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"¡Rey Lidgar!"

"¡Rey, por favor espere!"  

Tan pronto como salió de la oficina, dos hombres dragón se le acercaron por el frente. Sin embargo, en un instante, su rostro volvió a la normalidad y asintió con una sonrisa bastante convincente.

"Ah, por supuesto."

Sin embargo, ser el nuevo rey era algo extremadamente problemático.

Nacido como un dragón con una estrella dorada que traería un nuevo amanecer al clan, Lidgard unificó recientemente la raza de los dragones y construyó una nueva aldea en esta tierra donde todos podían vivir de manera bastante armoniosa. Sin embargo, no fue una tarea fácil unir a los hombres dragón cuando era conocido que habían estado en batalla durante miles de años y agendar, la raza dragón, independientemente de su edad o género, sobresalía en destreza militar y orgullo, pero, por otro lado, la mayoría eran tercos, difíciles de controlar e inaccesibles para entablar una conversación adecuada.

"¡Fue mi clan el que tomó la delantera en la batalla anterior! ¿¡¡Por qué este tipo tiene permitido tener un territorio más grande que el mío!!? ¡Rey, por favor reconsidere esto ¡Mi familia tiene años aquí, yo debería ser más adecuado como su asistente!"

"¿Qué demonios con eso?"

Los dos peleaban por cosas similares todos los días, y cada vez, demandaban la atención de Lidgard a gritos y reclamos. Por supuesto, a pesar de que sentía un dolor de cabeza impresionante cada que los escuchaba hablar, el rey hizo todo lo posible para calmarlos al utilizar una voz bastante tranquila que les ayudara a transmitir su punto de vista:

"Ustedes dos, por favor cálmense. En primer lugar, como discutimos al principio, el tamaño está determinado por la cantidad de personas en cada tribu. Los otros pobladores son conscientes de esto también".

Detuvo a una persona que pareció a punto de objetar con una mano y volvió a hablar:

"Además, con respecto al asunto del asistente, como les dije antes, los elijo no solo por sus habilidades, sino también por su compatibilidad conmigo."

Sin embargo, ambos tuvieron una discusión de nuevo. Cada uno de ellos quería que su oponente admitiera que su tribu era la mejor del clan. También la más preparada. Lidgard logró contener un suspiro que estaba a punto de salir, pero de todos modos los hombre frente a él continuaron discutiendo y discutiendo como si se les fuera la vida en eso. Luego se miraron fijamente igual a si estuvieran a punto de darse un puñetazo.

"¡Pero el rey...!"

"¡Entiendo los pensamientos del rey, pero...!" 

Los conflictos entre tribus no se limitaban a estos dos. La raza de dragones finalmente se había unido, pero aún era difícil decir que estaban en "paz" y, para ser completamente honestos, todos los días ocurrían todo tipo de problemas. Grandes o pequeños, pero igualmente ruidosos. Y cada vez que se daba un conflicto de este tipo, Lidgard daba vueltas por aquí y por allá y predicaba que era más importante trascender el concepto de tribus y unirse como clan, que pelear solo por unos cuantos territorios que en un par de años ni siquiera iban a ser útiles. 
Sin embargo, incluso si ellos parecían entenderlo en sus cabezas, la realidad era que había muchos dragones que eran incapaces de cambiar su animosidad o sus sospechas arraigadas hacia ciertas personas de otras tribus. Sin importar el tiempo que hubiesen estado juntos.

(Con el fin de convertirme en un modelo a seguir para estas personas, les he dicho repetidamente a los jefes tribales que se reúnan conmigo primero antes de atacarse, pero...)  

El habitante de las estrellas. (Traducción Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora