas que flotaban justo frente a su cara. Era algo incluso más grande que la palma de su mano completamente abierta.

(¡Es enorme!)

Aunque ya había escuchado la historia de la criatura, comenzó a sentirse increíblemente abrumado por lo gigantesco que era en realidad ahora que estaban frente a frente. Era algo terrible, tan alto que tocaba con su cabeza el techo de la cueva. Los colmillos, que se asomaban a través de una gran boca medio cerrada, eran de color blanco puro y su grosor pareció ser del mismo tamaño que el brazo completo de Noah. Además, su cuello era tan, tan largo, que de alguna manera sintió que iba a poder tragarlo en un segundo si tan solo tuviera ganas de hacerlo. Sus garras negras parecieron lo suficientemente afiladas como para cortar rocas, y sus espléndidas alas se podían ver incluso cuando no estaban plegadas.

El dragón, a quien Noah acababa de conocer, además estaba cubierto por completo de hermosas y muy duras escamas de color rojo.

"... ¿Entonces?"

Noah de repente volvió en si gracias a esa voz baja y gruesa que estaba haciendo eco en las paredes. Y mirando al jovencito, con la columna completamente erguida, el dragón rojo volvió a abrir su enorme boca y gritó:

"¿¡A qué viniste!?"

"..."

La voz del dragón resonó en la cueva y también en el fondo de su estómago. Noah apretó su mano temblorosa utilizando la otra y comenzó a morderse los labios, pensando que la criatura frente a él tenía el poder suficiente como para sacarlo de allí con solo soplarle. Se las arregló para exprimir la tensión y respondió, con un susurro increíblemente débil:

"Yo... Vine como un sacrificio".

Estaba asustado. Tan asustado que realmente quería huir en ese mismo momento. Sin embargo, no podía hacerlo. ¡¡No tenía idea de lo qué pasaría con el pueblo si decidía ser débil!!

"Entonces ¡Por ​​favor, cómeme!"

La petición temblorosa resonó en la cueva.

Su último deseo.

***

Lo que sucedió, fue que un aldeano tuvo la mala fortuna de encontrarse con un dragón en la entrada de una cueva bastante antigua. Estaba en un bosque cercano, donde iba a cazar frecuentemente.

"El clima era terrible, así que busqué un lugar para resguardarme de la lluvia. Fuí en dirección opuesta al arroyo y encontré una cueva..."

Debió haber sido muy impactante.

El hombre todavía no podía aceptar lo que le había pasado, por lo que hablaba con un rostro pintado en un blanco profundo.

"Había algo color rojo brillante... ¡Un dragón rojo brillante! Fue aterrador. Estaba muriendo de miedo. Yo quería correr pero, no pude y, y... ¡Juro que me atacó con sus colmillos!"

Noah le ofreció té caliente al hombre, quien pareció no poder parar de temblar.

"Por favor, tome esto. Creo que se calmará un poco si lo bebe..."

"Oh, gracias, Noah".

El hombre, que recibió la taza entre sus manos, comenzó a beber muy, muy lentamente. Envolvió los hombros del hombre de cara pálida con una manta de su habitación y entonces, cuando se tranquilizó lo suficiente, Noah finalmente se sentó en un silloncito junto a él. La sala de piedra estaba repleta de aldeanos que parecieron bastante atentos a su historia. Incluso el hermano mayor de Noah, Raja, que era el dueño de la casa y el jefe de la aldea, estaba gruñendo con los brazos bien cruzados delante de su pecho:

El habitante de las estrellas. (Traducción Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora